La Fenice atesora un grato recuerdo de Celso Albelo y, como es lógico, él de ella. El teatro de Venecia, de absoluta referencia en el mundo de la ópera, albergó en 2010 el estreno de una producción del donizettiano L’elisir d’amore, firmada por Beppe Morassi y con dirección musical de Matteo Beltrami. El tenor tinerfeño encarnaba a Nemorino, formando parte de un elenco en el que también estaba, por ejemplo, la soprano italiana Désirée Rancatore, en el rol de Adina. Esa noche la representación transcurría muy bien. Así lo percibía cada una de las personas que forma parte del engranaje de un espectáculo de las dimensiones, la responsabilidad, el trabajo y la exigencia que demanda la ópera.
Pero La Fenice es La Fenice. Pocos públicos como el suyo están tan acostumbrados a disfrutar de grandes producciones y desde el escenario ya es difícil conocer si el resultado de lo que se le está proponiendo es bueno o malo. Y menos afinar hasta saber si es una propuesta solvente, notable o incluso llega a alcanzar la excelencia. Entonces llegó la octava escena del segundo acto. Celso Albelo comenzó a cantar Una furtiva lágrima y al concluir todos salieron de dudas. Durante varios minutos, el público ovacionó al cantante tinerfeño, quien, como es costumbre, tuvo que volver a cantarla. Eso no ocurría en la Fenice desde hacía casi 20 años.
Ahora Celso Albelo se encuentra, una vez más, en el mítico teatro italiano. Desde el pasado viernes interpreta al Rodolfo de La bohème, de Giacomo Puccini, en una producción de Francesco Micheli, con la dirección musical de Stefano Ranzani. Acompañado por los cantantes Claudia Pavone, Alessio Arduini, Armando Gabba, Adolfo Corrado y Mariam Battistelli, entre otros, el intérprete canario encarna hoy domingo de nuevo un rol en el que debuta, y volverá a hacerlo el martes, el jueves y el sábado. Desde Italia, Albelo mantuvo esta entrevista con DIARIO DE AVISOS.
-Debuta en el rol de Rodolfo en ‘La bohème’, de Puccini. ¿Cómo se ha acercado al personaje? ¿Qué aspectos técnicos, tanto musicales como actorales, le está exigiendo?
“El pucciniano es un nuevo lenguaje. La orquesta se convierte en un personaje más. Teniendo en cuenta esto y otros aspectos, como los colores que te ofrecen los músicos, especialmente cuando reflejan los estados de ánimo, o las largas frases que te brinda el compositor, hemos trabajado en primera instancia con el pianista y, luego, cuando llegamos al teatro, lo hemos trasladado a la escena. Considerando, además, todos esos detalles que expone cada maestro sobre su forma de ver la partitura. De esa manera, poco a poco, he ido montando el personaje. Sin perder de vista que es la primera vez que interpreto a Rodolfo, por lo que es un rol que está creciendo”.
-¿Difiere mucho la manera en la que encarna los roles que se le van presentando en su carrera o más bien tiene una forma, un método común, de afrontarlos?
“Existe un método común para abordarlos, sin lugar a dudas, que son las características que reúno como artista, tanto las vocales como también las personales. Sí que es cierto que esto va cambiando con el tiempo, con la experiencia que vas acumulando a medida que pasan los años. Es un bagaje que guardas en la mochila y está jugando a tu favor”.
“Busco el equilibrio entre mi repertorio, el nuevo que ahora afronto y, sobre todo, el tiempo que dedico a la familia”
-En 2024 se conmemora el centenario del fallecimiento de Giacomo Puccini, un compositor del que, además de ‘La bohème’, con la que estará también en Bilbao, hará el Pinkerton de ‘Madama Butterfly’ en Brasil. ¿Qué encuentra en el compositor italiano? ¿Qué elementos, qué planteamientos musicales de su obra le atraen más?
“Sobre todo me llama la atención la gran capacidad expresiva que tiene Puccini. Es como el gran cineasta de la ópera, el gran compositor cinematográfico italiano. Es decir, con su música es capaz, de una manera absolutamente extraordinaria, de ofrecernos unos planos generales y luego, sirviéndose de la orquesta, de su fraseo musical, darnos primeros planos. Eso es algo que a mí, particularmente, me fascina”.
-Ahora se sube al escenario de La Fenice, que ya ha visitado en otras ocasiones. ¿Qué representa para usted cantar en uno de los auditorios de ópera más emblemáticos del mundo?
