Amante de la naturaleza y del arte a partes iguales, María Vakhova recrea con sus dedos, que son su principal herramienta de trabajo, todo aquello que ve bajo el océano utilizando la técnica de la resina. Ángela, como también la conocen por el gran amor que le profesa a los angelotes, hace apnea a diario en la costa de Abades, donde decidió mudarse hace dos meses, tras vivir en Fañabé desde 2002, año en el que decidió viajar hasta la Isla desde su Moscú natal para cumplir uno de sus sueños: vivir cerca del mar. “Me encanta el océano y durante mucho tiempo busqué una forma de mostrar a la gente lo que veo bajo el agua, contribuir un poco para que las personas no solo usen las Islas, sino que también las amen y aprecien”, cuenta a DIARIO DE AVISOS. Por ello, decidió buscar la manera de enseñar las riquezas del mar: “Un día, vi en internet un océano hecho de resina epoxi. Me sorprendieron las posibilidades de simular el agua marina con este material”.
Un viaje que cambió su forma de ver la vida y la orientó al trabajo que quería realizar fue el que hizo a las Islas Galápagos. “Me sorprendió cómo puede ser el turismo, cómo se puede vivir y desarrollar un negocio sin destruir la naturaleza, sino ayudando a su restauración. Fue allí donde entendí que el turismo sostenible es posible y puede ser exitoso. En cada etiqueta de souvenir, en cada cuadro y en casi cualquier cosa decía ‘Hecho en Galápagos’. Por lo que eso me abrió los ojos para querer enseñar la riqueza de Canarias utilizando elementos reciclados, incluso aquella basura marina que encuentro en el mar. Fue entonces cuando surgió la idea de crear decoración y souvenirs relacionados con el mundo submarino de Canarias”, manifiesta.
Pero no ha sido un camino fácil. María relata que no había información sobre cómo manejar la resina, así que decidió ser autodidacta: “No tuve cursos ni clases, apenas había información, por lo que aprendí por mi cuenta. Tenía un objetivo: quería crear el mar”. Y así surgió su actual modo de vida: elaborar cuadros, elementos decorativos, muebles y detalles pequeños para regalos con temática marina a base de resina.
En sus obras de arte emplea alrededor de cinco tipos de resina diferentes, que le permiten crear varios efectos. “Este material se trabaja en varios estados, es decir, dependiendo del tiempo que lo deje al aire está de un modo u otro. Además, uso varios pigmentos. Al crear las playas y acantilados utilizo yeso, pastas de textura elaboradas por mí misma y arcilla. Siempre pruebo algo nuevo, incluso ahora estoy elaborando mis propios pigmentos para arenas y rocas”, detalla.
En relación al proceso que lleva a cabo para la realización de sus creaciones, narra que “todo depende del trabajo que vaya a llevar a cabo. Puedo hacer cosas sencillas, decoraciones o cuadros simples en un par de días. Son técnicas conocidas: imitación de olas marinas, dibujo de mármol, piedras, entre otras cosas. Pero si hablamos de cuadros complejos, de la imagen del fondo marino y los animales en 3D, es mucho más difícil y lleva más tiempo”.
En resina en 3D “es como una imagen desplegada en capas. Es como si fueras subiendo paso a paso desde el fondo hacia la superficie. Yo lo identifico como cuando estoy dentro del océano. En cada capa trabajas con técnicas específicas, utilizando resina con diferentes pigmentos. La resina tarda aproximadamente un día en secarse, por lo que trabajar en un cuadro así puede llevar de una a dos semanas”.
Sus herramientas de trabajo son sus dedos y, en ocasiones, usa palillos: “La resina es líquida y no puedes utilizar brochas, como se hace con las pinturas. Todas mis obras son hechas solo con mis dedos y, a veces, uso palillos. Capa tras capa, gota a gota. Cuando explico el principio del trabajo a mis alumnos, siempre digo: ‘Imaginen que están tocando una sonata de Beethoven con sus manos en la superficie del agua’. Y lo más importante, yo invento las técnicas, así que cada cuadro tiene algo nuevo”.
En cuanto a su inspiración, cuenta que la tiene a su alrededor: “Vivo en Canarias”. Su intención es repetir lo que ve en su entorno, los colores y las diferentes texturas del territorio isleño: “Intento imitar los colores y las texturas de la lava, la forma de las piedras, el salitre, los distintos tipos de olas y el agua del mar. Pero lo que más me atrae, y lo que es más difícil crear con resina epoxi, es el mundo submarino”.
