conversaciones en los limoneros

Zenaido Hernández, periodista: “Una vez, doña Pilar Franco me dijo: “Mi hermano está loco”

Zenaido Hernández ha sido viajero impenitente, autor de guías de viaje, aventurero inconsciente, se licenció en Ciencias de la Información y ahora está pensando hacer la tesis doctoral

Pasar revista a una vida como esta, en una entrevista periodística, es difícil. Haría falta un libro. Pero mi primera larga conversación con mi compañero y amigo Zenaido Hernández Cabrera, que ha cumplido 70 años, fue de lo más gratificante. Además, en su bonhomía, tuvo la amabilidad de escribirme al día siguiente para agradecerme la conversación en Los Limoneros y para proponerme nuevos entrevistados. Zenaido (miembro de aquel famoso trío de periodistas Martín, Carmelo y Zenaido) hace tiempo que entró en la historia del periodismo canario. Hoy, él está jubilado como ingeniero técnico agrícola que fue, como funcionario, como periodista y como agente de Extensión Agraria, pero todavía, una vez en semana, dirige un programa en Radio Club, “A vivir Canarias”. Carmelo ya saben ustedes que es adjunto al editor de este periódico y Martín nos dejó hace muy poco. Zenaido Hernández ha sido viajero impenitente, autor de guías de viaje, aventurero inconsciente, se licenció en Ciencias de la Información y ahora está pensando hacer la tesis doctoral, lo cual a mí me parece justo y necesario. No se puede olvidar a Zenaido como autor de letras de Los Singuangos, murga de la que fue co-fundador y que rompió con el general –con alguna excepción– analfabetismo funcional de las murgas de antes y de ahora. Hirió esta murga el corazón de los políticos, fue innovadora y aportó calidad y cultura a un Carnaval huero de ella. La murga murió de éxito. Y por esos tiempos, o por otros, Zenaido Hernández, con Lucas Fernández y Pepe Marrero se convirtieron en corresponsales de El País en Canarias.

-A veces se pasaban. Me refiero a Los Singuangos.

“Sí, hubo algunas actuaciones de mal gusto, pero de verdad que sin mala leche”.

-¿Una murga de intelectuales?

“No lo sé, no lo creo, pero era una murga temida y esperada y eso puede ser bueno o malo. No queríamos hacer daño a nadie, sino hacer crítica”.

-Una vez, de coña, me inventé que tú vendías pastores garafianos, di tu teléfono en Radio Burgado y colapsaron durante meses tu móvil. Eso fue hace veinte años.

“¿Tú te creerás que todavía me llaman para pedirme un pastor de Garafía? ¡Si yo lo que tengo es un mil leches adoptado del refugio!”.

-Zenaido, te han pasado cosas muy raras. Por favor, te pido que me cuentes alguna.

“Fuimos a Brasil, mi mujer, Lucas Fernández y yo. Y nos enteramos de que Josefina Pla, una canaria nacida en isla de Lobos, había ganado un premio en Paraguay. Era amiga de Luis Alemany. Concertamos una entrevista y a Asunción me fui con mi mujer. Y la hice. Josefina Pla había ganado un premio, el conmemorativo de la Guerra del Chaco, que allí es importantísimo. Fue todo un descubrimiento”.

-De la Isla de Lobos fue también José Antonio Rial, redactor-jefe de El Universal de Caracas, aunque realmente no nació allí, sino que lo llevaron de meses.

“A Rial también lo entrevisté en Caracas. Yo aprovechaba los viajes de Radio Club y otros que hacía con Lucas. En Hungría ganamos Lucas y yo un premio turístico-literario de cierta importancia”.

-¿Y qué pasó en aquel tren?

“Íbamos por Budapest con nuestras bicicletas. En un momento dado, Lucas cogió el tren correcto de regreso y yo me equivoqué y abordé uno con destino a Finlandia. Se cruzaron ambos trenes y nos vimos por las ventanillas”.

-¿Y qué hiciste?

“Pues le dije adiós a Lucas por la propia ventanilla. Y nos vimos, ya en Tenerife. No quieras saber cómo tuve que convencer al revisor y explicarle que yo ni quería ir a Finlandia, ni tenía dinero para pagarme el viaje”.

