El litoral de San Cristóbal de La Laguna es un entorno precioso. No obstante, la tranquilidad de las piscinas naturales y las aguas abiertas puede tornarse peligrosa en cuestión de minutos. En estos espacios, el equipo de Proactiva gestiona el servicio de vigilancia, salvamento, socorrismo y asistencia, un despliegue esencial para proteger a los bañistas en zonas como Bajamar, El Arenisco, Jover y La Barranquera.
Con la experiencia que les otorga su labor diaria, los socorristas no solo se enfrentan el mar en sus momentos más duros, sino también a las imprudencias que pueden llevar a un fatal desenlace. Jesús Negrín y Alejandro Alemán, socorrista y coordinador del servicio, respectivamente, comparten la realidad que se vive en la costa lagunera con testimonios que revelan la importancia de la prevención y la respuesta rápida.
Un rescate fuera de horario
El pasado miércoles 18 de septiembre, sobre las 10.15 horas, Jesús Negrín se encontraba entrenando en la zona de la piscina natural de Punta del Hidalgo. Aunque el servicio aún no estaba oficialmente activo -abre a partir de las 11.00-, su presencia allí resultó vital.
“De casualidad estaba entrenando por la zona y, una vez salí del agua, me estaba secando, y me percaté de que una señora estaba en apuros. Salí corriendo y me tiré de nuevo al agua. Le estaba dando un síncope. Afortunadamente, no llegó a más. La cogí y la saqué hacia la orilla”, recuerda Jesús.
En esta ocasión, la situación pudo resolverse sin mayores consecuencias. Pero tal y como señala Negrín, la mayoría de los incidentes en estas zonas tienen que ver con imprudencias. “No respetar las zonas de balizados y las advertencias de los socorristas cuando está el mar un poco movido” son los comportamientos más habituales y peligrosos. A pesar de las advertencias, muchos se arriesgan en aguas que se vuelven traicioneras con facilidad.
La respuesta en emergencias
No todas las historias tienen un final feliz. Una semana después del incidente con la señora, un varón sufrió una parada cardiorrespiratoria mientras nadaba en la misma piscina de La Punta. En situaciones así, el protocolo se pone en marcha de inmediato. “Primero se nos activa desde Punta del Hidalgo como apoyo. Nosotros estamos en Bajamar con un Vehículo de Intervención Rápida (VIR) y nos informan de que hay un señor en parada cardiorrespiratoria”, relata Negrín.
Cuando el equipo llegó, los compañeros ya estaban realizando maniobras de reanimación. Aunque el tiempo de respuesta fue de solo tres minutos, y a pesar de haber seguido cada paso del protocolo, incluyendo el uso del desfibrilador y el masaje cardiaco durante más de una hora, el paciente no pudo ser salvado. “Da rabia cuando se hace todo bien y pasa esto”, admite Negrín, subrayando lo fundamental que es actuar con inmediatez.
El desafío de coordinar la seguridad costera
Alejandro Alemán destaca que la tarea de coordinar un equipo así no está exenta de dificultades. “En invierno, fines de semana y festivos, nos vemos sobrepasados por el volumen de plantilla que tenemos”, afirma, lo que evidencia la necesidad de más recursos.
Asimismo, la prevención es una herramienta crucial en su trabajo, sobre todo con las personas que no son locales y desconocen las corrientes. “El problema no es tanto con los locales, que se conocen las corrientes de salida y entrada del mar, sino con las personas que vienen de fuera”, explica Alemán.
A pesar de los esfuerzos para delimitar las áreas seguras, siempre hay quienes se saltan las indicaciones. “Si una persona se mete con bandera roja no podemos sancionar porque no somos la Policía Local”, añade.
El trabajo más allá del litoral
En ocasiones, los socorristas reciben avisos para atender emergencias fuera de las zonas de baño, como maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) en domicilios, debido a la falta de recursos disponibles.
En palabras de Alejandro Alemán, “atendemos RCP en domicilios lejos de las instalaciones llamados por el 1-1-2 que, al no haber recursos disponibles porque están bloqueados en urgencias, vamos nosotros. Incluso atragantamientos en restaurantes”.
Estas situaciones demuestran la versatilidad y la importancia del servicio. Los socorristas son más que vigilantes del litoral; son, en muchas ocasiones, la primera línea de respuesta en emergencias.
Un mar traicionero y las imprudencias
En el litoral de La Laguna, las imprudencias son algo así como el enemigo de la prevención. Los bañistas, muchas veces sin ser conscientes del peligro, ignoran las indicaciones. Incluso las estadísticas respaldan la gravedad de la situación: durante el mes de agosto, seis personas fallecieron ahogadas en Canarias, mientras que otras quince sufrieron percances de carácter moderado.
Las playas continúan siendo el entorno con mayor siniestralidad, y el 64% de las muertes por sumersión sucedieron en horario de tarde, cuando la confianza puede llevar a relajarse más de la cuenta.
El mar, sin duda, es implacable. Como destaca la Asociación para la Prevención de Accidentes en el Medio Acuático ‘Canarias, 1500 Km de Costa’, la prevención es el mejor salvavidas.
En las palabras de los socorristas de La Laguna queda claro que, a pesar de los esfuerzos, no siempre es posible salvar una vida, pero cada segundo cuenta, y es el compromiso del equipo el que puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.
Este servicio de vigilancia, salvamento, socorrismo y asistencia no es solo necesario, es esencial. Las personas que vigilan el litoral lagunero lo hacen con la responsabilidad de quienes saben que la línea entre la vida y la muerte es tan fina como una ola traicionera.