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Candelaria González, soprano tinerfeña: “Siempre tuve claro que no renunciaría a la lírica ni al folclore, haciendo las cosas lo mejor que sé”

La cantante participa en 'The old maid and the thief', la ópera de Gian Carlo Menotti que se escenificó el fin de semana en el Auditorio de Tenerife y volverá a hacerlo el próximo
La soprano Candelaria González. / Miguel Barreto

El Auditorio de Tenerife repone estos días The old maid and the thief, el título de Gian Carlo Menotti que se presentó por primera vez en 1939 a través de la emisora radiofónica NBC, y cuyo estreno en España tuvo lugar hace un año en el propio espacio escénico de la capital tinerfeña. Tras las representaciones del pasado fin de semana, La vieja doncella y el ladrón se vuelve a escenificar el próximo sábado y el domingo (19.30 horas). La soprano tinerfeña Candelaria González interpreta en esta ópera bufa el rol de Laetitia.

-Vuelve a encarnar a Laetitia en ‘The old maid and the thief’, tras participar en su estreno en España. Una vez cumplida la responsabilidad de esas primeras funciones, ¿se acerca de forma distinta a la partitura?
“Lo afronto con mucha alegría y, sí, abordo ahora este título desde otro punto de vista. Conozco mejor el personaje y puedo crear más matices, sacarle más jugo. Y no solo yo, también mis compañeros. Estamos en ese punto en el que buscamos extraerle el mayor provecho posible a esta ópera”.

“Este título es un buen ejemplo de que acudir a escuchar una ópera puede ser una gran experiencia para cualquier persona”

-No es frecuente que un mismo elenco se reúna un año más tarde para volver a interpretar la misma producción.
“Lo habitual es que se represente una obra, después de trabajar un tiempo en ella, y ya está. Con suerte, vuelves a participar en otra producción de ese título, con otro elenco y en otro lugar. Además, formo parte de un elenco fantástico, nos llevamos muy bien y estamos disfrutando muchísimo. Cuando me llamaron para decirme que querían reponer The old maid and the thief, fue una sorpresa enorme”.

-Esta ópera nació en la radio y luego llegó a los escenarios. ¿Qué la distancia y qué la acerca a otros títulos del repertorio?
“Se aleja de las composiciones más clásicas. Nos hallamos muy cerca del público y permanecemos todo el tiempo en el escenario. En otras producciones tienes momentos en la escena, pero luego la abandonas. Aquí debes estar siempre muy pendiente de lo que ocurre. La trama transcurre en un programa radiofónico. Cada uno de nosotros es un personaje que va a la radio a cantar y también es un actor. Eso nos obliga a estar interpretándolo de forma permanente. No hay tantas producciones en las que eso suceda. Es muy divertido y, a la vez, te mantiene en tensión todo el rato”.

“Antes de poner a un niño ante una partitura, hay que enseñarle a cantar y a sentir la música, cualquier tipo de música”

-Ópera, zarzuela, música popular… Un rasgo de su trayectoria artística podría ser el eclecticismo. ¿Siempre tuvo claro que no quería renunciar a ninguna de estas vertientes musicales?
“Recuerdo una frase de una profesora de canto cuando hice la prueba de acceso al Conservatorio. Me vino a decir que tenía que dejar el folclore para dedicarme al canto lírico. Mi respuesta fue que no lo iba a dejar. Esta variedad me ha permitido no parar de trabajar. Dedicarse solo a la lírica en Canarias es complicado: es un escenario muy pequeño, no hay tantas oportunidades y, como es lógico, viene gente de fuera porque el público quiere escuchar a artistas de todo el mundo. Afrontar todas esas vertientes, que tanto me gustan, ha hecho que haya podido estar cantando prácticamente toda la vida”.

-¿Y le ha resultado complejo en algún momento desarrollar esta carrera que transcurre por diferentes géneros y estilos?
“A veces he encontrado cierto escepticismo desde el mundo de la lírica hacia las voces de música popular, del folclore. Acerca de si quienes venimos de esos ámbitos seremos capaces de estar a la altura que exige la música clásica, lo lírico. Tras tanto tiempo intentando hacer las cosas lo mejor posible, te conocen y te respetan, pero no es fácil para quienes vienen de la música popular ”.

“Hacer ‘The old maid and the thief’ es divertido y, a la vez, te obliga a mantener sobre el escenario la tensión todo el rato”

-¿Están superados los prejuicios hacia la música académica o queda mucho trabajo por hacer?
The old maid and the thief es muy adecuada para que quien nunca ha disfrutado de una ópera en directo se acerque, por ejemplo, al Auditorio de Tenerife y compruebe que es una gran experiencia. Aún existe esa imagen de la ópera como algo antiguo, asociado incluso al divismo de sus intérpretes. Todo eso ha cambiado. Quienes hacemos ópera somos gente normal a la que le gusta esta música. También es importante el trabajo en los centros de enseñanza para despertar la curiosidad. Es una tarea ardua y a largo plazo, y más cuando cada vez se le da menos importancia a las artes en los centros educativos”.

-Usted ha desarrollado la faceta de docente. ¿Cuál es la primera enseñanza musical que debe recibir un niño?
“Antes de ponerle ante una partitura, hay que enseñarle a escuchar y a sentir la música, muchos tipos de música. Y también a cantar, porque ahí el instrumento es su propio cuerpo. Luego ya podrá comenzar a trasladar ese lenguaje al papel, como cuando está aprendiendo a hablar. A veces nos empeñamos en enseñar un tipo determinado de música, pero deberíamos comenzar con la que le gusta a ese niño, a ese joven”.

-Venimos de un tiempo insólito, en el que una pandemia cerró los auditorios. ¿Ha cambiado la actitud, las emociones, al subir a un escenario?
“Sin duda. Cuando podíamos hacer algún acto, te encontrabas con las reducciones de aforo. Veías las sillas vacías, al público con las mascarillas, no apreciabas su reacción… Hoy, cuando las cosas han cambiado, y la gente tiene muchas ganas de ocio, de cultura, todo es mucho más intenso, más especial”.

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