Gonzalo Ortega Ojeda, catedrático de Lengua Española en la Universidad de La Laguna y experto en dialectología canaria, ha investigado las particularidades lingüísticas del Archipiélago y es autor de obras clave como el Diccionario de canarismos. En febrero de 2025, asumió la presidencia de la Academia Canaria de la Lengua, un cargo que le permite seguir impulsando el estudio y difusión de la lengua canaria.
-¿Qué significa para usted asumir la presidencia de la Academia Canaria de la Lengua? ¿Cómo afronta este nuevo camino, tanto a nivel profesional como personal?
“Aunque suene a respuesta tópica, un gran honor y una gran responsabilidad. Esta es una región hispánica con una fuerte personalidad lingüística y, por tanto, es bueno que exista una institución como la Academia Canaria de la Lengua que vele por nuestras singularidades verbales en los planos fonético, gramatical, léxico y fraseológico. Afronto esta etapa con mucha ilusión porque la tarea que tenemos por delante como corporación es muy densa, siempre con el objetivo puesto en la preservación y en la promoción de nuestro patrimonio idiomático particular”.
-Sabemos que ocupó la presidencia de la Academia Canaria de la Lengua (ACL) entre 2012 y 2015. Han pasado 10 años desde entonces. ¿Nota usted algún cambio significativo dentro de dicha institución?
“El cambio más apreciable es su creciente consolidación, tanto en su funcionamiento como en su proyección en la sociedad de nuestro archipiélago. Muchos de los que tenían reticencias al principio de su periplo las han disipado a la vista del funcionamiento inequívoco y eficiente de la ACL. Al comienzo muchos pensaban que iba a ser una academia para ocuparnos del guanche. Otros temían que representara una duplicación superflua de la RAE. Nada de eso ha resultado así. Esto no supone el menor desprecio a nuestra herencia prehispánica, que la asumimos y la integramos en su justo valor. Por otro lado, todos sabemos que la representatividad de los canarismos en el Diccionario de la Lengua Española (DLE) es muy pobre, por lo que debe haber una entidad que vele de cerca por las particularidades léxicas y fraseológicas canarias”.
-Como nuevo presidente de la Academia Canaria de la Lengua, ¿cuáles son los principales retos y objetivos que se ha marcado para su mandato?
“En primer lugar, consolidar y profundizar las líneas de trabajo que ya están trazadas en la actualidad. Los 25 años de historia de la ACL han servido para saber cuáles tienen que ser las directrices por las que debe transitar la labor de la ACL. Un dialecto se asienta para su legitimación y prestigio en el uso que hagan de él los usuarios. Podríamos decir que, sin hablantes leales, el dialecto se tambalea. Y, en segundo lugar, hay tres pivotes esenciales en los que descansa una modalidad dialectal, que son la literatura regional, los medios de comunicación más inmediatos y la escuela. De ahí que la tarea de la ACL incida en sus proyectos en esas tres patas, tratando de que cada una de ellas constituya un pilar que afiance el dialecto. Si logramos en estos dos años de mandato ahondar y culminar las líneas de trabajo ya emprendidas, podremos al final sentirnos satisfechos”.
“Los jóvenes canarios se expresan de una manera desenvuelta, de tal forma que crece la estima hacia el propio dialecto”
-Al igual que los textos publicados a través de la Academia, sus ciclos de conferencias son muy valorados. ¿Podremos contar este año con proyectos relacionados con este ámbito?
“Hace años que venimos manteniendo una fructífera colaboración con la Consejería de Educación. Todos los años los académicos, incluidos los que no son especialistas en lengua o en literatura, impartimos un número crecido de charlas en centros de enseñanza media. Lo hicimos incluso durante la pandemia, periodo en el que acudimos a los medios digitales para salvar las dificultades de la presencialidad en las aulas. Esas charlas les sirven a los alumnos, pero también a los profesores, porque no conviene olvidar que un número considerable de docentes de lengua y de otras materias proceden de fuera del Archipiélago”.
-¿Qué percepción tenemos hoy los propios isleños del español de Canarias? ¿Ha quedado definitivamente atrás esa especie de complejo o de prejuicio que en algún momento se instaló en la sociedad de nuestras islas?
