La Comisión de Alergia y Cambio Climático de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) ha llevado a cabo un estudio que destaca la estrecha conexión entre las enfermedades alérgicas y el cambio climático.
El informe advierte sobre la aparición de síntomas más severos debido a alteraciones en la proteína del polen, causadas por la contaminación y los gases tóxicos liberados durante la erupción volcánica en La Palma.
Según el director del estudio y coordinado de la Comisión de Alergia y Cambio Climático, Javier Montoro, “es el impacto ambiental lo que convierte a los pólenes en sustancias más agresivas desde el punto de vista alérgico”.
Este fenómeno se explica por la necesidad de supervivencia de las propias plantas, ya que “el polen es un medio de reproducción y si algo interfiere en ese proceso reproductivo, la planta desarrolla mecanismos defensivos para aumentar su resistencia polínica y garantizar su capacidad de reproducción”.
Montoro destaca que la contaminación en sí misma provoca inflamación en el revestimiento respiratorio. Además, señala que los contaminantes ambientales como el material particulado, los dióxidos de nitrógeno, el azufre y el ozono también tienen un efecto directo en las vías respiratorias, generando una inflamación similar a la causada por los alérgenos. Esto implica que en personas alérgicas existe una “doble vía” potencial para el desarrollo de enfermedades respiratorias.
En consecuencia, es necesario realizar un estudio alergológico preciso y temprano para proporcionar al paciente alérgico información exhaustiva sobre la calidad del aire que respira en su área de residencia, y considerar la posibilidad de “un tratamiento inmunomodulador, como la vacuna, como medida para reducir al mínimo o prevenir la rinitis y el asma”, precisa.