-Ustedes –Lucas y tú— tienen desavenencias con los taxistas; fuera de aquí, claro. Me he enterado por la calle.

“Nos pasaron cosas muy curiosas. En Hungría, un malvado taxista nos quiso cobrar un precio desorbitado. Discutimos y le dijimos que nos llevara al hotel para arreglarlo en recepción. El tipo nos llevó al hotel, pero no paró, sino que aceleró y nos dejó, de noche cerrada, botados en una autopista, con un frío que pelaba. Tardamos horas en llegar al hotel, con un cierto pánico”.

-¿Pasaron tanto miedo?

“Sí, pero Lucas agarró una piedra de la carretera y se la enseñó al taxista, por si acaso. Y escapamos”.

-Hay más, ¿no?

“En Kenia nos quiso estafar, a Lucas y a mí, otro taxista. Como nos pareció abusiva la tarifa que nos pidió, no le pagamos. Nos esperaba cada mañana y cada noche en la puerta del hotel y nos hacía gestos de que nos iba a cortar el cogote. El director del hotel nos sugirió que escapáramos en una avioneta, que tenía las puertas atadas con cuerdas y por las que entraba el aire por todas partes. Cuando nos bajamos vimos que el piloto nos había dejado en una isla remota, que no era nuestro punto de destino”.

-¿Y qué hicieron?

“Esperar, porque en África no se hace otra cosa que esperar. Finalmente pudimos salir de allí, no me acuerdo bien cómo”.

-La época de El País fue interesante, ¿verdad?

“Muy interesante. Enviábamos las noticias por teléfono, las recogía una taquígrafa. Pero no acaba ahí la cosa, nosotros trabajamos también para Radio Nacional, en el programa “Para vosotros, jóvenes”. Grabábamos donde quiera que fuera y mandábamos las canciones por teléfono, con una calidad horrible pero que eran auténticas primicias de cantantes a los que no tenía acceso el famoso espacio radiofónico”.

(Zenaido hizo el bachillerato en el inolvidable Colegio Tinerfeño-Balear, que era un oasis de cultura en la Enseñanza Media. Más tarde se graduó en Agrícolas, se casó con su novia de siempre, Mari Carmen, que es enfermera de cardiología en el HUC. Hizo luego Ciencias de la Información, en cuya facultad laguneras se licenció. Tienen dos hijos, ambos abogados, de 28 y 26 años. El mayor trabaja en el banco francés BNP y el otro se especializó en Derecho Marítimo y trabaja en la compañía marítima Suardíaz. Hablan todos los días con ellos).

-¿Dónde conociste a Carmelo y a Martín?

“Es que, de niños, jugábamos los tres en la plaza de Duggi. Hemos escrito la historia de este barrio el médico Carlos García, Ignacio Reyes y yo”.

-Siempre trabajaste en la Consejería de Agricultura con Antonio Castro, ¿no?

“Sí, es mi amigo y le tengo inmenso cariño. Lo mismo que a Paco Aznar, que me llevó con él a Relaciones Institucionales, donde realizó una gran labor”.

-También fuiste analista, en el Ejército.

“Bueno, vamos a ver. Yo me metí en la mili voluntario y elegí destino, el Hospital Militar. Sabíamos de todo, pero analista no fui, aunque sí practicaba análisis. Cuando teníamos alguna complicación nos prestaba auxilio el biopatólogo José Emilio García Gómez, que más tarde fue alcalde de Santa Cruz. Yo había terminado ingeniería técnica agrícola con 18 años, gracias a los mismos apuntes que usó Antonio Castro. Fui el graduado más joven de España”.

-Nadie duda de tu origen palmero.

“Aunque nací en Santa Cruz, pero mis padres sí que eran palmeros, de Puntallana. Todavía tengo familia allí”.

-¿Los líos te vienen de rebote o los buscas tú?

“No sé, no he analizado eso. Pero una vez fui tiroteado en un pueblo de Brasil. Nos tuvimos que lanzar cuerpo a tierra y las balas nos pasaban por encima. Quizá aquello era una lucha de bandas que a nosotros nos cogió en medio”.

-En tus viajes con Lucas Fernández les ha pasado de todo. ¿Qué ocurrió en Marruecos?