“Es toda una satisfacción y una alegría que en este aniversario un teatro como La Fenice, con todo lo que representa, haya pensado en mí para hacer La bohème. Me siento muy agradecido por esta oportunidad de debutar aquí con este rol. Luego, claro, se trata de un teatro donde he pasado algunas de las noches más felices de mi vida artística. De manera que se unen varios sentimientos que creo que contribuyen a hacer que las funciones de esta nueva producción sean muy emocionantes”.
-¿Cómo recuerda esa noche de 2010 en el teatro veneciano, cuando interpretando al Nemorino de ‘L’elisir d’amore’, de Gaetano Donizetti, la aclamación del público le llevó a hacer un bis de ‘Una furtiva lágrima’, algo que no pasaba allí en un estreno desde hacía casi 20 años?
“Recuerdo que el teatro se vino abajo cuando llegó el momento de cantar Una furtiva lágrima. Estuve tres o cuatro minutos aguardando a que acabaran los aplausos para interpretar de nuevo la romanza y retomar mi actuación. Eso en una première no resulta nada habitual. Es un recuerdo que guardaré siempre, porque es algo que no me esperaba. Sabíamos que la función estaba marchando muy bien, pero La Fenice no es un teatro sencillo; por tradición, es muy exigente, y, además, se trataba de un estreno. Sin embargo, todo eso ocurrió y me acuerdo que fue una noche con la emoción a flor de piel”.
“Mimo mi voz al máximo, pero son los críticos y los apasionados de la ópera quienes deben decir cómo ha evolucionado”
-¿Cómo suele ser una temporada de Celso Albelo? ¿Qué tipo de repertorio no debe faltar en la construcción de ese calendario?
“No debe faltar algo de bel canto y también este nuevo repertorio más lírico que estoy intentando abarcar y que, por el momento, se está dando bastante bien. Con él me encuentro muy cómodo. Además, esa temporada ha de contar con unas gotas de tiempo, de calma, para poder compaginar el Celso Albelo cantante con el Celso Albelo papá, con la familia. Se trata, en definitiva, de que haya un equilibrio: entre el repertorio que he ido desarrollando, el nuevo que ahora afronto y mi familia”.
-¿Y qué debe poseer un nuevo proyecto para que decida implicarse en él?
“No es fácil responder a esta pregunta, porque para tomar esa decisión debo tener en cuenta distintas variables. Todo está en función del momento en el que me encuentre, de si me apetece, de si no tengo otro proyecto en medio, de si no le quitaré mucho tiempo a los niños y a mi mujer… De forma general, diría que me gusta implicarme en aquellas experiencias, aquellos sitios y aquellos roles que me permitan disfrutar de cierta tranquilidad. Me gusta trabajar con serenidad, y eso es algo que algunas veces lo puedes hacer y otras no tanto. Así que en estos momentos estoy en busca de la tranquilidad”.
-¿Podríamos decir entonces que no aceptaría un proyecto, por muy atractivo que sea, si prácticamente debe asumirlo de hoy para mañana?
“Nunca puedes decir que de esta agua no beberás, pero sí que tengo claro que, en esas circunstancias, ese tipo de proyectos no constituyen hoy una prioridad para mí”.
“No debo perder de vista que es la primera vez que interpreto a Rodolfo, por lo que es un rol que aún está creciendo”
-La voz es por definición un instrumento vivo. ¿Cómo ha evolucionado la suya? ¿Hay una gran distancia entre el cantante que se iniciaba en la ópera y el que ahora acude a múltiples escenarios internacionales?
“Es la misma distancia que hay entre un chico de cerca de 30 años y la de alguien que es padre de dos niños y tiene casi 50. De todas formas, cuando se aborda la evolución de la voz de un cantante, creo que lo mejor es que lo expresen los entendidos, los críticos, los apasionados de la ópera, antes que el propio artista. Yo convivo con esta voz de tenor, es obvio, e intento mimarla lo máximo posible, y poco más”.
-Y en este itinerario, ¿qué roles y qué desafíos le gustaría abordar a corto y medio plazo?
“De momento, estoy haciendo realidad sueños que nunca pensé que podría acometer: Un ballo in maschera, Macbeth, Il trovatore [Giuseppe Verdi], la misma La bohème… Trato de afianzarme en todo este repertorio y, como decía, buscar ese equilibrio, esa tranquilidad, y de disfrutar de esta sana locura que es la ópera”.