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Vlado Mirosevic: “Agradezco a Canarias su solidaridad con los chilenos que salieron durante la dictadura”

El presidente de la Cámara de Diputados de Chile se mostró emocionado, durante su visita a Canarias, ante el relato de los miembros de la comunidad latinoamericana en Tenerife
El presidente de la Cámara de Diputados de Chile, Vlado Mirosevic, en Santa Cruz de Tenerife | SERGIO MÉNDEZ

La reciente visita a Canarias de Vlado Mirosevic Verdugo (Arica, 1987), politólogo y periodista que en la actualidad se desempeña como presidente de la Cámara de Diputados de Chile, trajo consigo momentos entrañables con la comunidad del país latinoamericano que reside en las Islas. Según reconoce el político liberal, vivió momentos cargados de emociones al reunirse, en las instalaciones del Parlamento autonómico, con personas que a pesar de haber abandonado su patria para huir de la dictadura de Augusto Pinochet continúan sintiéndose chilenos. Y mucho.

En esta entrevista en exclusiva con DIARIO DE AVISOS, Mirosevic, que desprende una bonhomía en el trato poco frecuente entre los servidores públicos, aderezada con ciertas dosis de reflexión intelectual y sosegada, aborda la crisis de la democracia desde la perspectiva de una región que ha vuelto a estallar en protestas en Brasil, Perú y el propio Chile.

Cuando escuchamos hablar de Chile, generalmente lo asociamos al término crispación. ¿Cómo la siente usted?

“Hubo un estallido social en octubre de 2019 y eso tuvo un cauce institucional, donde las fuerzas políticas se pusieron de acuerdo en avanzar hacia un proceso constituyente. Se redactó el nuevo texto y se celebró el plebiscito ratificatorio. Creo que en cualquier país del mundo es lógico que al ser un plebiscito binario, apruebo o rechazo, se genere un poco de polarización. Pero después de eso ha ido disminuyendo”.

Y, sin embargo, esa crispación, que ahora podemos ver mermada como comenta, en realidad viene caminando desde hace tiempo. Usted, en 2016, denunció una agresión por parte de otro miembro de la Cámara.

“Bueno, sí. Y es mi propósito como presidente de la Cámara poner orden en la sala. Hay un pequeño grupo que tiene un estilo controvertido, pero la gran mayoría del Parlamento quiere hacer su trabajo de manera sobria y seria. A los que tienen ese estilo muy polémico creo que hay que aislarlos. Aquellos que queremos defender y cuidar las instituciones democráticas tenemos que aislar a quienes manifiestan una actitud a rato individualista, porque desprestigian al conjunto”.

Es como cuando un profesor dice que “una clase es mala” y, en realidad, son unos pocos alumnos los que se comportan mal. Pero hacen ruido…

“Sí, y en un escenario de redes sociales, donde toda la comunicación es tan instantánea, claro que una actitud polémica genera la impresión de burbuja, de que todos están en la misma. Por eso es bien importante la reacción de quienes estamos por prestigiar las instituciones democráticas”.

Si tuviéramos que hablar de la génesis de todo ese malestar, hay un indicador que parece íntimamente relacionado: según la OCDE, Chile es uno de los países con más desigualdad social.

“Chile es un país que creció mucho económicamente de 1990 en adelante. Son muchas las capas medias que han podido, por primera vez, entrar a la universidad; los primeros de sus familias. Eso significa bastante prosperidad. Es evidente que las condiciones materiales que tenían nuestros abuelos hoy en día han aumentado, pero, a pesar del avance, seguimos siendo un país muy desigual. Eso fue probablemente, o es, una fuente de malestar, de tensiones sociales que también se ven en el sistema político”.

Decía que se ha alcanzado, quizá, el ecuador de la crispación. Pero para que se revierta la tendencia debe marcarse un punto de inflexión: ¿ese sería la nueva Constitución?

“No podría hacer pronósticos de lo que está por venir, pero lo que sí diría es que Chile, a diferencia de otros países, tuvo la madurez suficiente como para encauzar institucionalmente un malestar social. En otros lugares no hay respuesta del sistema político, y en el caso chileno hay incluso una segunda respuesta, después de que se rechazara el primer texto. Hemos tenido capacidad izquierda y derecha para que esto avance. Probablemente no tengamos todas las respuestas en este escenario global, donde hay tensiones respecto a las democracias liberales, pero al menos estamos haciendo un intento de que la ciudadanía sea la que decida”.

¿Cómo ve la situación en Perú? Igual es un ejemplo de que no se ha podido canalizar en las instituciones el malestar social.

“Primero, mostrar rechazo a la respuesta que tuvo el presidente Castillo, que fue totalmente equivocada. En momentos de crisis democrática se necesita más democracia, no menos. Establecer un estado de excepción estaba fuera de las posibilidades constitucionales. Chile reconoció a la vicepresidenta, que luego el Congreso confirmó. Reconocemos ese camino constitucional”.

Es decir: ¿No tienen dudas de la legitimidad de la presidenta? En el marco de las protestas, cierta vertiente de los manifestantes va en esa línea.

“Hay otros países de la región que han hablado de restituir al presidente Castillo. Nosotros lo que hemos dicho es que el camino constitucional es bastante claro: lo asume la vicepresidenta. Y eso es lo que sucedió. Fue investida por el Congreso y respetamos eso, porque es la Constitución vigente en el Perú. Claro que preocupa lo que está pasando en las calles con la gente que está protestando. Se ve abuso, y eso es preocupante”.

