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La increíble historia del mejor disfraz del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife: “Sufrimos las colas de la TF-5 todos los días”

Adrián Rodríguez González, su esposa y la familia de ambos crearon la fantasía que más éxito ha tenido en estos días de fiesta en la calle
La increíble historia del mejor disfraz del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife
La increíble historia del mejor disfraz del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife. DA

En secreto, antes de casarse y con mucha ayuda de la familia más cercana. Necesitó 130 metros de Goma Eva y muchas quemadas de silicona. Así se gestó el disfraz de las colas de la TF-5, probablemente el más original del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife 2024. Su artífice fue Adrián Rodríguez González, de 32 años, quien ha querido contar todos los detalles en DIARIO DE AVISOS.

El viernes, el joven de Jardina, que ahora vive en La Matanza de Acentejo, se casó con Adriana. Ese día lo celebró en casa con su familia y el sábado con los amigos. “La fecha no fue buscada, cuadró que era Carnaval y esa fue la mejor excusa”, indica.

El disfraz de las colas de la TF-5 fue un éxito rotundo. DA
El disfraz de las colas de la TF-5 fue un éxito rotundo. DA

Además, admite que no fue demasiado complicado elegir la temática del disfraz, pues “sufrimos la colas de la TF-5 todos los días, en la ida y la vuelta y pasamos mucho tiempo hablando sobre el asunto. Con el corte del tráfico en Guamasa y la promesa de los 90 días para resolverlo fue evidente”.

Los invitados a la boda estaban avisados de que la fiesta terminaría en las calles de Santa Cruz. Así, llegado el momento y después de dar unas pistas, lo enseñaron. “Fue muy gracioso ver sus caras de sorpresa y extrañeza al principio y de muchas risas después”, apunta Adrián Rodríguez.

Adrián Rodríguez González, en el centro de la imagen, con dos amigos. DA
Adrián Rodríguez González, en el centro de la imagen, con dos amigos. DA

“Éramos 50 y fue muy difícil abrirse paso”

El disfraz de la TF-5 fue un éxito rotundo. “Se la mandaron”, reconoció el cómico Darío López, de Palante Producciones, en las redes sociales. Adrián asegura que una vez en la capital no pudieron avanzar mucho por la calle. “Fuimos un atasco literal, éramos 50 y fue muy difícil abrirse paso por algunas zonas“, afirma.

La gente les grababa, se sacaba fotos con ellos y los carteles de sus municipios e, incluso, les aplaudían. “Fue algo muy loco. Está claro que es un problema que afecta a muchas personas porque desde los primeros metros se giraban a decirnos cualquier vacilón. Una recompensa genial al trabajo de hacer los disfraces”, subraya el joven lagunero.

Adrián Rodríguez cuenta que “lo más vistoso fueron los carteles porque eran enormes, brillantes y sobrevolaban todas las cabezas, algo fundamental para encontrarnos siendo tantos”. Así transitaron por las calles capitalinas un sinfín de “coches con ITV caducadas, modelos clásicos como el For’ Fiesta o marcas reconocidas como el Osswagen; ambientadores de pino, dados para los retrovisores, pegatinas de ‘chicha’ en un chicharro o ‘fuerte’ dentro de una cabra”, además de “tres guaguas de Titsa (Transporte Insuficiente de Tenerife), alguna ambulancia y dos “Grúas Guchi” que nos reparaban con grapas los desperfecto”.

“Hay que reutilizar”

Esta no es la primera vez que Adrián Rodríguez sorprende con su disfraz en el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife. De hecho, hace algunos años se ‘convirtió’ en la mismísima rotonda del Padre Anchieta.

“Fue bastante similar a esto, estaban cambiándolo por obras hace unos años de un lado para otro y me pareció razonable pensar que bajaría a Santa Cruz. Esta vez teníamos a 48 personas predispuestas a cualquier disfraz y había que hacer algo a la altura”, detalla.

Adrián Rodríguez González disfrazado de la rotonda del Padre Anchieta. DA
Adrián Rodríguez González disfrazado de la rotonda del Padre Anchieta. DA

El joven lagunero dice que ahora toca reutilizar los materiales. “Esto es muy importante, todos tenemos disfraces comodín que hay que reivindicar para bajar un poco el consumo de plástico”. No obstante, podría volver a liarla con otra fantasía: “Es Carnaval, nunca se sabe”.

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