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Octavi Pujades: “Soy un contador de historias; si llega una que es buena, solo puedo decir ‘sí’ y empezar a trabajar”

El actor interpreta a Frank Farmer en 'El guardaespaldas', el musical basado en el film del mismo título, con Whitney Houston y Kevin Costner, que ofrece el Auditorio de Tenerife
Octavi Pujades coprotagoniza el musical 'El guardaespaldas'. / DA

Octavi Pujades forma parte de un equipo, conformado por más de medio centenar de personas, que hasta el domingo escenifica el musical El guardaespaldas en el Auditorio de Tenerife, en la capital tinerfeña. En esta charla, el actor catalán, que interpreta a Frank Farmer, el personaje al que dio vida hace ya más de 30 años Kevin Costner en la película que coprotagonizó con la cantante Whitney Houston, hace hincapié, precisamente, en esa idea de trabajo conjunto, en el empeño de un grupo de personas, con distintas sensibilidades artísticas, por sacar adelante un proyecto.

-Se dice que el musical, como la ópera, es un género muy completo, al combinar la música, el canto, la danza y la interpretación. En este caso específico, ¿qué fue lo más difícil que tuvo que afrontar como actor para dar vida a Frank Farmer?
“El principal desafío ha sido, precisamente, formar parte de un engranaje que es muy grande y muy complejo. Los musicales suponen actuar frente a un público, estar sobre un escenario, pero es que además reúnen a mucha gente, a través de coreografías, de música y de otros elementos que en el teatro convencional no vemos. Con todo esto, se convierte en una expresión artística que requiere mucho más trabajo del habitual, más compromiso, más concentración…, pero lo cierto es que todo ese esfuerzo que haces resulta plenamente recompensado”.

“En un musical eres parte de un engranaje, y eso te exige más trabajo, compromiso y concentración de lo que es habitual”

-El que exista una referencia tan evidente del rol que encarna, como es la interpretación de Kevin Costner en el cine, supone más una especie de guía, un estímulo o quizás un reto?
“Es sobre todo un estimulo. Al principio piensas: madre mía, qué reto tan grande interpretar a un personaje que todo el mundo tiene en mente. Sin embargo, al final, se trata de un punto de referencia. La película El guardaespaldas tiene 30 años, todos la conocen, pero el medio cinematográfico es muy distinto formalmente al teatral. En su momento, Kevin Costner actuaba ante una cámara que le pillaba hasta el blanco de los ojos. Aquí yo he de hacerlo de una manera en la que me tienen que ver, tienen que saber lo que estoy haciendo, los espectadores de la fila uno y los que están sentados en la fila cuarenta. Con lo cual, en cuanto la gente comienza a disfrutar de la función, percibe de inmediato que se trata de una cosa distinta. La película, en suma, es un punto de partida, una referencia que está muy bien, pero al final lo que tú tienes que hacer es aprenderte el texto y ponerte en manos del director, que es el que tiene la historia completa en su cabeza y el que sabe cómo quiere las cosas”.

-¿Y en qué ha consistido, a grandes rasgos, el trabajo del director y de los intérpretes para convertir ese lenguaje cinematográfico en el propio del musical?
“Esa tarea de llevar la película al teatro ha sido sobre todo obra del autor del libreto, Alexander Dinelaris, y de nuestro director, Federico Bellone, que ya montó el espectáculo en Italia y cuando llegó aquí, a España, tenía muy claro qué es lo que quería y cómo lo quería. En ese sentido, ha sido muy fácil trabajar con él, dentro de la complejidad, como decía, que supone abordar un musical. Todo el equipo, tanto artístico como técnico, ha estado muy a favor de la forma de contar las cosas que nos ha planteado, porque cuando tienes a alguien que sabe lo que quiere y lo transmite bien, te traslada mucha confianza y hace que te impliques ese punto de más que es siempre preciso para que las cosas funcionen”.

