Por Roberto Méndez. | Poseer un nivel adecuado de masa muscular a partir de la mediana edad se relaciona con una mejor salud, una mayor esperanza de vida y un menor riesgo de enfermedad en general. Sin novedades. Pero ¿qué tiene que ver poseer unas buenas piernas con el riesgo de infarto de corazón e insuficiencia cardíaca?
El infarto o “ataque al corazón” se produce por una disminución o interrupción del flujo sanguíneo hacia el músculo cardíaco. Además, entre el 6-9% de estos accidentes cardiovasculares llevan aparejados insuficiencia cardíaca, una patología que produce un mal funcionamiento del corazón y que realmente es la causa de mortalidad postinfarto más común.
Ahora, un nuevo estudio presentado en el congreso Heart Failure 2023 a cargo de la Sociedad Europea de Cardiología (SEC) vincula la musculación de las piernas, un ejercicio menos popular que los del tronco superior y brazos, con un efecto cardioprotector. Poseer unas piernas fuertes se relaciona con menos probabilidades de infarto, una mejor recuperación en caso de sufrirlo y menores probabilidades de insuficiencia cardíaca.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores evaluaron a 932 pacientes (81% de los cuales eran hombres) que fueron hospitalizados por un infarto agudo de miocardio entre los años 2007 y 2020. Todos los pacientes tenían una mediana de edad de 66 años, y no sufrían insuficiencia cardíaca previa al inicio del estudio.
En todos los voluntarios se midió la fuerza máxima de su cuádriceps mediante un dinamómetro de mano. Se sentaron en una silla y contrajeron los cuádriceps lo más fuerte posible durante cinco segundos. Los resultados se anotaron en términos de peso corporal relativo. Es decir, que la fuerza del cuádriceps en kilogramos se dividió por el peso corporal en kilogramos y se multiplicó por 100.
Según los valores obtenidos de fuerza muscular de sus piernas, todos los participantes se clasificaron por encima o por debajo de la mediana habitual para su sexo. El valor medio de fuerza para las mujeres fue del 33% de su peso corporal, mientras que para los hombres fue del 52%. Un total de 451 pacientes tenían fuerza “baja”, mientras que 481 tenían fuerza “alta”.
Se tuvieron en cuenta otros posibles factores de confusión relacionados con un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca. Estos fueron la edad, el sexo, Índice de Masa Corporal, infarto cardíaco previo o angina de pecho, diabetes, fibrilación auricular, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedad arterial periférica y enfermedad renal.
Tras 4,5 años de seguimiento, 67 pacientes (7,2%) desarrollaron insuficiencia cardíaca. Se objetivó una incidencia de 10,2 por 1000 personas-año en los pacientes con alta fuerza de cuádriceps, y de 22,9 por 1000 personas-año en los pacientes con baja fuerza de cuádriceps. En otras palabras, los pacientes con una fuerza de cuádriceps elevada tendrían un 41% menos de riesgo de sufrir insuficiencia.
Según explica Kensuke Ueno, coautor del estudio y fisioterapeuta de la Escuela de Graduados en Ciencias Médicas en la Universidad de Kitasato de Japón, “la fuerza del cuádriceps es fácil y simple de medir con precisión en la práctica clínica. Nuestro estudio indica que esta fuerza podría ayudar a identificar a los pacientes con un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca después de un infarto de miocardio, lo que a su vez ayudaría a que reciban un control y vigilancia más intensos”.
Como limitaciones del estudio, cabe destacar que los investigadores midieron la fuerza del cuádriceps al inicio del estudio, pero no de forma continuada durante el seguimiento. Así mismo, tan solo se midió la fuerza de una sola zona muscular, y no de otros músculos fáciles de medir, como sería el bíceps o los músculos del antebrazo, algunos de ellos ya usados para predecir el riesgo cardiovascular en anteriores investigaciones.
Así mismo, los investigadores también detectaron que por cada aumento del 5% del peso corporal en la fuerza del cuádriceps, la probabilidad de sufrir insuficiencia cardíaca se reduciría en un 11%. Como es habitual, será necesario continuar investigando e intentar replicar estos resultados en futuros estudios, aunque la recomendación de practicar entrenamientos de fuerza sigue vigente.