cáncer de mama

Casi 250 mujeres con cáncer de mama realizan actividad física y deportiva gracias a Ámate

Jorge Pacheco: “El objetivo del ejercicio es conseguir una mejora de la autoestima, que se vean capaces de hacer movimientos complejos o acciones como peinarse”
Casi 250 mujeres con cáncer de mama realizan actividad física y deportiva gracias a Ámate
Jorge Pacheco supervisa el trabajo físico de fuerza o de flexibilidad de varias mujeres con cáncer de mama que acuden a una sesión de actividad física. | DA

La Asociación de Cáncer de Mama de Tenerife (Ámate) tiene como objetivo asesorar y apoyar a pacientes y familiares para hacer frente al malestar físico y emocional causado por la enfermedad y los tratamientos. Su lema, “Mientras exista una persona con cáncer de mama, no pararemos”, demuestra que sus proyectos priorizan la ayuda y la atención integral y multidisciplinar a las afectadas, garantizar sus derechos y ayudarles a desarrollar todo su potencial.

Dentro de la amplia cartera de servicios que presta Ámate, destaca el trabajo social (información, valoración y orientación sobre prestaciones, servicios y recursos), psicología oncológica, estética reparadora (mejora de la imagen personal y autoestima, pelucas, pañuelos, prótesis, micropigmentación), asesoramiento de nutrición oncológica, fisioterapia oncológica y actividad física oncológica. En esta última actividad participan casi 250 usuarias al mes en sesiones de una hora, entre uno y cuatro días a la semana, en la sede central de Ofra, en Santa Úrsula, Icod, La Laguna o en el Sur.

Jorge Pacheco, graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, señala que “Ámate crea este servicio como método de terapia coadyuvante a las terapias habituales, como quimio, radio, cirugía, etc. Está demostrado que hacer ejercicio físico tras la rehabilitación postoperatoria ayuda a asimilar y recibir mucho mejor los tratamientos, mejora las analíticas y al final del proceso se recuperan y tienen mayor vitalidad para realizar cualquier actividad. Si se realiza el entrenamiento físico como paso previo a los tratamientos o la cirugía, también beneficia la recuperación”.

Se están dejando atrás tópicos sobre los ejercicios que pueden o no hacer las pacientes operadas de cáncer de mama. “Hay dos problemas grandes y complejos a tratar que tienen las pacientes: el primero es la sarcopenia, que se refiere a la pérdida de fuerza durante la enfermedad oncológica, y el segundo es la caquexia, que afecta directamente a la pérdida de masa muscular (entre un 30 y un 40% de los fallecidos debido al cáncer lo tienen). La única forma de evitarlos es el entrenamiento de la fuerza, que nos permita ser funcionales, que las chicas ganen calidad de vida y que puedan mantenerse activas durante el mayor tiempo”, indica.

Cabe recordar que pacientes con cáncer de mama pueden sufrir operaciones traumáticas. Al respecto, Jorge Pacheco señala que “una mujer con una mastectomía, con extirpación o no de ganglios, no solo necesitará un trabajo de fortalecimiento, sino también un trabajo de movilidad, de estabilidad y, finalmente, el fortalecimiento del tren superior. Casi siempre será un miembro el afectado, en ocasiones los dos, pero intentamos trabajar de la mano de la fisioterapeuta sobre la movilidad, sobre la estabilidad de la articulación y, posteriormente, sobre esa funcionalidad del miembro al completo”.

Cada afectada se aborda de una manera distinta, debido a su patología. Tras una valoración física y funcional de sus capacidades y sus patrones de movimiento, se comienza el trabajo. “No todas van a tener la misma capacidad, tenemos grupos de diferentes niveles y eso las ayuda a motivarse. No solo es una actividad de entrenamiento físico, también es una terapia social, un punto de encuentro con compañeras que están pasando por lo mismo”, subraya. “Nuestro objetivo es conseguir una mejora física y mental, mejorando su autoestima, que se vean capaces de hacer movimientos complejos o actividades como cargar la compra o incluso acciones como lavarse el pelo o peinarse, la recuperación es mucho más rápida y mejor que hace 20 o 30 años”, recalcó.

El protocolo de intervención realizado desde Ámate se dirige a “trabajar con los patrones básicos motores para intentar crear una buena técnica de ejecución de los ejercicios, pero está claro que la principal incidencia de la pérdida de peso, de masa muscular y de fuerza en las pacientes se dará casi siempre el tren inferior. Cuando recibes tratamiento, hospitalizaciones largas o estás encamado o en reposo es donde mayor incidencia tiene ese problema. Por tanto, intentamos trabajar el fortalecimiento con un buen trabajo técnico, muchas sentadillas, extensor de rodilla o de cadera, trabajo de glúteos, etc.”

Asimismo, manifiesta que “no solo trabajamos la fuerza, también implementamos sesiones de alta intensidad y trabajo cardiovascular que les ayudará a mantener esa resistencia, trabajo cardiorrespiratorio y de flexibilidad metabólica”.

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