De cada diez mujeres que conocemos, al menos tres, son víctimas de violencia física, sexual o psicológica que ejerce sobre ellas un hombre que es su pareja o lo fue en algún momento. A simple vista, parece complicado reconocer en el entorno próximo a esas mujeres que se enfrentan a situaciones violentas un día detrás de otro, pero la realidad de los datos constata que están, aunque, por diferentes circunstancias, no siempre se ven.
Muchas de esas mujeres tienen hijos e hijas que padecen también esa violencia y se convierten en la vía que tienen los agresores para seguir atormentando a sus madres, sobre todo, cuando ellas han decidido o han podido romper el vínculo.
Las cifras las da la Encuesta Europea de Violencia de Género, pero hay otras, que nos tocan de cerca, como las que revelan que 4.954 mujeres y 619 niños, niñas y adolescentes fueron atendidas el año pasado en los recursos de la Red Especializada de Violencia de Género de Tenerife, dependiente del IASS.
Cientos de ellas requirieron que se actuara de emergencia porque peligraban sus vidas, y muchas tuvieron que ser refugiadas en centros de acogida inmediata con sus hijos e hijas, incluso en viviendas de larga estancia, ante la imposibilidad de volver a sus casas. Los casos más extremos han implicado el traslado de esas mujeres fuera de la isla, lejos de su entorno y de su agresor: el desarraigo a cambio de mantenerse vivas.
Hay más datos, como el de las 6.639 mujeres que, en Canarias, están registradas en el Sistema de Seguimiento Integral de Violencia de Género (VioGén). La mitad de ellas, 3.378, tienen hijos e hijas menores a su cargo.
La mayoría de estas mujeres tienen entre 31 y 64 años pero también hay 108 que son menores de edad y ya le han visto la cara a la violencia machista. Además, hay 169 que superan los 65 años; y hay 1.687 jóvenes de entre 18 y 30 años que también figuran en el sistema de vigilancia en el Archipiélago.
Todas ellas están clasificadas según el nivel de riesgo al que se enfrentan y reciben diferentes grados de protección por parte de la policía y la justicia. Desde la información sobre medidas preventivas o controles aleatorios al agresor y su entorno, hasta la vigilancia intensiva de la víctima y sus hijos, así como del hombre que amenaza su integridad, en los casos de riesgo elevado o extremo.
Las profesionales que trabajan en la atención a las víctimas de violencia machista coinciden en que todas estas cifras ofrecen una aproximación a la realidad, pero aseguran que se quedan cortas.
El miedo, la dependencia económica, la vergüenza, el sentimiento de culpa, la carencia de una red de apoyo o la falta de información son solo algunas de las causas por las que la violencia contra las mujeres permanece oculta y solo da la cara de la puerta para adentro, donde el agresor se siente poderoso e impune.
Las denuncias ante la policía o las mujeres que acuden a los servicios de atención son “la punta de un iceberg que esconde situaciones muy complejas”, según explica la psicóloga de la Unidad Orgánica de Violencia de Género de Tenerife.
Denunciar no siempre es una opción viable para muchas mujeres y por eso desde los servicios de atención, insisten en que no es necesario para poder recibir atención y apoyo.
“Sería lo deseable porque aumenta la protección de las mujeres y sus hijos, pero en los servicios se atiende a cualquier mujer que lo necesite. Hay que insistir mucho en esto porque las podemos ayudar de manera anónima y totalmente confidencial, no se las va a cuestionar. Tenemos 11 oficinas del Servicio Insular de Atención Especializada para Víctimas de Violencia de Género repartidas por toda la Isla y en 2025 incorporaremos tres más en el norte, sur y zona metropolitana. En ellas hay equipos formados por juristas, psicólogas especializadas, y trabajadoras sociales que prestan una asistencia integral para ayudar a las mujeres y también a sus hijos e hijas”, explican.
La consejera insular de Acción Social, Águeda Fumero, explicó que uno de los objetivos del mandato es incrementar estos recursos para mejorar y especializar la atención a las mujeres, niños, niñas y adolescentes. “Es importante poner el foco en mejorar la atención que ofrecemos a las víctimas, afianzando nuestro compromiso con la erradicación de la violencia”, aseguró.
Anunció, además, la celebración de una jornada en conmemoración del 25N, mañana, lunes, en el Museo de la Naturaleza y Arqueología (MUNA), que contará con una conferencia de la psicóloga especializada Sonia Vaccaro, en la que abordará cuestiones relacionadas con la violencia vicaria: la que ejercen los maltratadores sobre los hijos e hijas para ir en contra de las mujeres y que se da, especialmente, cuando han conseguido separarse de ellos.
En estos casos los agresores utilizan a los menores para perpetuar el maltrato a sus madres, amenazándolas con hacer daño a los hijos e hijas, llevando a cabo dichas amenazas, interrumpiendo sus tratamientos médicos cuando están con ellos, poniéndolos en su contra o utilizando los momentos de entrega y recogida para amenazarlas, insultarlas o humillarlas.
En Canarias, que conste, hay actualmente 100 menores en riesgo a cargo de sus madres, víctimas de violencia de género, 81 de ellos, en la provincia tinerfeña. Además, otros 784 se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Las profesionales señalan que, “lamentablemente, hay muchos casos en los que los patrones se repiten, tanto en los niños, que imitan conductas de los agresores, como en las niñas, que normalizan que se ejerza violencia contra ellas. En los servicios estamos atendiendo a hijas e incluso nietas de señoras que ya atendimos hace años. No obstante, los datos demuestran que esto, que sucede en la mitad de los casos, con la atención adecuada, se puede revertir”.
También señalan que en los últimos veinte años ha mejorado mucho la atención, con las reformas legislativas, el aumento de los presupuestos o la cualificación cada vez más completa de las profesionales. Sobre todo, destacan la importancia de poner el foco en los y las menores, algo que ocurre desde 2021, con la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, que establece medidas de protección al reconocer el daño psicológico que genera presenciar situaciones de violencia de género.
Desde 2003, cuando se empezó el recuento oficial con la Ley de Violencia de Género, 83 mujeres y 8 menores han sido asesinadas, y muchas más antes de esa fecha Es la cara más extrema de la violencia pero no la única. Hay mujeres que viven a diario verdaderos infiernos junto a sus hijos e hijas y necesitan todo el apoyo posible.
Las especialistas no dejan de repetir que es fundamental que la sociedad entienda que combatir la violencia de género compete a todas las personas, educando a los niños y niñas, atendiendo a las nuevas formas de violencia que surgen con las tecnologías, rechazando las conductas machistas, señalando y apartando a los agresores y ayudándolas a ellas a sentir que hay una red que las sostiene.
Las profesionales aseguran que de la violencia se sale y animan a pedir ayuda
La experiencia de las profesionales que trabajan en las unidades de violencia de género demuestra que con una atención adecuada y los recursos necesarios, las mujeres que pasan por el calvario de la violencia machista pueden recomponer sus vidas. Por eso insisten e que el primer paso es pedir ayuda y recueran que hay muchas vías a través de las que se puede hacer de manera anónima.
Señalan que la información y el conocimiento de sus derechos son fundamentales para se decidan a empezar a caminar. “Los servicios de asistencia y las terapias funcionan. Pero tan importante como eso es que, al mismo tiempo, cuenten con otros recursos para que puedan trabajar, formarse, ser independientes económicamente o tengan acceso a una vivienda. Con todo esto, será más sencillo normalizar su vida y la de su familia”. Por eso, insisten en que es indispensable contar con recursos en todos los ámbitos.