“He hecho ya unas 200 funciones de ‘El guardaespaldas’ y sigo encontrando nuevos matices y detalles cada día”

-¿Cómo presentaría la historia de ‘El guardaespaldas’, de qué le diría que nos habla a alguien que no ha visto la película y tampoco ha tenido la oportunidad de presenciar el musical?
“Es un thriller que incluye una historia de amor. Nos habla de dos personajes que viven en mundos completamente contrapuestos, a los que la vida junta y, contra todo pronóstico, surge el amor entre ellos. Y surge en el peor de los momentos, cuando la estrella de la música está amenazada de muerte y el guardaespaldas no se puede permitir enamorarse, porque eso le hace perder la objetividad”.

-Antes de la puesta en escena por primera vez de un espectáculo como ‘El guardaespaldas’ existe un intenso trabajo previo. ¿Y, una vez que comienzan las funciones y las presentaciones en diferentes ciudades, hay margen para que el musical cambie, evolucione, se transforme…?
“Siempre tenemos que tener en cuenta ese engranaje del que hablaba. Un mecanismo en el que las cosas tienen que estar muy medidas, desde lo relativo a todo lo que tiene que ver con la iluminación, a nuestras posiciones sobre el escenario, a los pies que dan paso a la música o incluso a la interacción con los compañeros. Pero también es cierto que una función de teatro es un ente vivo. Con El guardaespaldas llevo realizadas, aproximadamente, 200 funciones y, sin embargo, sigo encontrando nuevos matices, pequeños detalles que quizás antes no había visto, o variaciones… La dinámica, la energía que se crea cuando estás sobre el escenario e interactúas con gente de talento puede variar de una función a otra. El cauce fluye en una dirección o en otra. Es evidente que se mantiene la estructura técnica necesaria, imprescindible, para que el musical salga como tiene que salir, pero también hay un margen para la creación, y eso es algo que resulta muy bonito”.

“Cada vez disfruto más de la interpretación sobre un escenario; un día me gustaría hacer el Tito Andrónico de Shakespeare”

-¿Cómo está siendo el trabajo con sus compañeros? ¿Qué aprende de ellos y qué intenta transmitirles?
“Aprendo muchísimo. Había hecho ya algún que otro musical, pero nunca de este nivel. Aprendo, por ejemplo, de la dedicación y el compromiso de los bailarines; de la disciplina de las cantantes; aprendo de la generosidad y la responsabilidad de todo el equipo, no solo en relación con el público, sino también hacia todos los que trabajamos en este proyecto… Es un aprendizaje constante. En cualquier proyecto que afrontas, si mantienes abiertos los ojos y las orejas, siempre estás aprendiendo y enriqueciéndote”.

-Cine, teatro, televisión… ¿Qué debe tener un proyecto para que decida implicarse en él?
“Un buen texto, no hay más. Este es un trabajo inconstante, a veces ingrato. En ocasiones se te acumulan los proyectos y tienes que decir que no a algunos y en otras no tienes trabajo. A veces afrontas un proyecto y se convierte en uno más, pero también existente oportunidades. Cuando te llega un buen guion, una buena historia, no tienes otra que decir que sí, ya sea una película, una obra de teatro o un cortometraje no remunerado, que son la mayoría… Yo me dedico a contar historias. Soy parte de un equipo que cuenta historias, relatos que tienen que merecer la pena. Solo eso justifica implicarte en un proyecto”.

“Si mantienes siempre abiertos los ojos y las orejas, nunca dejas de aprender y de enriquecerte como actor”

-Más allá de la trayectoria que ha ido construyendo a lo largo de los años, ¿hay un papel, una propuesta en concreto, que no ha tenido la oportunidad de plasmar y le gustaría asumir?
“Muchísimos. Con los años, disfrutas más de la esencia de la interpretación. Si pudiera elegir trabajar solo en teatro, no diría que no. Es lo que más me llena. Algún día, cuando sea más mayor, me gustaría hacer el Tito Andrónico de Shakespeare”.

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