El embajador de Cuba en España, Marcelino Medina González, es descendiente de isleños. Su abuelo paterno nació en Santa Úrsula, municipio tinerfeño que visitó el pasado miércoles, como colofón de una serie de encuentros con autoridades y representantes de entidades asociativas, siguiendo el programa que había diseñado la cónsul de su país en Canarias, Elsa Agramonte, y para el que contó con la colaboración de la Asociación de Amistad Canario Cubana José Martí, que preside Elvira Hernández. Tuvimos ocasión de entrevistarle en la sede de la Facultad de Educación de la ULL, previo al saludo que allí le dieran la vicerrectora de Proyección Internacional y Cooperación de la ULL, Lidia Cabrera, y el grupo de folclore del citado centro, que dirige el premio canarias Manuel Lorenzo Perera.
Marcelino Medina nació en la provincia de Matanzas en 1960 y, tras graduarse en Relaciones Internacionales, ha ocupado diferentes cargos dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano (Minrex), entre ellos el de embajador de su país en Alemania y la dirección de Europa, así como ser viceministro primero.
-Matanzas tiene una sólida raíz canaria, pues fueron familias de estas islas las que fundaron a finales del XVII la población de San Carlos. ¿Se hablaba de esto en su casa?
“Canarias y nuestro origen isleño está en la raíz de muchas familias cubanas. En la mía, una familia campesina, era mi padre quien hablaba de los isleños. Mencionaba con frecuencia a una tía que decía trabajaba como una mula y que mostraba un genio bravo, pues si la hacían enfadar era capaz de arrancar de golpe una mata grande. Él la colocaba en un pedestal y destacaba que encerraba un buen corazón. Nos decía que el ser isleño era divisa de valor sencillo y honesto, y yo como niño no tenía idea de que hay otro país que sea isla, como lo es el nuestro. Así que desde mi toma de posesión en febrero pasado manifesté interés por visitar Canarias, en un lugar preeminente entre otras comunidades, conociendo la riqueza inmensa que tiene España con sus autonomías”.
-Ha llegado en un tiempo convulso pleno de incertidumbres al concatenarse un problema tras otro. ¿Cabe decir que las relaciones con Cuba se han enfriado en estos últimos años?
“Puede que una visión somera derive en esa apariencia, dado que todos estamos afectados por problemas transnacionales. En España tenemos censados a más de 120.000 cubanos, a los que hay que sumar otros muchos, entre los que figuran los que cuentan con residencia temporal. En Canarias son más de 34.000. En Cuba se siente el origen español y qué decir de los vínculos con Canarias. Es cierto que hasta hace unos años las relaciones se canalizaban a través de hermanamientos, que hay que decir cumplieron muchos objetivos. Hoy entendemos que la labor hay que orientarla a las acciones de cooperación, partiendo de proyectos y trabajos prácticos que aporten beneficios mutuos. Con ellos podemos abarcar diferentes acciones en la esfera de la cultura, la sanidad, la agronomía y la industria. Tenemos un programa de áreas que vamos desarrollando y que trabajamos con el Gobierno de España, y a la par he trasladado a las autoridades Canarias, contemplando prioritariamente el desarrollo de las energías alternativas, pues hay varias empresas españolas que están muy interesadas, así como en la producción agroalimentaria para llegar a nuestra soberanía o en la industria de las nuevas tecnologías, en el campo de los software. España es nuestro tercer socio comercial y el principal inversor en el sector turístico, con importante presencia canaria.”
-La COVID ha trastocado muchos proyectos. ¿En qué medida les ha afectado?
“El pasado 15 de noviembre pudimos abrir nuestros aeropuertos, después de desarrollar un trabajo intenso para luchar contra la COVID. Para nosotros, al igual que para ustedes en Canarias, el turismo es muy importante y estamos bloqueados para los ciudadanos de EE.UU., que sería nuestra área natural, pues el bloqueo les impide acceder, optando estos por México, República Dominicana, etc. Nuestros visitantes de manera natural proceden de Europa, Canadá y, en menor medida, de Latinoamérica. Este año pensamos llegar a los 2,5 millones de visitantes, cifra muy distante de la que teníamos en 2018, cuando bordeamos los 5 millones. La crisis energética y económica que registra Europa nos afecta directamente, pues se ha encarecido peligrosamente el combustible y, por tanto, los pasajes son muy caros, así como los fletes para el movimiento de mercancías, afectando a las materias primas básicas como los fertilizantes, etc. Estamos muy dañados comercialmente, de ahí los apagones que se han presentado en el país y que responden al recrudecimiento de las medidas de bloqueo norteamericano y a la limitación de los recursos, sobre todo en el mantenimiento de las plantas termoeléctricas, en las que precisamos reemplazar equipos que por el uso de petróleo, como es el que obtenemos en nuestro entorno y tiene alto contenido en azufre, exige de reparaciones frecuentes, sustituyendo equipos, que en estos momentos no podemos adquirir, de ahí la opción urgente pase por tomar medidas coyunturales y apostar por las energías alternativas”.
-¿Cómo han podido sortear los efectos de la pandemia?
“Nuestro pueblo ha reiterado una vez más su compromiso y valentía. Desde el primer momento los médicos y científicos tuvieron la convicción de que la única manera que teníamos para afrontar la pandemia era mediante la vacuna, y contemplamos que ante el supuesto lógico de que EE.UU. la lograra no nos la iba a vender, pues para ellos prevalece el bloqueo, como no nos vende ningún mediamente ni da acceso a ningún producto básico para trabajar en ese campo. Entendimos también que si se diera ese milagro de que nos la ofrecieran, lo harían a un precio tan elevado que no podríamos comprarla. Partimos de cinco candidatas y hemos de decir que fue una odisea desarrollar el trabajo, ya que no fue fácil disponer de los insumos necesarios, lo que nos obligó a acudir a mercados muy lejanos. Partimos de cinco candidatas a la vacuna y se cumplieron todas las fases reglamentarias. El problema es que disponíamos de la vacuna, pero no teníamos jeringuillas suficientes para administrarlas, así que ha sido la solidaridad mundial la que nos ha respaldado: quiero destacar de manera especial a España y, en particular, a Canarias. Cuba logró en tiempo record disponer de su propia vacuna, nuestra Soberana 2, junto a la Soberana Plus y Abdala, que se ha aplicado en niños, a partir de los dos años, permitiéndoles que desde muy temprano puedan continuar con su actividad educativa. En un tiempo record hemos controlado la pandemia, administrando más de 42 millones de dosis. A día de hoy, el 90,2 % de la población tiene una vacunación completa. Desde hace más de cuatro meses no tenemos un solo fallecido por COVID”.