Por Marcos Domínguez. En las consultas de pediatría de los ambulatorios se está viendo este invierno un extraño fenómeno de duplicidad. Padres que llevan a su hijo porque lleva varios días con fiebre, tos y mocos, salen con una o varias recetas y regresan una semana después afirmando que el niño o la niña mejoró durante un par de días y, acto seguido, volvió a empeorar.
Si una enfermedad común como la gripe en un hijo pequeño es un calvario de preocupaciones, cuidados e incertidumbres, cuando viene en dos picos multiplica el agobio y el desconcierto. En esta temporada en que la Covid parece haber sido por fin domesticada, las sorpresas parecen venir por partida doble.
Así, el dúo de virus respiratorio sincitial (causante de las bronquiolitis en los menores de dos años) y gripe ocupó buena parte del otoño con intensidad. Otra duplicidad ha venido de la propia gripe, que se ha manifestado en dos olas bien diferenciadas.
La última sorpresa ha sido la abundancia de casos de infecciones que remontan cuando parecen mejorar. Sin embargo, los pediatras más experimentados avisan de que es algo normal y no es necesario alarmarse.
¿La razón? “Las gripes pueden establecerse de continuidad, una después de la otra”, explica Pedro Gorrotxategi, vicepresidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. Los dos tipos dominantes, A y B, “no generan inmunidad cruzada ni permanente, por lo que pueden infectarse de forma seguida”.
El pediatra recuerda el caso, hace unos años, de un pequeño pueblo de Guipúzcoa donde había dos guarderías. “Iba pasando la gripe de una a otra: cuando en una había tipo A, en la otra había tipo B, y viceversa”.
La segunda ola de la gripe está llegando a su fin. Si la primera alcanzó toda su intensidad entre noviembre y diciembre y estuvo protagonizada exclusivamente por la cepa A(H3N2), esta segunda ha alcanzado su cénit en la segunda mitad de febrero y, aun estando copada por el tipo B, el subtipo A(H1N1) ha ido creciendo sostenidamente. De ahí que la doble infección tiene una alta probabilidad.
No son los únicos virus presentes en el invierno español, por lo que es probable que la coinfección también pueda deberse a otros tantos virus: rinovirus, coronavirus, adenovius, etc. pueden causar síntomas gripales, que consisten en fiebre de inicio súbito, tos seca, dolores musculares, intenso malestar y mocos.
“La gente banaliza la gripe pero esta puede suponer dos semanas de fiebre en un niño”, advierte la pediatra Belén Aguirrezabalaga. “Si después de 4 o 5 días con fiebre y un periodo sin fiebre ni febrícula, en 48 horas, esta vuelve, buscamos alguna complicación”.
Pueden tratarse de otitis complicadas por una sobreinfección bacteriana,”neumonías, bronquitis, bronconeumonías… Cuando ocurre algo así, suele ser alguna complicación y casi siempre tenemos que acabar dando un antibiótico, por desgracia”.
Aguirrezabalaga recomienda, ante un caso así, consultar a un médico y avisa de que este invierno está siendo muy intenso. “Hay que recordar que la gripe consume mucho sistema inmune, lo debilita: el trimestre siguiente es complicado, se infecta de otrascosas, tiene otitis,otros catarros, etc.”