“Fuimos invitados por el Gobierno de aquel país. Nos trataron muy bien. Pero en una aduana, no sé si en el aeropuerto de Casablanca, no les gustó un mapa que llevaba Lucas del Sahara y estuvieron a punto de detenernos”.

-En México quisieron entrevistar a Cantinflas, ¿no?

“Sí, tocamos en la casa y nos abrió un señor que yo creo que era el propio Mario Moreno, pero no se dio por enterado. Nosotros a los que queríamos entrevistar realmente eran a famosos del exilio español y logramos algunas exclusivas, como la de los hijos de Mercedes Pinto y otros personajes canarios”.

-Zenaido, una de tus entrevistas más celebradas fue con doña Pilar Franco, hermana del Caudillo. Pero, claro…

“No me hables. La abordamos en Las Palmas y empezó a hablar y a hablar y yo tomaba notas y más notas. Y grababa. Vivía Franco, claro, y esto comportaba ciertos riesgos”.

-Dime algo interesante que ella te dijo y que no pudiste publicar. Y que no lo hayas contado nunca.

“Pue sí, me dijo algo muy interesante: “Mi hermano está loco”. Y se quedó tan fresca. Imagina, si lo publico, dónde estaría ahora”.

-¿Quiénes fueron tus personajes entrevistados que se puedan llamar inolvidables?

“Fueron muchos, Vicente Aleixandre, nuestro Nobel; Santiago Carrillo; Alberti; don Camilo José Cela, el obispo carca aquel, monseñor Guerra Campos. Sólo faltó Franco, pero para eso teníamos a su hermana Pilar”.

(Cuando Carmelo, Martín y Zenaido colaboraban en La Tarde me llevaron una vez un artículo enorme, que tenía un título de tres líneas. Era sobre un fraude de algo. Los reuní y les dije: “Coño, ni se puede escribir tan largo, ni se puede titular con un texto mayor que el artículo; pongan “Stop al fraude”, largan el rollo y ya está”. No se les ha olvidado. Fue todo muy cariñoso, añado).

-¿No has pensado en escribir tus memorias?

“No, porque lo mío me parecen más anécdotas que memorias, pero, bueno, todo se andará. Ahora estoy con la tesis doctoral. Yo había hecho los cursos del doctorado, pero ya no me valen para nada porque ha cambiado la normativa”.

-Hoy existe menos respeto por la forma de acceso al doctorado.

“Bueno, a lo mejor es que la han hecho menos complicada, no sé, tengo que informarme bien”.

-¿Es verdad que en Hospital Militar, hace muchos años, tiraban a la basura documentos de gran interés histórico?

“Sí, porque yo rescaté de la basura una lista de masones, con sus domicilios incluidos y con datos personales, que entregué en el Archivo Histórico Provincial. Eran datos de la guerra civil y me daba pena de que se perdieran”.

-Tú trabajaste en Canal 7, de tan grato recuerdo para todos.

“Aquella fue una aventura maravillosa de Paco Padrón. Recuerdo que tenía un programa en el que hacía de productor Manolo Padrón, hermano de Paco, que tiene dos carreras y es super inteligente, pero un tanto estrafalario. Una vez me anunció a una invitada: “Lilí Ascanio, egiptóloga”. Lilí no era egiptóloga, sino folklorista de El Hierro. Era directora de Coros y Danzas, me costó deshacer el entuerto”.

(Zenaido Hernández ha publicado en El Día, en La Tarde, en La Gaceta de Canarias, en El País, en el DIARIO DE AVISOS, ha trabajado en Radio Club, Canal 7, RNE, Televisión Española. Su vida ha sido una pura aventura. Y ahora, con 70 años, vive el reposo del guerrero, hace un programa en la radio, como hemos dicho, y vive al día los asuntos de su tierra. Tiene una memoria prodigiosa y está claro que debería escribir sus memorias, juntar en un libro todo lo que le ha ocurrido, que ha sido mucho).

-Porque a ti, Zenaido, en el fondo, te gusta la aventura.

“No, no, lo que yo creo es que la aventura me persigue, pero eso cuando era joven. Ahora viajo mucho menos y me ocurren, por tanto, menos cosas. Porque ya las de aquí me las sé”.

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