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José Zoilo: “En los personajes anónimos está la empatía; la vida de un emperador nunca nos refleja”

El escritor tinerfeño gana el VI Premio Edhasa Narrativas Históricas con una novela, ‘La frontera de piedra’, sobre “el principio del fin” del Imperio romano
El escritor canario José Zoilo (La Laguna, 1977), ganador del VI Premio Edhasa Narrativas Históricas. / Europa Press

“Un nuevo libro, un gran premio y la oportunidad de formar parte de un catálogo que me encanta, porque ha sido pionero de la novela histórica en España”. El escritor tinerfeño José Zoilo Hernández (La Laguna, 1977) no ocultaba ayer su “tremenda alegría” al conversar con DIARIO DE AVISOS tras anunciarse que había resultado ganador del VI Premio Edhasa Narrativas Históricas por su novela La frontera de piedra.

Un relato en el que el autor abandona la Península ibérica, tan presente en sus ficciones históricas anteriores, para ubicar al lector mucho más al oriente, cuando el siglo IV de nuestra era afrontaba su recta final. “La frontera de piedra narra el principio del fin del Imperio romano; aún habrá de pasar un tiempo hasta que cristalice, pero relata el comienzo de la decadencia”, explicó José Zoilo a este periódico.

POCO CONOCIDA

El jurado del Edhasa Narrativas Históricas, que recibió un total de 339 obras, lo conformaron Mari Pau Domínguez, Carlos García Gual, María José Solano, Sergio Vila-Sanjuán y Jacinto Antón. Esto dos últimos escritores, el propio José Zoilo y el editor Daniel Fernández participaron ayer en Barcelona en un encuentro informativo en el que se detalló que la obra ha sido premiada por su “magnífica evocación de una época muy interesante pero poco conocida: la caída del Imperio romano en su frontera oriental”.

De igual modo, se valoró el rigor histórico de la novela, la construcción de personajes “diversos y ricos”, su “tono épico, los excelentes diálogos y el conseguir arrastrar al género histórico-bélico los más profundos sentimientos humanos”. El galardón está dotado con una cuantía económica de 10.000 euros.

“Quería escribir una novela protagonizada por una batalla, la de Adrianópolis [378 d. C., en la actual Edirne, en Turquía], que hizo que el Imperio comenzara a tambalearse; también quería regresar a un pueblo, el de los alanos, y adentrarme en otro que siempre me ha parecido muy interesante, el de los hunos, y quería, además, ponerlos en contacto con Roma”, expuso el autor lagunero.

“Fue una época especialmente convulsa, de grandes conflictos -añadió-, en la que pueblos nómadas, que nunca habían visto edificios de piedra y desconocían todo lo que ocurría en Roma, entran en contacto con esa civilización”. “Y del otro lado, tenemos al Imperio, que choca con unas poblaciones que prácticamente ignoraba, con unas costumbres incluso más bárbaras, a su juicio, que las que había observado hasta entonces en los pueblos vecinos”.

LA TRAMA

Tal y como figura en la sinopsis de La frontera de piedra, que ofrece Edhasa: “Son tiempos duros para los alanos […] Goar es aún solo un muchacho, pero ya sueña con emular las gestas de su abuelo, el gran guerrero Beuca, y cabalgar arco en mano junto a su primo Safrax. Pero el peligro acecha por todos los frentes. Desde el este, los demonios hunos, que ya los han expulsado de las tierras de sus antepasados, avanzan sin descanso; y al sur, el poderoso Imperio romano vigila a las tribus desde más allá de la frontera de piedra”.

“Pronto […] se verá obligado a abandonar su hogar -continúa la descripción-, junto con otros tantos compañeros, para servir bajo las enseñas de Roma. El destino de Safrax, sin embargo, quedará ligado a su pueblo para siempre. Pero esto será solo el principio, pues la lucha por las tierras y el poder está por comenzar. El destino de las tribus parece estar sellado: el emperador Valente planea su destrucción en una gran batalla cerca de Adrianópolis. Solo unidos podrán contener a las legiones. Y esta es su historia”.

FICCIÓN Y REALIDAD

La novela es creación, pero la novela histórica también es fidelidad a unos hechos. “La fase de documentación es esencial -recalcó José Zoilo-, requiere tiempo y reposo, no puedes ir deprisa. A mí me suele ocupar todo un año, en el que leo fuentes de la época y estudios contemporáneos, contrasto unas con otros, evito los sesgos, la falta de objetividad… Y luego está la ficción”. “A partir de esos datos contrastados y de la voluntad de recrear el escenario en el que suceden de la manera más fiel posible -añadió-, comienzo a rellenar las lagunas gracias a los personajes de ficción, haciéndolos partícipes de hechos históricos. Esas vivencias de los personajes van entretejiendo la ficción y eso, a su vez, es lo que genera empatía en los lectores”.

“En los personajes anónimos está la empatía; la vida de un emperador [en este caso, Flavio Julio Valente] nunca nos refleja, no nos sentimos identificados con él tanto como con un campesino, con una tabernera…, con quienes tienen los mismos anhelos que nosotros, los mismos deseos de amor, de amistad o incluso la misma manera de ejercer la traición y la maldad. Las emociones son universales y, prácticamente, da igual la época en la que se manifiesten”.

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