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Sergio Ramírez: “No le encuentro ningún sentido a vivir en una Nicaragua opresiva; volveré cuando sea un país para todos”

El escritor nicaragüense, Premio Cervantes de las letras hispanas en 2017, recibe el galardón Negra y Criminal de Tenerife Noir, el Festival Atlántico del Género Negro
Sergio Ramírez, luciendo el sombrero borsalino que simboliza el galardón del Festival Atlántico del Género Negro. / Juan C. Hurtado

Escritor, periodista, político y abogado, el nicaragüense Sergio Ramírez se convirtió en 1985, tras la caída de la dictadura de Anastasio Somoza en 1979 y el triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua, en vicepresidente de su país. Ese Gobierno, que se prolongó hasta 1990, lo encabezó Daniel Ortega. El mismo Daniel Ortega que el pasado febrero le despojó de la nacionalidad y de sus bienes en el país centroamericano -junto a otros 93 compatriotas, como la también escritora Gioconda Belli- por “traición a la patria”. Reconocido con el Premio Cervantes de las letras hispanas en 2017, Sergio Ramírez ha recibido este fin de semana el galardón Negra y Criminal del VIII Tenerife Noir, el Festival Atlántico del Género Negro, que se celebra en la Isla hasta el próximo domingo. El escritor, el lector, siente querencia por la literatura noir, un interés del que pueden dar fe títulos como Castigo divino (1988) o la trilogía que conforman El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021), protagonizada por el inspector Dolores Morales y donde Nicaragua no deja de estar presente.

-Tenerife Noir le ha entregado el Premio Negra y Criminal. Además, ha participado en el coloquio ‘La novela negra como recurso de denuncia’. ¿Qué papel ejerce -o puede o debe- la ficción para señalar las injusticias?
“La literatura es un reflejo de la realidad. En la página impresa puede estar todo lo que esa realidad contiene: la política, la vida, el dolor, la muerte… Nunca creí en una literatura dirigida solo a la denuncia, pues su eficacia radica en tratar las vidas humanas, más que en presentar un discurso político. Pero hay instrumentos disponibles en la literatura para mirar a la realidad y que, a través de esa mirada, el lector sea capaz de apreciar las consecuencias de una situación determinada que le está mostrando esa página”.

-¿Por qué molesta tanto la literatura al totalitarismo?
“Porque es el signo más eficaz de la libertad. Cuando dos personajes hablan en un libro, lo hacen con la más absoluta de las libertades. Pueden decir lo que quieran. En la vida real, los tiranos están convencidos de que los otros no deben decir lo que les apetezca, sino que han de limitarse a repetir el discurso oficial, sin apenas variantes. La literatura no ha de contener ningún discurso oficial. La literatura es, en sí misma, contestataria, contradice las palabras oficiales. Por ello, por la libertad con la que se expresa, la literatura es temida por las tiranías”.

“La literatura es por naturaleza contestataria; eso la convierte en algo temible para las tiranías”

-Que a uno le despojen de su nacionalidad es tan absurdo como que le quieran arrebatar el sentido del humor, su biografía o el color de sus ojos…
“Ese es uno de los excesos que hacen que los tiranos se conviertan en personajes de ficción. Cometen tal cantidad de desmanes que, de algún modo y desde el punto de vista del escritor, uno los recibe con mucho gusto, porque la literatura está llena de esos desmanes, de esos despropósitos, de esas exageraciones. Aspectos que en la vida nos parecen increíbles, aunque no lo sean, y en la literatura, definitivamente, no lo son. De manera que cuando un tirano decide un día despojar a alguien de su nacionalidad está cometiendo un acto demencial y, por lo tanto, ese acto se convierte al momento en materia literaria”.

-¿Cuándo Daniel Ortega se convirtió en Daniel Ortega? ¿En el guerrillero que se enfrentó a Somoza ya estaba el déspota que contemplamos hoy?
“Para un novelista que contempla cómo una persona se transforma en personaje, lo mejor es analizar ese proceso a través de las etapas que ha ido atravesando para, a partir de ahí, irlo componiendo. Sería simple decir algo así como: ‘Ya lo decía yo desde el principio’. La historia de América Latina está llena de individuos que en su día sostuvieron grandes ideales y luego se convirtieron en tiranos. Empezando, por ejemplo, por la historia del doctor Francia [José Gaspar Rodríguez de Francia, 1766-1840] en Paraguay. No era ningún ignorante. Había leído a todos los escritores y a todos los filósofos de la Ilustración, pero finalmente llegó a convertir su país en una gran cárcel. Esta evolución resulta fascinante para la literatura”.

“Contra Anastasio Somoza yo era un hombre de acción, frente a Daniel Ortega ya no lo soy: mi oposición es ahora reflexiva”

-Usted se ha enfrentado a dos dictadores. ¿Qué los diferencia y en qué coinciden Somoza y Ortega?
“Yo hablaría de la mayor diferencia que existe en mi lucha contra estas dos tiranías, que tiene que ver, fundamentalmente, con mi edad. A Somoza me enfrenté en la juventud, cuando era capaz de hacer lo que ahora no puedo. Mi oposición a Ortega es hoy reflexiva. No soy un hombre de acción, en aquel entonces sí lo era. Contra Somoza estaba dispuesto a cualquier cosa por reivindicar el derecho a la libertad del pueblo de Nicaragua. Ahora también lo estoy, pero desde la palabra, esa es mi única arma”.