Otro país que ha visto tambalear los cimientos de su democracia ha sido Brasil.

“Yo diría que la elección del presidente Lula, que por supuesto ha sido legítima y siempre es un problema que el candidato que no gane no reconozca las elecciones o lo haga parcialmente, es una buena noticia para América Latina. Y me atrevería a ir más allá y decir que Lula es una buena noticia para el mundo. Creo que va a ejercer un liderazgo internacional, valiéndose de la experiencia y credenciales democráticas que tiene, sobre las que no hay ninguna duda. En cambio, respecto a las credenciales democráticas de Bolsonaro sí las hay, porque ha seguido el manual trumpista, y ese es un camino equivocado”.

¿Por qué formar un frente tan amplio con tal de aislar a la ultraderecha?

“En el pasado existieron los que se llamaron, y en esto España fue pionera, los Frentes Populares, que en América Latina se copió un poco. Yo nací al final de la dictadura, en 1987, soy un hijo de la democracia, y, a ratos, a nuestra generación se le olvida lo que significó. No tenemos consciencia de lo difícil que ha sido conquistar las libertades y derechos. Creo absolutamente en esta idea de establecer alianzas amplias para defender la democracia liberal”.

Pinochet no ha muerto, ¿no? La muestra es que ustedes han tenido que unirse para que quienes lo anhelan no regresen a las instituciones.

“Hay un sector político que no pareciera muy lejano de ese ideario, y es preocupante. Pero la gran mayoría de chilenos está lejos de esas posturas, sin duda. Pinochet produjo mucho dolor y sufrimiento, por eso agradezco a España y también a Canarias su solidaridad con los chilenos en los momentos difíciles. Nuestra responsabilidad es que esa historia no se vuelva a repetir nunca más; que nadie nunca tenga que salir desterrado de su tierra. Me acabo de juntar con la comunidad chilena en Tenerife. Muchos de ellos salieron durante la dictadura. Les preguntaba qué significaba la patria para ellos, y sus respuestas eran emocionantes”. [Se le entrecorta la voz]

¿Qué le trasladaron?

“Me dijeron que se sentían muy chilenos. A ratos, incluso yo interpreté que se sentían más chilenos de lo que algunos en Chile se sienten. Era impresionante la emocionalidad con la que me decían que amaban a su país y que no querían perder ese vínculo, que quieren seguir cultivando sus tradiciones y que se sienten muy agradecidos con esta sociedad que los acogió”.

¿Qué es ser liberal?

“Hay muchas familias de liberales, como las hay de socialistas: no es lo mismo Tito que Felipe González o Salvador Allende. Yo pertenezco a la del liberalismo igualitario, que me sitúa en el centro izquierda. Lo definiría como un pensamiento emancipatorio del ser humano, que reconoce un espacio de soberanía individual donde el Estado no tiene derecho a interferir. Promueve la libertad de conciencia y tiene su origen en el liberalismo político, que es básicamente que el poder reside en el pueblo. Las repúblicas son herencias del liberalismo, que nos libró del pensamiento único y nos llevó por un camino de respeto, de convivencia pacífica, de respeto al otro, a la diversidad”.

El liberalismo se asocia muchas veces al centro político. ¿No temen ser el patito feo? El que, ante la polarización, se queda sin novia.

“En nuestro caso, defendemos la corriente del liberalismo igualitario, y el apellido importa, porque queremos combinar libertad e igualdad. No podemos pedirle a una persona que ejerza su libertad si no tiene ciertas condiciones básicas para poder hacerlo. A nosotros la justicia social sí nos importa. El objetivo final es que tu proyecto de vida individual no dependa de donde naciste. Las sociedades donde impera el clasismo, que lo determina la cuna, son antiliberales”.

¿Reconoce a Ciudadanos como su homólogo en España?

“Depende de en qué momento, porque he visto distintas versiones de Ciudadanos, pero no exactamente. Miré con mucha tristeza desde Chile cuando le dijeron que no al PSOE en una alianza. Me hubiera encantado ese gobierno. Institucionalmente, mi partido ha tenido más relaciones con el PSOE que con Cs, producto de que intentaron aliarse o reemplazar a la derecha más conservadora. No es nuestro propósito en Chile. Al revés, estamos aliados con los socialdemócratas”.

Parece que volvemos a la política de bloques en Europa a raíz de la guerra en Ucrania.

“No sé si tienen total conciencia acá, pero ustedes han logrado hacer el proyecto más civilizatorio del planeta en enfrentamiento al cambio climático, en derechos sociales…en todos los sentidos. Me encantaría que en América Latina pudiéramos acercarnos a ese camino, pero todavía estamos distantes. Cuando veo a Josep Borrell, por ejemplo, plantándole cara a Putin, me siento muy representado. Veo que Europa está cumpliendo con su rol”.

Hay voces que defienden que la UE sea un actor geopolítico por sí mismo ante el recrudecimiento de la guerra comercial entre China y Estados Unidos.

“Me parece una posición inteligente mantenerse al margen de esos dos bloques. En Chile se está discutiendo mucho sobre nuestra política exterior, y algunos intelectuales apuestan por un país no alineado. A mí me parece una posición muy inteligente y muy necesaria”.

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