Por increíble que parezca, la historia es cierta: hace 10 años, el Polo Norte se situó muy cerca de Tenerife. En torno a junio de 2014, Isabel Coixet (Barcelona, 1960) rodó en la Isla, en unos días muy calurosos, Nadie quiere la noche (2015), tras filmar los exteriores en Noruega y también desarrollar el proyecto en estudios de Bulgaria. Aquí, en Plató del Atlántico, se creó el iglú en el que los dos personajes principales de la película experimentan los momentos más dramáticos. La joven inuit Allaka (Rinko Kikuchi) y Josephine (Juliette Binoche), que ha viajado de Boston a Groenlandia en busca de su marido, el explorador norteamericano Robert Peary, quien supuestamente, aunque no está del todo claro, fue el primero en conquistar el Polo Norte, en 1909. “Cuando Juliette Binoche abraza un personaje, el mundo deja de existir”, afirmaba entonces Coixet en un encuentro con los periodistas.
Tras un decenio, y una vez que la geografía recuperó al fin su orden y el Polo Norte vuelve a estar rodeado y congelado por el Ártico, la directora y guionista ha regresado al lugar de los hechos. Esta vez, para recibir el homenaje de la IV Muestra de Cine Español, organizada hasta ayer sábado por Multicines Tenerife y la Asociación Cultural Charlas de Cine, con el patrocinio del Ayuntamiento y la Universidad de La Laguna, y entre cuyos colaboradores figura la Fundación DIARIO DE AVISOS. La cineasta estrenó en 2023 Un amor, que se ha podido ver en la muestra junto con La vida secreta de las palabras (2005), y ya prepara una serie, que rodará en París a partir de septiembre: Alguien debería prohibir los domingos por la tarde.
-Si uno echa un vistazo a su filmografía, encuentra que el amor, en distintas formas y derivadas, es casi una constante. En el caso de su película más reciente, ‘Un amor’, ¿qué fue lo que más le interesó de la novela de Sara Mesa en la que se basa?
“Pues, precisamente, que llamándose Un amor, es una historia muy poco romántica. Es un relato de autodescubrimiento. Una historia en la que llegas a un lugar desconocido y, a través de esa circunstancia, te vas encontrando. No sé hasta qué punto en este caso se trata de una historia de amor, pero sí que es verdad que algunas de mis películas hablan de amores imposibles, otras de amores que cristalizan y otras en las que incluso esos amores acaban bien; pocas, pero hay algunas”.
“El cine me permite expresarme, encontrarme, construirme; aunque ahora me deprimo cuando ruedo, y esto es un problema”
-Usted es guionista y ha contado en la pantalla sus propias historias. ¿Cuál es la principal diferencia o, si prefiere, la mayor complejidad que afronta cuando traslada al lenguaje cinematográfico, al suyo, los relatos que han concebido otros?
“He hecho bastantes adaptaciones literarias durante esta carrera, aunque me resulta mucho más fácil rodar algo que he escrito yo desde un principio. Sin embargo, creo que soy una persona que precisamente se caracteriza, entre otras cosas, por buscar muy poco lo fácil. Y esa es, al fin y al cabo, la historia del proceso que he seguido cada vez que me pongo a trabajar en una nueva película [ríe]”.
-En ‘Un amor’ contó con un elenco de intérpretes en el que figuraron, entre otros, Laia Costa y Hovik Keuchkerian. ¿Suele tener más o menos claro qué actrices y qué actores han de encarnar su historia o eso es algo que toma forma poco antes de comenzar a rodar?
“Normalmente, sí que lo tengo claro. En este caso, cuando leí la novela, enseguida vi a Laia. Ya había trabajado con ella en la serie Foodie Love (HBO, 2019). Esa experiencia me permitió conocerla como actriz durante meses. Me gustó mucho su trabajo, me lo pasé muy bien y me pareció una intérprete inteligente, capaz, generosa, buena persona, que es algo muy importante también, y, sobre todo, muy versátil. De manera que desde un principio supe que quería que Laia interpretase a Nat, la protagonista de Un amor. En cambio, Hovik no se parece en nada a la descripción que hay en la novela de su personaje [Andreas], pero también le vi desde el principio. Con los años aprendes a confiar en tu instinto y en Un amor la experiencia y el instinto me dijeron que aunque sobre el papel no se pareciera, en el interior sí se iba a parecer”.
-¿Cómo es su forma de trabajar? ¿Todo está planificado y concretado al detalle o existe un margen durante el rodaje para que la película recorra otros caminos según se va filmando?
