Hubo que esperar más de un mes, un tiempo que se hizo interminable para Giuv y Abdoulie, los dos alumnos que estudiaban el segundo curso de un ciclo formativo en el IES La Guancha-Jerónimo Morales Barroso y que este mes debían abandonar su formación académica y el piso tutelado en el que residían al cumplir la mayoría de edad, sin ningún tipo de alternativa habitacional, como casi todos los menores migrantes no acompañados.
Apenas se enteraron de la situación, sus profesores comenzaron a moverse para intentar buscar una solución que evitara la interrupción de sus estudios, que siempre tuvieron buenos resultados.
Esperaron una respuesta por parte de las instituciones implicadas y ONG y, al mismo tiempo, desde el centro educativo se publicó una carta para visibilizar el caso, conseguir los apoyos necesarios y encontrar alternativas que les permitieran culminar el ciclo formativo. Entre ellas, hacer un fondo común para ayudarles a pagar un alquiler hasta final de curso.
La implicación del equipo docente tuvo un efecto inmediato. Al centro llegaban decenas de correos electrónicos de ciudadanos anónimos ofreciendo colaboración y ayuda económica, y también de empresas para que pudieran hacer las prácticas. Un esfuerzo que se vio recompensado la semana pasada. Una familia del Sur de la Isla los acogió, se consiguió el traslado de matrícula a un centro público ubicado en el municipio de Arona y ambos han comenzado una nueva vida académica, según confirmó ayer el director del IES La Guancha, Rubén Gallo.
Desde un primer momento, Gallo fue consciente del desafío social al que se enfrentaba el instituto cuando pidió ayuda para encontrar una solución para los dos jóvenes y no se arrepiente del paso dado.
“Hemos sido muy afortunados por ambas cosas, porque han conseguido un lugar para vivir y continúan con los mismos estudios, un ciclo de Formación Profesional Básica en Servicios Administrativos que los prepara para trabajar en cualquier pequeña y mediana empresa.
Ambos superaron el primer curso y promocionaron al segundo por méritos propios”, apunta. Por ese motivo, el profesorado no se resignaba a que Giuv y Abdoulie tuvieran que interrumpir un camino educativo que iniciaron con mucho esfuerzo y no hicieran las prácticas en empresas para adquirir experiencia y cbtener un título que les abrirá las puertas al mercado laboral.
“Han sido muy bien recibidos, en el instituto y en el barrio, demostrando una vez más su implicación. Uno de ellos está jugando en el equipo de fútbol de la zona”, subraya el director.
“Estamos muy tristes porque no siguen en La Guancha, donde se habían integrado muy bien con sus compañeros, pero lo importante era que pudieran terminar su formación”, insiste. No obstante,la vinculación con el centro seguirá estando ya que se le hará un seguimiento académico, y se ayudará a la familia de acogida con la manutención.
“Es un ejercicio de integración para los jóvenes que llegan en circunstancias difíciles, como lo hicieron en ellos, y al mismo tiempo un ejemplo de solidaridad y el reflejo de una oportunidad, a través del cual se demuestra que el esfuerzo y la inversión que se está haciendo desde la comunidad autónoma vale la pena”, recalca Rubén Gallo.