Un extraño visitante apareció en las remotas playas del noroeste de Islandia por primera vez en ocho años. Un oso polar fue avistado en la región de Westfjords, sorprendiendo a los residentes locales. La noticia rápidamente movilizó a las autoridades, que, tras evaluar la situación, tomaron la difícil decisión de abatir al animal.
La propietaria de una casa rural fue la primera en alertar a la policía al observar al imponente oso en la playa. Este tipo de avistamiento es extremadamente raro en Islandia, ya que el último oso polar fue visto en 2016. Se cree que el animal llegó a la isla flotando en un témpano de hielo desde Groenlandia, su hogar natural.
El calentamiento global ha causado un aumento en la cantidad de icebergs que se desplazan hacia las costas islandesas, facilitando el paso a especies como el oso polar. Sin embargo, la falta de seguridad en la reubicación del animal y los riesgos que representaba tanto para él como para los habitantes locales llevaron a las autoridades a tomar la decisión de abatirlo pocas horas después de su detección.
Este oso, que pesaba entre 150 y 200 kilos, ha sido trasladado a Reikiavik para realizar estudios y analizar su estado de salud, confirmando que estaba en buen estado físico. Sin embargo, las preocupaciones por la posible transmisión de enfermedades y las complicaciones logísticas para devolverlo a Groenlandia hicieron que la reubicación fuera inviable.
El oso polar, una especie catalogada en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), sigue enfrentándose a una dura realidad: el cambio climático y la pérdida de su hábitat. Estos episodios destacan la vulnerabilidad de esta especie, que lucha por sobrevivir en un mundo que cambia rápidamente, mientras el Ártico se deshiela y su principal fuente de alimento, las focas, se vuelve cada vez más escasa.