Ocho años después de que la expedición Drago 0511, que lideró el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), supusiera un antes y un después en el conocimiento científico sobre los ocho montes submarinos existentes al sur de Canarias, han sido también los especialistas de dicha sociedad estatal quienes han confirmado ahora que las cumbres de los mismos guardan unas riquezas realmente extraordinarias.
Basta un dato para hacerse una idea de las mismas: sólo de la superficie de uno de ellos, Tropic, se podrían extraer hasta 130 toneladas por kilómetro cuadrado de telurio, una materia estratégica para las industrias más pujantes en la economía planetaria actual y con un futuro cercano aún mejor.
Así se recoge en un estudio publicado este mismo mes por la prestigiosa revista Marine Geology, del que informó ayer la Agencia Efe y en el que los aludidos expertos del IGME confirman las mejores predicciones al respecto sobre las reservas de estos minerales raros en dichos montes, claves para industrias como la fabricación de vehículos eléctricos, paneles solares y componentes electrónicos.
A este respecto, hay que tener en cuenta que ya en 2018 otro estudio científico en la zona, en el que también colaboró el IGME pero que fue liderado por el barco oceanográfico británico RRS James Cook, estimó que el depósito de telurio sobre la superficie de Tropic era de aproximadamente 2.670 toneladas, lo que motivó en su día titulares en la prensa de dicho país con términos como “asombroso” o “inmensamente rico”.
Proceso
Centrado en los montes conocidos como Las Hijas, Bimbache, The Paps, Echo, Drago, Tropic, Gaire y Amuley -recuerda ahora Efe sobre las buenas nuevas-, el trabajo que ahora nos ocupa describe los procesos geológicos que han provocado que las costras de ferromanganeso que se han ido acumulando sobre sus superficies no solo han generado hasta 20 veces más tierras raras de lo habitual en la corteza terrestre, sino también 4.000 veces más telurio y 500 más cobalto.
Cabe recordar que esas ocho elevaciones de origen volcánico se encuentran a profundidades de entre 3.500 y 5.000 metros y son estructuras de entre 92 y 152 millones de años de antigüedad, muy anteriores a la formación de las actuales Canarias (Fuerteventura, la más antigua de todas, tiene “solo” 20 millones de años). De aquí que coloquialmente se les considere, desde la perspectiva geológica, como unas abuelas de Canarias; no en balde, incluso sus formas recuerdan con meridiana claridad a las de Tenerife, Gran Canaria o la propia Fuerteventura.
En buena parte de su superficie están recubiertas de una costra mineral (básicamente manganeso y hierro) desde hasta 20 centímetros de grosor, con concentraciones de metales y elementos conocidos como tierras raras muy superiores a la media, producto básicamente de dos procesos: el hidrotermal/volcánico y las constantes aportaciones que durante millones de años han llegado a esa zona del Atlántico desde el desierto de Sáhara en forma de polvo en suspensión, las calimas.
Se consideran preciosas por dos motivos: primero, porque son el resultado de un proceso geológico extremadamente lento (“engordan” a razón de 0,8 a 2,6 milímetros por millón de años), pero también debido a su alto contenido de materias primas catalogadas formalmente como “estratégicas” por la Comisión Europea, dado que resultan claves en el futuro de la industria tecnológica.
Potencial enorme
Este nuevo estudio del IGME analiza el potencial minero de esos montes submarinos a partir de 42 muestras, con estos resultados: por cada kilómetro cuadrado de sus costras minerales se pueden extraer 130 toneladas de tierras raras e itrio, hasta 215 toneladas de cobalto, 92 de níquel, 39 de cobre, 50 de vanadio, 13 de molibdeno… además de casi 9.400 toneladas de manganeso y casi 9.300 de hierro.
Lo mejor de todo es que hay otra novedad de gran interés: las tasas de recuperación son muy altas en los materiales más valorados, del 95% en el cobalto y del 84% en tierras raras.