Vanesa Díaz perdió a su padre el 30 de septiembre de 2023, cuatro meses después de que le diagnosticaran una enfermedad terminal. El último tramo de su vida fue un calvario para él y su familia, residente en Cabo Blanco. La única opción de calmar los dolores eran los cuidados paliativos que recibía en el Hospital del Tórax, en la capital tinerfeña. Su frágil estado y los numerosos desplazamientos a Santa Cruz hicieron mella en Andrés, un vecino muy apreciado en la localidad aronera, y pasaron factura a su círculo familiar.
Su hija explicó ayer a DIARIO DE AVISOS la carrera de obstáculos en que se convirtió el tratamiento en los últimos cuatro meses de vida de su padre. “Nosotros queríamos tenerlo en casa y sin que sufriera, esa era la prioridad, pero entre una cita y otra en el Hospital del Tórax podían pasar tres semanas, aunque con seguimiento telefónico, pero el avance de la enfermedad era tal que necesitaba ajustes en el tratamiento. Como ya no era suficiente, porque los dolores eran cada vez mayores, acudíamos a Urgencias para que lo parchearan con un tratamiento puntual”, señaló Vanesa.
Además, recuerda que visitaron en varias ocasiones a la doctora de cabecera, que alguna vez acudió al domicilio “cuando estábamos desbordados”. “Nos sentíamos como una pelota de un lado para otro: del Hospital del Tórax a Urgencias y a la doctora de cabecera, y además, con criterios que no siempre coincidían; recuerdo discutir con mi madre sobre la dosis de morfina que debíamos administrar a mi padre para que no sufriera, pero a la vez intentado controlar los efectos secundarios”.
Vanesa, psicóloga de profesión, arropada por un grupo de amigos y compañeros de trabajo, se ha propuesto acabar con el sufrimiento por el que tuvo que pasar su padre y su familia. Para ello ha creado una plataforma que reivindica una unidad de Cuidados Paliativos en el Hospital del Sur a través de la web paliativostfsur.es y en las redes sociales con el nombre de Nosomosdesegunda. Con estos espacios digitales, que ya cuentan con un gran respaldo social, pretende que las personas del Sur que requieran cuidados paliativos los reciban lo más cerca posible de sus hogares, incluso en su propio domicilio, evitando así un mayor desgaste físico a los pacientes y emocional a sus familiares.
Vanesa presentó una queja formal al Servicio Canario de la Salud y ha trasladado su iniciativa a la Diputación del Común. En ese trámite ha descubierto, para su sorpresa, que el recurso que exige debía estar prestando servicio hace casi tres años, lo que ha multiplicado su indignación: “Preparando la queja vimos que existe una Estrategia 2018-2021, que se puede consultar en Google, y que contemplaba la puesta en funcionamiento en ese tiempo de cuatro unidades de Paliativos repartidas en los dos hospitales del área metropolitana, el Sur y el Norte, con 40 camas de hospitalización y además con equipos atención domiciliaria las 24 horas. O sea, que estamos pidiendo algo que debía estar funcionando desde hace años, lo cual me parece indignante”.
REPERCUSIÓN NACIONAL
El empeño de esta vecina de Cabo Blanco, de 44 años, por sacar adelante su propuesta ya ha llegado a la Sociedad Española de Paliativos, que ha contactado con ella para comunicarle que asume su petición y trasladarle que está “luchando” por una ley nacional de cuidados paliativos. También le ha trasladado la invitación a participar en unas jornadas que se celebrarán en abril.
“O sea, que de crear una unidad en el sur de Tenerife hemos pasado, en menos de una semana, a la indignación porque no se ha desarrollado la estrategia prevista por Sanidad y, ahora, a reclamar una ley nacional”, explicó a este periódico Vanesa, consciente de que cada vez son más las familias afectadas por este problema.
“Sobre todo, queremos saber por qué no se ha desarrollado esa estrategia, cuando había una partida presupuestaria de 4.210.000 euros para esos cuatro años”, insiste Vanesa, que resume el objetivo que persigue en una conclusión final: “Vivir dignamente cuando la única opción es morir es un derecho que se debe garantizar, independientemente del lugar en el que se resida. En el Sur no somos de segunda. Hace 50 años lo podíamos entender, pero hoy, con el actual nivel de desarrollo, no”.