ÉXITO DE VENTAS
En relación al éxito de su trabajo, relata que gran parte de sus obras se van fuera de España: “Yo intento imitar la naturaleza. Lo que me sorprende es que la gente compre mis trabajos, pague envíos a otros países, que son muy caros, y que los pongan en las paredes de sus casas, cuando es solo imitación. Aunque estoy orgullosa de que valoren mi obra, el arte auténtico lo tenemos a nuestro lado y lo estamos destruyendo, lo llenamos de basura y lo ignoramos. Por esta razón quiero seguir haciendo estos cuadros: es mi manera de subrayar que esta playa, este mundo submarino y esta naturaleza es el gran tesoro que tenemos los que vivimos en Canarias”.
Su estudio de trabajo se localiza desde hace dos meses en Abades y está específicamente adaptado para este tipo de material: “Para trabajar con resina, especialmente cuando lo haces en formatos grandes, es necesario contar con un espacio adecuado. Antes, alquilaba un local, pero económicamente era difícil y no disponía de la posibilidad de organizar el espacio como lo necesitaba, así que hace un par de meses logré comprar una casa con un taller independiente junto a mi playa favorita en Abades. Ahora tengo la oportunidad de crear el mar y disfrutar de él”.
La artesana manifiesta que “ahora puedo decir que tengo el taller ideal, donde todo está pensado para la comodidad: sistemas de extracción y ventilación silenciosos, luces que no molesten, suelos que permiten la limpieza de la resina, un espacio suficiente para las mesas de trabajo y la exposición de los cuadros. Soy autónoma y este es oficialmente mi lugar de trabajo”.
Además, explica que, como en la artesanía canaria no existe la modalidad de la resina, lo que le imposibilita obtener el carnet y exponer sus obras como lo hacen otros artesanos, decidió publicarlos en Instagram, a través de la cuenta @angelote_art, sin esperar que tuviera el éxito que ha tenido: “Ahora tengo seguidores de todos los rincones del planeta y mis obras con paisajes canarios están viajando desde China hasta Alaska. Todos los encargos los recibo a través de Instagram, aunque he de decir que debo dedicar más tiempo a las redes y convertirlas en algo más profesional”.
Pero sus clientes únicamente no son del extranjero, sino que gran parte de ellos son isleños: “Nunca podría imaginar que desde los primeros pasos recibiría tanto apoyo de la población local: encargos, comentarios o recomendaciones. A veces me escriben cosas que me hacen llorar. ¡Y lo agradezco tanto! Estoy recreando la playa donde pasaron su infancia, su rincón favorito, los animales que aman; en definitiva, las maravillas del planeta canario. Y es una gran responsabilidad, mis cuadros deben ser obligatoriamente hermosos”.
Asimismo, la han invitado a enseñar su trabajo en una exposición en el MEAM de Barcelona: “Actualmente, estoy preparando una serie de obras para esta exposición, que será dentro de un mes. Mi intención es elaborar tres cuadros, aunque no sé si me dará tiempo, debido a la complejidad y a lo cuidadosa que soy. Quiero enseñar nuestras costas canarias y sorprender a los allí presentes”.
MEDIOAMBIENTE
Uno de los propósitos de María es ayudar al medioambiente. Como la mayoría de su tiempo libre lo pasa en el océano, ve con sus propios ojos el gran problema de la basura marina: plásticos, cuerdas o redes fantasmas: “Al igual que muchos isleños, trato de recoger la basura en las playas, cuando salgo en bote y también cuando buceo. Lo que no se han dado cuenta es que esa basura que se recoge se puede reutilizar. Y es un material hermoso, resistente y gratuito. En otros países hacen cuadros, muebles, decoraciones e incluso paneles para decorar paredes de aeropuertos u hoteles con los restos de cabos y redes fantasmas. Yo he probado a combinar cuerdas marinas con resina para hacer relojes, souvenirs o mesas. Y, para mi sorpresa, todo se vendía genial. Muchas personas comenzaron a ayudarme y a traerme cuerdas y redes. Me gustaría hacer más, pero desafortunadamente solo tengo dos manos y no puedo hacerlo todo”.
A parte de crear, María también imparte cursos. “Viene gente de todos los países para aprender. Tengo alumnos que han venido a Tenerife especialmente para tomar clases conmigo desde varios países de Europa, EE.UU. e, incluso, de Australia. Tengo muchas ideas y el mundo de la resina es infinito. ¡Live your dream!, como me dijo una de mis clientas”.