-Con la perspectiva que le ha dado el tiempo, y la participación en primera persona en la historia de su país, ¿cómo una utopía de libertad se ha podido convertir en una pesadilla que contamina la realidad?
“Los sueños se han convertido en pesadillas porque algunas de las personas que, en apariencia, han querido convertirlos en realidad son las responsables de ese mismo proceso de degradación. De esto también tenemos mucho en la historia de América Latina. A mí me ha tocado sufrirlo dos veces en mi vida, pero eso no quiere decir que la esperanza muera”.

“La historia de América Latina está llena de individuos con grandes ideales que más tarde se convirtieron en tiranos”

-¿Qué debe ocurrir para que usted decida regresar un día a Nicaragua?
“Regresaré cuando sea una Nicaragua para todos, no solo para mí ni para nadie. Cuando sea una Nicaragua en la que se restablezca la libertad de prensa, donde las personas puedan decir lo que quieran, con libertad para movilizarse y libertad electoral, cuando sea un país en el que los jueces no fallan contra las personas por motivos políticos… Una Nicaragua que sea todo eso o que se esté preparando para lograrlo. Vivir en la Nicaragua opresiva para mí no tiene ningún sentido”.

-¿Y ahora mismo ve próximo o muy lejano ese día?
“Eso es muy difícil de dilucidar. Sin embargo, lo más importante es ser consciente de que un sistema político basado en la pura represión no puede durar. El pueblo de Nicaragua va a recuperar su derecho a la libertad, a la democracia”.

“Comparto una lengua que no muere en las fronteras de mi país, y eso, por dicha, me permite respirar hacia afuera”

-¿De qué manera todas estas circunstancias afectan a su oficio de escritor? ¿Es capaz de tomar distancia? ¿Le condiciona en el día a día a la hora de sentarse a escribir?
“La lejanía de mi país me da elementos a favor y elementos en contra para ello. La nostalgia de un país perdido se aviva en la escritura, pero, por otro lado, el estar lejos de Nicaragua me hace perder contacto directo con el instrumento más importante que poseo, la lengua de mi país. Así que tengo que buscar cada día cómo equilibrar esas dos circunstancias. Dichosamente, pertenezco a una lengua muy vasta, que no muere en las fronteras de mi país, y eso me permite respirar hacia afuera”.

-¿Cómo vive los encuentros literarios como el del Festival Atlántico del Género Negro?
“Nada me gusta más que hablar con la gente de literatura, de la creación literaria, de lo que este oficio significa y, en este caso en concreto, de un terreno tan fascinante como el de la novela negra”.

UN SOMBRERO BORSALINO PARA DISTINGUIR UNA TRAYECTORIA LITERARIA

“Recibo con gratitud este premio, que fija mi nombre entre otros autores de novela negra muy connotados. Me siento conmovido”, afirmó este sábado Sergio Ramírez tras recibir el sombrero borsalino, tan característico en el cine negro clásico, que materializa el reconocimiento de Tenerife Noir.

El autor recogió el Premio Negra y Criminal en el Espacio R del Centro de Arte La Recova de Santa Cruz de Tenerife. La entrega corrió a cargo del escritor tinerfeño Javier Hernández Velázquez, tras el encuentro de Ramírez con el periodista y crítico Eduardo García Rojas, colaborador de DIARIO DE AVISOS, titulado La novela negra como recurso de denuncia, y después de conversar con el propio Javier Hernández Velázquez y el también escritor José Luis Correa.

Cartel del curso que se desarrollará desde el lunes y hasta el miércoles en Tacoronte. / DA

La programación del festival se traslada mañana lunes a Tacoronte, donde la Cátedra Cultural Antonio Lozano de Género Criminal de la Universidad de La Laguna (ULL) organiza el Curso de Género Criminal Listán Negro. La cita formativa se desarrollará hasta el miércoles, de 16.00 a 20.00 horas, en la Casa de la Cultura.

De carácter gratuito, la participación en el curso requiere una inscripción previa a través de Internet, en el enlace http://bit.ly/3JMmx0e.

“El taller pretende recuperar una actividad que se hizo hace años, en 2007, dirigida por el profesor Ernesto Gil, en la que participaban tanto escritores como profesores de la universidad. Hemos querido recoger ese espíritu, en este caso, con profesores de la Universidad de La Laguna, con distintas conferencias y con dos escritores que escriben juntos, y que, por lo tanto, se compenetran muy bien y tienen una obra muy interesante, José Ángel Mañas y Jordi Ledesma”, detalla uno de los directores académicos del curso, el profesor de Filología Española de la ULL, y director de la cátedra, Javier Rivero Grandoso.

Listán Negro se concibe como una actividad de extensión universitaria y “permite abordar cuestiones sobre la literatura, en este caso, de género negro, que, muchas veces, lamentablemente, por el formato y los tiempos de los planes de estudio, no tienen cabida” en el calendario universitario, apunta Rivero

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