El Sindicato de Enfermería en Canarias (SATSE) ha denunciado un preocupante incremento en las agresiones físicas y verbales dirigidas hacia el personal sanitario del Servicio Canario de la Salud (SCS), con un aumento del 78% en comparación con el año anterior. En 2022 se registraron 86 incidentes, mientras que en 2023 la cifra se elevó a 153.
Según los datos facilitados por el SCS a petición de SATSE, en Canarias han aumentado un 45% las agresiones al personal sanitario, pasando de 296 agresiones en 2022 (18 físicas, 243 verbales y 35 mixtas) a 431 en 2023 (32 físicas, 321 verbales y 78 mixtas). Para SATSE, esta cifra es aún mayor, teniendo en cuenta que, en la mayoría de los casos, las agresiones no se denuncian.
Vanessa García, técnica de enfermería del Servicio Canario de la Salud (SCS) desde el año 2007, denuncia directamente al DIARIO DE AVISOS, la crítica situación a la que se enfrentan los médicos, enfermeros, enfermeras y técnicos de enfermería ante los constantes ataques verbales y agresiones físicas de los pacientes.
“Hace 4 meses, un paciente de 65 años que se encontraba en espera de un centro de mayores al que ingresar, acabó atacando a una compañera en medio de un baño rutinario, la agarró de los pelos, la agachó y comenzó a darle puñetazos. No la saltaba, tuvimos que saltar encima del paciente”, relata Vanessa García.
Ante el informe publicado por SATSE, afirma que “siempre nos han insultado, estamos cansados de que nos peguen y se metan con nosotras”.
Comenta cómo un alto cargo del centro llegó a justificar estas acciones, dirigiéndose a ella: “Nosotros sabemos dónde estamos trabajando”. Vanessa García ve indignante la forma en la que los pacientes “llegan a confundir tu trabajo”, recordando cuando una mujer ingresada “lanzaba siempre las mantas al suelo”, mientras le decía “recógelas que para eso estás”.
La técnica en enfermería hace mención a diferentes vivencias, otra de ellas, cuando “a un paciente tuvieron que bloquearle la ventana, porque empezó a lanzar cosas y rompió el coche de una compañera”.
Admite haber perdido la ilusión y motivación por su trabajo, “acabamos quemadas, muchas tenemos depresión y nos deberían de poner a un psicólogo para atender este tipo de situaciones”.
“Muchas tienen miedo a denunciar por las posibles repercusiones”, sin embargo, confiesa que “si no nos quejamos, no vamos a llegar a nada”, reclamando una solución sostenible que calme la situación y atienda a las secuelas que estas agresiones generan sobre el personal sanitario.