Canarias ya no es la misma. Puede que aún no seamos conscientes, ni palpemos lo mucho que ha cambiado nuestro futuro tras la aprobación, hace solo unos días, de la Ley canaria de Cambio Climático y Transición Ecológica, pero lo importante es que el cambio ya ha empezado a andar. Seguramente, la actividad parlamentaria y la aprobación de leyes tan importantes como esta no capten toda la atención de buena parte de la ciudadanía, pero en esta ocasión quiero dejar claro que el texto aprobado responde a una necesidad imperiosa de nuestra tierra y que nos permite a los canarios y las canarias hacer frente en las mejores condiciones posibles a ese monstruo llamado cambio climático, que poco a poco se ha ido acercando y que amenaza con destruirlo todo y cambiar radicalmente nuestras islas y nuestra vida en ellas.
La ley no es una declaración de intenciones de un gobierno progresista. No. Este texto legislativo es una hoja de ruta viable, aunque exigente, destinada a afrontar sin ambages el mayor problema que amenaza a la humanidad y ante el que, por desgracia, hemos tardado demasiado en actuar hasta alcanzar un punto de no retorno.
Hay que ser honesto y decir la verdad por dura que sea y en Canarias llegamos tarde, pese a ser de las primeras comunidades autónomas de España en contar con una ley específica sobre cambio climático. El motivo es un retraso injustificable que ahora nos obliga a trazar unos objetivos difíciles, pero posibles, y que son el único camino factible para llevarnos hacia el futuro que todos deseamos.
Esta ley, y el ecosistema normativo que viene tras ella regulando cuestiones claves como la Biodiversidad y la Economía Circular, fija los derechos y las obligaciones que todos y cada uno de los canarios y canarias tenemos, pero no solo eso, sino que también establece cuáles son los diferentes escenarios que van a producirse si no se cumple con lo previsto, para que no quede duda alguna sobre a qué nos enfrentamos.
Soy consciente de que hay sectores que tienen más responsabilidad y que tendrán que hacer un mayor esfuerzo, pero igualmente espero hacerles entender que es así porque también tienen una mayor capacidad de actuación y necesitamos de ellos para preservar nuestra vida y nuestro entorno tal y como lo conocemos.
La Administración pública, por ejemplo, tiene que ser ejemplar sin medias tintas y abanderar el cambio con energía verde, movilidad eléctrica, eficiencia energética, etc. Además, debe ayudar a aquellas personas o sectores que tienen más dificultades para formar parte de la necesaria transición energética que ya es imparable, y lo tienen que hacer a través de un acompañamiento especial destinado a evitar que la acción climática se convierta en otro factor de desigualdad social. Esta ley está cargada de certezas que imposibilitan seguir perdiendo tiempo, pero también lleva una gran carga social, porque garantiza que la transición ecológica sea una transición justa.
Hemos llegado a un punto en el que ya no queda tiempo para seguir concienciando o llamando a la responsabilidad voluntaria e individual; ahora la ley, con toda la fuerza que ello conlleva, fija la obligatoriedad de cumplimiento en cuestiones que nos permitan hacer en poco tiempo lo que no hemos querido o sabido hacer en varias décadas, empezando por la descarbonización de nuestro territorio hasta convertirlo en una zona de neutralidad climática en el año 2040.
La lucha contra el cambio climático y la protección de nuestro medioambiente tiene que ser sí o sí el eje central de todas las actividades que se desarrollan en Canarias. Por eso quiero aclarar que si alguna medida propuesta durante el debate de la ley no ha sido incluida es porque no se adecuaba a la premura que la norma precisa o porque directamente trataba de impedir algo que ya es irrefrenable.
Aprovecho esta ocasión para dirigirme con especial interés a quienes dudan de la eficacia de esta legislación y a quienes incluso piensan que es demasiado dura para recordarles que precisamente ese pensamiento y esa impasividad ha sido la que nos ha traído hasta aquí. Si algo ha quedado demostrado es que lo hecho hasta ahora no solo no ha servido, sino que el cambio climático avanza con más rapidez y fiereza de lo jamás imaginado. Si seguimos por ese camino ya no habrá ni leyes, ni estrategias, ni nada que valga y desaparecerá la vida tal y como la conocemos.
Estamos en un lugar y en un momento en el que, si no controlamos la temperatura de nuestro planeta, la vida se hará imposible debido al calentamiento global y, ante este panorama, Canarias apuesta no solo por revertir la situación, sino por hacerlo cuanto antes y teniendo a las administraciones públicas como referentes y líderes de la transformación.
El cambio climático es una tragedia a todos los niveles, hablamos de efectos tan dramáticos como la desertificación, la contaminación, el calentamiento global, la subida del nivel del mar, plagas, enfermedades, etc. Pero también existe una importantísima parte económica que muchas veces se desconoce o incluso se oculta intencionadamente. En Canarias nos enfrentamos a 5.000 millones de euros en pérdidas anuales (el 11% de nuestro PIB) como consecuencia directa solo del incremento del nivel del mar, sin entrar a valorar el resto de factores. Es una cifra que nos obliga a todos y a todas a tomar decisiones y a poner cuanto antes todos los medios a nuestro alcance para minimizar esos efectos y, sobre todo, adaptarnos a lo que ya es imparable.
Con la Ley de Cambio Climático y Transición Energética de Canarias cambiamos el rumbo en nuestro entorno más próximo para salvar el planeta. Es cierto que nosotros, los canarios y canarias de hoy en día, quizás no seremos testigos de los efectos de esta norma tal y como nos gustaría, pero precisamente por eso tenemos que implicarnos desde hoy, para que lo peor de la crisis climática lo vivamos nosotros y no las generaciones que ahora nacen.
Está prácticamente todo por hacer, por eso hay que dar ya pasos firmes y sin retroceso, sabiendo hacia dónde vamos y que donde estamos no podemos seguir. Camino solo hay uno y lo marca esta Ley que, además de ser la de mayor participación ciudadana de la historia de Canarias, es la que nos conduce con mayores garantías hacia el futuro que queremos.
*Consejero de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias