conversaciones en los limoneros

Celestino Celso Hernández: “El Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl nació en 1953 y su subsistencia constituye un milagro”

Es vice-presidente de Arte del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), con sede en el Puerto de la Cruz, y director del Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW)
Celestino Celso Hernández: "El Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl nació en 1953 y su subsistencia constituye un milagro"

Celestino Celso Hernández Sánchez (Garafía, 1956) se licenció en historia del Arte en la Universidad de La Laguna. Ha sido profesor de la Escuela de Arte Superior de Diseño Fernando Estévez, en Tenerife, de la que fue vice-director. Es vice-presidente de Arte del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), con sede en el Puerto de la Cruz, y director del Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW). Ha sido secretario y presidente de la Sección de Arte del Ateneo de La Laguna y fue director y encargado de la museología y puesta en marcha de la Fundación Cristino de Vera, también con sede en La Laguna, por encargo de CajaCanarias, que inició su andadura en 2009. Ha sido comisario de exposiciones en las Bienales de Arte de Dakar (Senegal) en los años 2004, 2006 y 2008, por encargo de la Cámara de Comercio de Tenerife.


-El Museo Eduardo Westerdahl hizo justicia a una obra olvidada.
“El museo nace al mismo tiempo que el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, del que depende. Hace setenta años que existe el Instituto, desde 1953. Y el fundador del museo, que fue Eduardo Westerdahl, encontró acogida en el primer presidente del IEHC, Isidoro Luz Cárpenter, que era una persona de gran cultura, que había recibido formación en la Residencia de Estudiantes de Madrid, teniendo por compañeros a personajes que llegaron a lo más alto de la cultura española del siglo XX: Buñuel, Lorca, Dalí. Con Buñuel protagonizó Isidoro Luz, que luego se graduó como médico, un particular combate de boxeo”.


(Es rigurosamente cierto lo del combate. Una foto de Isidoro Luz boxeador aparece en la biografía que escribí del inolvidable alcalde portuense “Isidoro Luz, un hombre en la historia de Tenerife” (1984). Isidoro creó el Instituto de Estudios Hispánicos y nombró secretario general a Antonio Ruiz Álvarez, al que sustituyó Analola Borges Jacinto del Castillo y a ésta la reemplazó, tras su jubilación, el abogado orotavense Jesús Hernández Acosta).


-Eduardo Westerdahl puso mucho empeño en el museo. Eso lo recuerdo.
“Mucho. Y resultó ser un centro pionero en España porque fue el primero que abrió sus puertas como museo de arte contemporáneo, compartiendo tal honor con el antiguo Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC), que a la larga daría paso al actual Museo Reina Sofía (MNCARS)”.


-Esto me da pie a preguntarte por qué las instituciones no protegen a los museos pequeños, como el del Puerto de la Cruz, que tanto bien hacen a la difusión y al conocimiento del arte.
“Es la gran incógnita y a mí también me gustaría saber por qué. Con el final del franquismo, la cultura pasó a depender casi en su totalidad de las autonomías. El Valle de la Orotava, en donde se encuentra nuestro museo, suma unos 110.000 habitantes, a los que hay que añadir miles de turistas. Si alguien quiere visitar una exposición de alto nivel tiene que recorrer cuarenta kilómetros. Nuestro MACEW podría cubrir esta faceta, como se acaba de demostrar con la exposición dedicada a María Belén Morales. Desde hace veinte años esperamos una nueva sede, más amplia y debidamente adaptada. Pero no llega”.


-Hazme, por favor, un breve recorrido por el museo.
“El MACEW presenta buena parte del legado de su fundador, Eduardo Westerdahl, constituido por sesenta y tres obras. Hemos estructurado las salas en varios espacios, más el recinto de entrada al museo, en donde mostramos los retratos de Eduardo Westerdahl y de su compañera de vida y de arte, Maud Bonneaud. El Espacio I lo dedicamos al surrealismo, que se asocia a Eduardo y a su generación por la gran Exposición Internacional del Surrealismo de mayo de 1935. En este Espacio I presentamos obras de nuestro artista más internacional del siglo XX, Óscar Domínguez, y a su lado dos esmaltes de la que fue su amiga en parís, Maud. También hay una obra de la vizcondesa de Noailles, mecenas del surrealismo parisino, y otras dos obras de Eilee Agar, destacada artista del grupo surrealista de Londres”.

-No se quedan ahí los fondos.
“No, desde luego. Debo citar la obra de Juan Ismael, también incluida en ese recinto citado”.


-Y hay mucho más.
“El Espacio II lo dedicamos a los artistas que acudían a las islas por su atractivo paisajístico y su tranquilidad. Te hablo de Luc Peire, Tony Stubing, Will Faber, Karl Drerup y Carla Prina, la esposa del arquitecto Alberto Sartoris, gran colaborador de Westerdahl, autor de los diseños para construir no sólo el museo soñado por Eduardo sino también una residencia internacional para artistas e intelectuales jubilados. Sartoris eligió, incluso, el solar para construirla, en el Parque del Taoro, cerca de la iglesia anglicana”.


(En el mismo acto de la entrevista en Los Limoneros he donado al museo Eduardo Westerdahl dos dibujos, uno de Carla Prina y otro de Sartoris sobre la citada residencia de artistas, rescatados de un viejo libro de autógrafos familiar y que fueron reproducidos en su día en uno de los libros de la profesora Maisa Navarro, que tuvo la gentileza de mandarlos a enmarcar. Es mi modesta contribución a los fondos del MACEW).


-Vamos con el Espacio III.
“En él situamos la obra de un grupo de destacados artistas peninsulares que ayudaron a Eduardo en su proyecto; sobre todos, Ángel Ferrant, Enric Planasdurá, Eduardo Úrculo y Jorge Lindell. Y el Espacio IV lo dedicamos a los que entonces eran jóvenes artistas emergentes, a los que Eduardo mostró su apoyo, como Manolo Millares, César Manrique, Felo Monzón, Lola Massieu, Plácido Fleitas, Pedro González y Pepe Dámaso”.

-¿No figuraba un Kandinsky en el primer inventario?
“No hay constancia. Mira, los pasos iniciales del Museo Eduardo Westerdahl fueron muy difíciles, aunque también ilusionantes. Eduardo lo llevaba en primera persona, sin los registros que serían de desear. Él mantuvo en pie su sueño durante una docena de años, desde 1953 a 1965, fecha esta última en la que su amigo Sartoris le insta a que no siga luchando por un museo, porque se trataba de un logro imposible sin el apoyo oficial a un proyecto tan importante”.


-De todo esto sí hay constancia, Celestino.
“De esto hay constancia en la correspondencia entre Westerdahl y Sartoris, en la que ha trabajado y publicado la profesora de la ULL, Maisa Navarro. Contamos también con otro documento muy importante, que data de 1964, del que hemos logrado una copia manuscrita, ya que no se llegó a publicar, y que logramos gracias al profesor José Luis de la Nuez, de la Universidad Carlos III. Se trata del catálogo del museo que Eduardo le encargó al catedrático Jesús Hernández Perera. Y ahí no figura ningún Kandinsky entre las 53 obras que dejó registradas Hernández Perera, descritas y numeradas. Habría, pues, que revisar las dos décadas transcurridas desde el año 1935, con la Exposición del Surrealismo en Santa Cruz, y el año 1964, fecha del catálogo realizado por Hernández Perera”.


-¿Qué significa Eduardo Westerdahl para el conocimiento y la valoración del surrealismo?
“Fue uno de sus principales valedores para que el movimiento surrealista quedara vinculado a esta isla, junto con Óscar Domínguez. Ambos lograron que el líder del surrealismo en París, André Breton, visitara nuestra isla en mayo de 1935 para inaugurar la exposición internacional en el Ateneo de Santa Cruz. Eduardo miraba más hacia la abstracción, en pintura, y el racionalismo, en arquitectura. Pero se le vincula sobre todo al surrealismo”.


-Tú eres vicepresidente de Arte del Instituto de Estudios Hispánicos. ¿Cómo se puede funcionar tan bien con tan pocos recursos?
“He llegado a convencerme de que se puede conseguir mediante dos cuestiones básicas: amar y entregarte a lo que amas, en este caso el arte, y además, y esto es imprescindible, contar con alguien más, sobre todo con personas que confían en ti y te dejan hacer, como me ha sucedido a mí. Y tengo que citar, y agradecer todo esto, a las presidencias de Antonio Galindo, Nicolás R. Münzenmaier y José Cruz, junto a compañeros y compañeras de junta del IEHC, que también me han apoyado mucho”.


-¿Cuántos visitantes registra el MACEW al año?
“No disponemos de datos exactos, pero quiero destacar la colaboración de la Consejería de Educación, que nos permite contar con una profesora en comisión de servicios, que realiza una interesante tarea didáctica con los escolares. La ubicación en la Casa de la Aduana portuense es buena, pero está demasiado cerca del mar, con el peligro que ello supone para la colección permanente. El Cabildo nos distinguió con la Medalla de Oro de Tenerife y yo se lo agradezco mucho al entonces presidente, Ricardo Melchior. Pero necesitamos más apoyo para poder abrir por las tardes”.


-Celestino, durante muchos años esos fondos se conservaron muy mal, en una dependencia del Instituto de Estudios Hispánicos, llenos de humedad, sin cuidados. ¿Se resienten hoy de aquella desidia?
“No te falta razón y tampoco tenemos que ocultar lo que fue una situación indeseada. En efecto, tras el cierre de 1965 y la recogida de una serie de obras por parte de Eduardo Westerdahl, se entró en una prolongada etapa de encierro de las obras, que superó las tres décadas, en las que este importante patrimonio artístico no estuvo bien conservado. En el año 2001, gracias al entonces vice-consejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Ángel Marrero Alayón, que nos apoyó con mucha decisión y un buen presupuesto, pudimos ir rescatando esas increíbles 63 obras para ofrecerlas de nuevo a la gente”.


-¿Vive un buen momento el arte en Canarias?
“No es esta mi impresión y lo siento. Yo no llegué a conocer aquel bullir de la Generación 70, aunque conocí a sus protagonistas y lo mucho que aportaron. Los 80, década en la que participé en su segunda mitad, fue otro momento de gran actividad y aportaciones. Incluso los 90. Sin embargo, en este primer cuarto de siglo no encontramos la brillantez. Tenemos que avanzar”.


-Ahora comisionas la muestra de María Belén Morales. Háblame de ella.
“Tengo el más alto concepto de María Belén, no sólo como escultora sino también como persona. No tuvo el respaldo deseado, ni tampoco el apoyo que merecía. Era una mujer en un mundo de hombres. Ni siquiera pudo lograr los reconocimientos actuales, que por fin están llegando a las mujeres artistas. Ni le concedieron los grandes premios que se otorgan en Canarias”.


-¿Qué más necesitas para dar vida al museo que diriges?
“Si cuento lo del presupuesto, nadie me lo va a creer: no existe. Eduardo Alaminos, director del MAC de la Villa de Madrid me hizo la misma pregunta cuando llevamos la colección del Museo Eduardo Westerdahl a la capital de España. Se quedaron alucinados cuando les dije que para funcionar necesitábamos treinta mil euros. Ellos estimaban que con 300.000 podríamos hacer algo, dada la gran importancia de nuestra colección. No daban crédito, ni yo tampoco lo doy, aún en el presente”.


-¿Se animan los donantes particulares?
“El MACEW fue un acto de generosidad de Eduardo y de Maud. Por suerte, contamos con nuevas donaciones cada cierto tiempo. Hemos podido incorporar nuevas obras de María Belén, de Juan Ismael, de Cristino de Vera, de Maribel Nazco, de José Sixto Fernández del Castillo, de Domingo Vega, de Fernando Viscasillas y de otros artistas destacados”.


-Y de Vicki Penfold
“Este fue un caso extraordinario. Su hija Lynn, desde Londres y con el acuerdo de sus hermanos, nos ha donado obras realizadas por su madre, junto con su archivo personal: documentos, libros antiguos e importantes y muchas fotografías tomadas por su esposo, el gran fotógrafo Harry Penfold, cuya obra ha sido estudiada, y lo será aún más, por el profesor de la ULL, Carmelo Vega. Lynn fue nombrada socia de honor del Instituto de Estudios Hispánicos, lo mismo que Isidoro Sánchez, otro importante donante”.


-Pues mucha suerte, amigo. La vas a necesitar para sacar adelante el proyecto.

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