Por Borja de la Cruz.| En la actualidad existen infinidad de negocios cotizados que en sus balances contienen más efectivo, no tienen deuda y que, además, capitalizan en mercado a un valor menor que el efectivo que tiene en balance. Esto negocios son denominados comúnmente net-nets. Esto, que aparentemente parece una oportunidad de inversión muy clara, no implica necesariamente una ineficiencia del mercado.
Es aquí donde introducimos el concepto que trataremos en el artículo: los equipos directivos y el gobierno corporativo. El equipo directivo debe ser capaz de generar valor para el accionista y máxime en estas situaciones. Es por ello por lo que siempre se hace hincapié en la capacidad del equipo directivo para asignar el capital de la compañía. Muchas de estas net-nets llevan años con un uso ocioso del efectivo que contienen sus balances; este coste de oportunidad es responsabilidad del equipo directivo y es por ello, por lo que el mercado castiga las valoraciones llevando a tener un “Enterprise value” negativo en muchos casos.
Desde hace tiempo, sobre todo en las economías asiáticas, se han ido acumulando este tipo de compañías. Suelen ser compañías de pequeña capitalización y con un equipo directivo conservador. En la actualidad, Japón, ha sido el primer mercado que, para impulsar su eficiencia está empezando a introducir políticas afines con los accionistas con el fin de cerrar esos descuentos, obligando a los equipos directivos a hacer uso de ese cash ya sea reinvirtiendo en el negocio, recomprando acciones o otorgando mayores dividendos. Esto ha hecho que la comunidad inversora haya puesto el foco en este tipo de compañías, sobre todo en el mercado nipón, y las cotizaciones de las compañías se han visto recompensadas al alza.
Un buen equipo directivo engrandece el negocio que gestiona, pero un mal equipo directivo y, por extensión, un mal gobierno corporativo, puede destruir un negocio de mucho valor. No solo desde el aspecto de la asignación de capital, sino desde diversos puntos de vista, tales como la comunicación con los participantes del mercado, la gestión del personal, la gestión del endeudamiento, entre otras. Recientemente se ha dado un caso en España que ejemplifica a la perfección lo que comentamos en este artículo: Grifols es un caso claro de mala gestión en un momento crítico.
Para ponernos en situación, Grifols presentó resultados corporativos el pasado jueves 29 de febrero. Unos resultados, a priori, en línea con lo esperado por los analistas, que el mercado pudo haberse tomado mejor o peor, pero que sin duda deberían provocar una caída del -35% en ese mismo día. Esta caída se ha dado por errores del equipo directivo en un momento en el que escrutinio de la sociedad inversora sobre la compañía es máximo. En primer lugar, presentar unas cuentas sin auditar (aunque no hayan sido por problemas triviales). En segundo lugar, no aclarar con rotundidad las discrepancias aludidas por los analistas sobre la generación de FCF de este año que viene. Y, por último, no comunicar confianza en un momento tan delicado. Este caso ejemplifica perfectamente lo que hemos comentado antes sobre la comunicación hacia el mercado: el equipo directivo puede destruir fácilmente la cotización de la compañía pese haberse logrado mejoras operativas sustanciales en el negocio.
Cabe destacar que Grifols es una compañía que, desde el punto de vista de su posición de mercado, calidad de su negocio y valoración, nos resulta atractiva, siendo conscientes de los elevados riesgos tras el informe bajista publicado por Gotham. Sin embargo, consideramos necesario denotar errores o aspectos que, bajo nuestro punto de vista, han de mejorarse para conseguir generar valor para los accionistas de la compañía.