El trágico incidente ocurrido recientemente en Egipto cuando un turista ruso, Vladimir Popov, de tan solo 23 años, fue atacado y desmembrado por un tiburón en la playa de un resort en frente de sus seres queridos, ha sumado un nuevo capítulo aún más perturbador: una momificación.
Especialistas del Instituto de Ciencias Marinas y de las Reservas del Mar Rojo han decidido momificar al tiburón para exhibirlo en un museo, generando una significativa controversia y reacciones de horror por todo el mundo.
El ataque del tiburón tigre ocurrió frente a la propia familia de Popov y fue presenciado por otros turistas que disfrutaban de un día de playa. A medida que el joven era atacado, los espectadores, horrorizados, gritaban en vano para que el escualo se alejara del desafortunado joven. Aunque diversos medios locales, como Al Arabiya, reportaron que la novia del joven logró escapar del ataque, el dolor y el trauma de esta experiencia perdurará en la familia y en quienes fueron testigos.
Profesionales del citado Instituto han sido los responsables de llevar a cabo el proceso de embalsamamiento en Hurghada, con el fin de preparar la momia del tiburón para su exposición en el museo.
Esta decisión genera una serie de preguntas éticas y morales, sobre si sería adecuado o no utilizar el cuerpo de un animal involucrado en tan trágico incidente para fines de exhibición.
La decisión de matar al animal fue una respuesta instintiva de venganza tras su captura. Algunas voces argumentan que tal momificación es también una respuesta impulsiva y desproporcionada, y ha incluso provocado un debate más amplio sobre la conservación de la vida silvestre y la protección de los ecosistemas marinos.
El diario británico Daily Mail ha compartido un vídeo que muestra el cuerpo del tiburón siendo manipulado por los especialistas, donde mientras uno de ellos hace incisiones en la piel del animal otro comprueba la firmeza de su piel.
Este terrible incidente es el doloroso recordatorio de que la naturaleza es impredecible y potencialmente peligrosa para los humanos cuando estos invaden sus hábitats. También nos insta a reflexionar sobre la importancia de garantizar la seguridad de los turistas y a mantener una relación respetuosa con los ecosistemas de los que disfrutamos, entendiendo la realidad salvaje del mundo natural.