“Llego a los rodajes con los deberes hechos, porque eso luego es lo que me permite improvisar. Creo que uno tiene que tener una idea bastante clara y precisa acerca de lo que quiere lograr al filmar una historia, porque es precisamente entonces cuando llegas a sentirte libre y eres capaz de recurrir a la improvisación”.
“Llego a los rodajes con los deberes hechos, porque eso luego, precisamente, es lo que me va a permitir improvisar”
-Ha acudido a la Isla para recibir en La Laguna el homenaje de la IV Muestra de Cine Español de Tenerife. Si usted misma hiciera un ejercicio de síntesis, ¿qué diría que busca y qué ha encontrado haciendo cine?
“Tengo muy pocos problemas identitarios: el cine es mi país y, al sentirlo así, me encuentro bien o mal en cualquier sitio. El cine me ha permitido expresarme, encontrarme, construirme. Ahora lo que me pasa es que me deprimo cuando estoy rodando, y eso es un problema”.
-¿Suele revisitar sus películas? Si es así, ¿qué emociones son las más recurrentes cuando vuelve a ver uno de sus trabajos?
“No es algo que haga habitualmente. Sin embargo, es curioso: últimamente sí que he visto algunas. Por ejemplo, han hecho una nueva copia de Cosas que nunca te dije (1996, con Lili Taylor y Andrew McCarthy) y me gustó mucho volver a verla. Porque, claro, es una copia muy bien restaurada por la Filmoteca de Cataluña. Al contemplar esas imágenes, los colores… Es como ver por primera vez la película que creé. Me ha encantado”.
-Su carrera le ha llevado a rodar fuera de España. Desde esa perspectiva, ¿qué diría que le falta al cine español, si es que considera que carece de algo, o en lo que quizás aún es necesario avanzar, con respecto a cinematografías de otros países?
“Creo que no le falta nada. ¿Qué nos gustaría a los cineastas? Pues que fuera más gente al cine, pero eso ya es una cuestión histórica y generacional. Está claro que muchos jóvenes continúan descubriendo el cine y enganchándose a él, pese a esa competencia digital de miles de cosas a las que resulta muy difícil enfrentarse. En el cine español hay talentazo, hay grandes directoras y directores, hay buenísimas actrices y actores, hay grandes directores y directoras de fotografía… Creo que tenemos de todo. ¿Nos falta dinero? Bueno, no sé. Ya se sabe que los cineastas siempre nos quejamos y queremos más, pero no hacen falta grandes presupuestos… Cuando uno tiene una historia bonita y genuina que contar, uno la cuenta; con o sin dinero”.
“Cuando uno tiene una historia bonita y genuina que contar a través de una cámara, uno la cuenta, con o sin dinero”
-¿Qué disfruta más de todo el proceso que va entre la idea para una película que surge en su cabeza y su plasmación?
“Disfruto mucho en el rodaje, en las localizaciones, en el casting… Hay muchas cosas con las que me lo paso muy bien. Lo que peor llevo es lo de promocionar las películas”.
-¿Hay algún elemento común, alguna constante, en cada proyecto cinematográfico que le mueva a sentirse interesada e implicarse en él?
“Creo que eso es un misterio. ¿Por qué una historia sí y otra no? ¿Por qué te sientes llevada a hacer una película y no otra? Es un enigma. De alguna manera, las historias que vas encontrando por ahí y decides escribir conectan con una parte tuya que hasta cierto punto es inconsciente, que ignoras. Muchas veces me lo preguntan y, sí, puedo dar argumentos, recrear, reconstruir los motivos, pero en realidad las verdaderas razones nunca las llego a conocer”.
-¿Y qué historia desea contar ahora?
“En septiembre voy a rodar una serie para la cadena Arte. Un relato que ocurre en París, para el que he escrito ocho capítulos, de media hora cada uno. Hace unos años, rodé una de las historias de Paris, je t’aime [2006, la titulada Bastille], pero será la primera vez que haga todo un proyecto en francés y me hace mucha ilusión [la serie se llamará Alguien debería prohibir los domingos por la tarde, título que también recibió un libro de 2011 en el que Isabel Coixet reunió sus artículos publicados en El Periódico; relatará “la historia de amor que nunca ocurrió” entre la cantante, actriz y modelo francesa Françoise Hardy y el cantautor británico Nick Drake, y contará en su elenco con el actor estadounidense Tim Robbins]”.