“Canarias tiene un enorme problema con las aguas urbanas residuales. Durante años las hemos tratado como un residuo y no como un recurso que podíamos reutilizar” y, así, hay grandes zonas de Tenerife que ni están conectadas a una red de saneamiento ni pasan por una depuradora todo lo que vierten al mar.
Especialmente en la Comarca Sur de la Isla. En esta zona, las infraestructuras estaban pensadas para un tercio o la mitad de la población actual y para una cifra de turistas muy inferior, lo cual ha supuesto que, cuando el sistema de depuración y saneamiento no puede más, “se abran las compuertas” y, más o menos tratadas, las basuras lleguen al Atlántico, tras pasar por emisarios como los de Granadilla, San Miguel, Las Galletas o Palm-Mar, por poner solo unos pocos ejemplos. Así lo explica el profesor Aridane González, profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en el Instituto de Oceanografía y Cambio Global. Esta mentalidad de considerar el mar un vertedero no es única del Archipiélago ni de España. Sin embargo, ha generado grandes problemas a nuestro país.
Condena millonaria a España
De hecho, en 2018, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea impuso una multa inicial de 12 millones de euros por los vertidos al mar sin tratar en depuradoras en 17 núcleos, uno de ellos el Valle de Güímar. A esa cifra hay que sumar once millones cada seis meses hasta que se resuelva el problema. En total, hasta ahora, más de 85 millones de euros. Y la económica no es la cuestión más acuciante.
“Como científico yo no puedo afirmar que ese sea el origen de infecciones o daños a la salud, pero es evidente que en las aguas urbanas residuales va todo lo que tenemos en el cuerpo, ya sean drogas o la propia COVID. De hecho, ambas se han medido en ellas. Si no están tratadas, son un foco de infecciones”, advierte el profesor. Un foco de infecciones en el mar, cerca del litoral.
Aridane González considera que “las depuradoras no están dimensionadas y debemos planificar la evolución de la población en los próximos años, además de tener en cuenta que tenemos quince millones de turistas. Canarias está ahora mismo solo al 18% de reutilización de las aguas negras”, que podrían ser un recurso y no un residuo, si fueran tratadas hasta convertirlas en agua de alta calidad.
La mala planificación de décadas atrás es lo que ha llevado al Gobierno del Estado, a través de la entidad mercantil Acuaes, a invertir en el Sur de Tenerife 141,4 millones de euros en nuevas depuradoras y sistemas para llevar las aguas residuales hasta ellas.
Se trata de que, como objetivo, en 2024 la comarca sea capaz de tratar el 100% de sus aguas, de manera que no se produzcan vertidos contaminantes al mar.
Esta cifra ha permitido ejecutar obras en las zonas de Santiago del Teide-Guía de Isora, Arona, Granadilla de Abona y San Miguel de Abona, donde los trabajos se han adjudicado recientemente.
Si la previsión inicial era destinar recursos por valor de 170 millones de euros para toda la Isla, ese horizonte está ahora en los 250. Y ya las depuradoras contemplan capacidades muy superiores a las actuales. La de Montaña Reverón (Arona), por ejemplo, está pensada para 240.000 personas.
El Sur gana capacidad de depuración
Se ha mejorado. En 2019 la capacidad de depuración de Tenerife era del 40% y se espera llegar a la totalidad apenas cinco años después. De 24 hectómetros cúbicos al año a sesenta y tres en 2024. A nivel estatal, el Gobierno se pone como 2025 como fecha para dejar de verter aguas residuales.
La nueva consejera insular de esta área, Blanca Pérez, ha asegurado que acabar con los vertidos será su prioridad. Que la situación en el Sur es la peor de la Isla es un hecho que refleja la estadística oficial, que, sin embargo, no recoge toda la realidad. “Lo que más me preocupa de los vertidos son aquellos que no están censados”, reconoce Aridane González, quien explica que “cada vez hay más control sobre los vertidos ilegales al mar, que se van descubriendo gracias a la iniciativa de la población”. “Hay más conocimiento por parte de las autoridades, pero no al 100% porque no hay personal”, remarca.
Verter residuos al mar no está prohibido. Existen autorizaciones para ellos que concede el Gobierno de Canarias, que exige que esas aguas tengan algún tipo de tratamiento previo. Esto permite censar los vertidos.
De ahí que se pueda conocer que el área que tiene un mayor número es la vertiente sur, con más de un centenar, el 55% del total de Tenerife. De ellos, la mayoría están en Candelaria (21), Arona (18), Adeje (13), Guía de Isora (11) y Granadilla y Santiago del Teide con diez puntos de vertidos cada uno. El 62% es agua residual urbana.
De los vertidos censados, el 85% están en activo, con un total de noventa en todo el Sur. Destacan Candelaria (19), Arona (15), Adeje (12) y Guía de Isora, con diez.
El Sur está a la cabeza de vertidos activos, con 19 en Candelaria, 15 en Arona, 12 en Adeje y 10 en Guía de Isora
¿Cuántos de todos esos vertidos están autorizados? Muy pocos. Dos tercios no cuentan con la Autorización de Vertidos desde Tierra a Mar (AVM).
De los 19 activos en Candelaria solo tienen AVM seis, un tercio. En el caso del municipio de Adeje, algo más de la mitad, con siete. En Arona, cinco, mientras que Granadilla de Abona tiene cuatro y tres Arafo o Guía de Isora.
¿Hay vertidos en zonas protegidas? Sin duda. Al menos un tercio, según las propias cifras del último censo realizado por el Gobierno de Canarias.
En la Zona de Especial Conservación (ZEC) de la Franja Marina Teno-Rasca (entre Arona y Buenavista del Norte) hay cuarenta vertidos de aguas contemplados. En la ZEC Sebadales del Sur de Tenerife (Arona, San Miguel y Granadilla) son un total de 16.
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