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Yurelkis Arrieta: “No puede ocurrir ni ser visto como algo normal que el cuerpo de la mujer sea utilizado”

Yurelkis Arrieta, lideresa social y defensora de los derechos humanos, lucha para que las mujeres y las niñas no sufran violencia sexual en los conflictos armados que azotan a Colombia
“No puede seguir ocurriendo ni ser visto como algo normal que el cuerpo de la mujer sea utilizado”

La colombiana Yurelkis Arrieta Gómez (1991) nació en María la Baja, municipio del departamento de Bolívar, en el norte del país, a unas tres horas de Cartagena de Indias. Una zona rural que no ha podido avanzar por los diferentes conflictos armados que azotan Colombia desde la década de los años 50 del siglo pasado.


A los 20 años, Yurelkis fue violada por miembros de un grupo armado y desde entonces ha luchado desde el activismo como documentalista de más casos de violencia, constructora de paz y lideresa social.


Arrieta se define como una “lideresa social, trabajadora y que lucha por la defensa de los derechos de las mujeres y las niñas”. “Debido a que sufrí en 2011 violencia sexual en el marco del conflicto armado denuncié, pero mis derechos no fueron resarcidos ni cumplidos. Desde ese momento me dije que lo que me pasó a mí no podía pasarle a ninguna otra mujer ni a ninguna otra niña ni joven”, afirmó.


Desde hace siete años forma parte de la Mesa de víctimas y es defensora de los derechos de las mujeres que padecen violencia sexual en el marco de los conflictos de su país. “Decidí aprender un poco sobre leyes, sobre qué leyes nos cobijaban como mujeres, y mediante la ayuda de muchas organizaciones como Impacto Colombia, movimiento por la paz, que me capacitaron como documentadora de casos, desde el momento que me comprometí y conocí mucho más la realidad de las mujeres, descubriendo que viven la violencias de una manera totalmente diferente, sobre todo las campesinas, afrocolombianas, raizales, palengueras e indigenas”, destacó.


En su labor de documentadora, Yurelkis Arrieta ha sacado a la luz más de una treintena de casos de violencia sexual durante el conflicto armado en la región de las montañas de María la Baja. Para eso estableció espacios de escucha donde en confianza las víctimas de violencia sexual a manos de los seguidores de clanes, grupos guerrilleros o del propio ejército podían explicar su experiencia.


En este lugar las mujeres son utilizadas como moneda de cambio o para lograr diversos bienes o fines. “Si tienen recursos, debe dárselos por la fuerza; si no tienen o son escasos, son objeto de uso y abuso sexual”. Hay otras mujeres a las que amenazan, asustan y abusan de ellas porque son dueñas de tierras, “con el objetivo de que abandonen sus propiedades, siendo capaces de abusar de las hijas de estas mujeres y hombres, con el fin de lograr el acceso y control a la tierra a través de sus cuerpos”.


La activista colombiana lamenta que “no se cumplen las leyes que existen, y de nada sirve tenerlas en un papel si no se aplican a estas personas abusadoras, delincuentes, vándalos y pandilleros que siempre, en nombre de la guerra, violentan a mujeres y niñas”. Destacó que “no puede seguir ocurriendo ni ser visto como algo normal que el cuerpo de la mujer sea utilizado.

Abuso a las mujeres
Durante décadas las familias y las mujeres, las madres, las hijas, las amigas o vecinas han recibido la violencia como un bumerán, utilizando los cuerpos de las mujeres para desestabilizar, desplazar y desaparecer comunidades, desde todas las partes y bandos y de diversas formas”, porque se ejercen sobre las mujeres una “violencia simbólica, psicológica, emocional y una violencia patrimonial”, como la que están viviendo muchas mujeres ligadas a sus esposos que no pueden acceder a la tierra o sus propiedades porque no aparecen como dueñas, tienen una posición patriarcal, sumisa y sufren mucho más la realidad”.


Cuestionada por la situación en los últimos años y los diversos intentos de paz, la defensora de los Derechos Humanos señaló que “hay muchas leyes que nos cobijan y quizás nos podrán amparar, pero lo que ocurre es que las mujeres siguen sin tener voz, no tienen una representación, están todavía escondidas, en el olvido, sobre todo aquellas que viven en las zonas rojas donde ni las fuerzas del Estado ni las organizaciones de mujeres podemos llegar por su peligro”.


Arrieta está amenazada de muerte por algunos grupos armados por desarrollar su denuncia social. “Es una constante agonía porque como líderesa social si hablara mal de unos u otros, no solo mi vida correría peligro, sino también las de aquellas compañeras que estamos levantando la voz y las mujeres que nos siguen. Solo exigimos que se cumplan los derechos de las mujeres”.

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