“Los complejos lingüísticos suelen ser una derivada de los complejos culturales. En tiempos pasados, felizmente superados, los índices de analfabetismo en nuestra comunidad eran, yo diría, sonrojantemente altos. Hoy, producto sobre todo de la general escolarización de los niños y de los jóvenes y del acceso a los medios de comunicación, esa situación ha cambiado mucho. Los estándares culturales, sin ser del todo óptimos, se equiparan a los generales de todo el país. Encuentro que los jóvenes canarios se expresan de una manera desenvuelta, de tal forma que crece la estima hacia el propio dialecto. Que queden algunos residuos de ese complejo en determinados colectivos de hablantes insulares es algo que no hay que sobrevalorar, pues ocurre en todos los dialectos, en especial entre aquellas personas que se sienten más precarias culturalmente”.
-Profesor, ¿podría contarnos cuáles han sido los hitos que han marcado su especialización en la dialectología canaria? ¿Algún mentor o experiencia en particular que considere decisiva en su carrera?
“La dialectología canaria ha sido una de mis líneas de investigación como trabajador universitario. Pero también me han ocupado otras: la enseñanza de la lengua a hablantes nativos, la enseñanza del español a extranjeros, la lexicología, la fraseología, la toponimia… Además de los grandes maestros de la dialectología hispánica (Cuervo, Andrés Bello, Rosenblat, Henríquez Ureña, Amado Alonso…), yo he tenido en la Universidad de La Laguna a dos maestros: Ramón Trujillo y Antonio Lorenzo. Ambos, por suerte, aún están vivos. Ramón Trujillo ha sido mi referente en aspectos relacionados con la lingüística general, pues no se puede hacer lingüística particular sin esa cobertura teórica. Y luego, en el terreno de la dialectología canaria, yo he aprendido mucho de mi colega y entrañable amigo Antonio Lorenzo, quien, pese a su discreción, es con toda seguridad quien atesora más conocimientos y agudeza sobre la variedad idiomática del Archipiélago”.
-En su trayectoria investigadora, ¿cuáles han sido los descubrimientos más significativos sobre la variedad lingüística de Canarias?
“Los aspectos sobre los que más he incidido son los léxicos y los fraseológicos. En este sentido, me he centrado en la descripción positiva de estas vertientes a través de obras de corte lexicográfico y fraseográfico. También me ha interesado el asunto de los gentilicios canarios, tantos los regulares como los burlescos o informales. Igualmente, la toponimia románica de Canarias me ha ocupado bastante, ya en su descripción positiva como en lo relativo a su análisis”.
“No se debe sacralizar las nuevas tecnologías. Sencillamente hay que aprovechar las ventajas que nos ofrecen”
-Desde su perspectiva, ¿cómo ha evolucionado el estudio de la dialectología canaria en las últimas décadas y cuáles consideran que son los desafíos actuales en este campo?
“En las últimas décadas, la proliferación de trabajos de todo tipo, tanto descriptivos como analíticos, sobre el español de Canarias ha sido apabullante. Tanto, que se ha convertido en un tópico afirmar que nuestra variedad idiomática insular es seguramente la más exhaustivamente estudiada de todo el mundo hispánico. ¿Quedan cosas por hacer? Por supuesto. Hay que abordar la historia de nuestro dialecto con mayor sistematicidad. Hay que ahondar en trabajos de corte gramatical, pues la fonética y el léxico han resultado hasta ahora más privilegiados…”.
-Además de su trabajo académico, también ha incursionado en la literatura. ¿De qué manera su interés por la modalidad lingüística canaria ha influido en su escritura creativa?
“Sí. También tengo una faceta literaria, narrativa en concreto. Quizá esto sea una osadía. En todo caso, en mis narraciones intento llevar al texto aquellos recursos lingüísticos canarios que considero que son pertinentes en cada momento. Sin exagerar y sin incurrir en caricatura. Las potencialidades literarias de nuestro léxico regional y de nuestra fraseología son indiscutibles, como lo son las de otros dialectos hispánicos. Aquí podríamos citar autores que van desde Lorca a Juan Rulfo, pasando por García Márquez o Vargas Llosa, por citar unos pocos. El reto es saberlas explotar con inteligencia, dosis y tacto. Yo nunca he hecho literatura costumbrista, que, además de muy difícil, es enteramente legítima. Ahí tenemos el caso paradigmático de nuestro Pancho Guerra”.
-¿De qué manera cree que la elaboración de diccionarios y estudios léxicos, como el ‘Diccionario de canarismos’, contribuye a la preservación y fortalecimiento de la identidad cultural de Canarias?
“La mera existencia de diccionarios de regionalismos constituye un hecho relevante para los hablantes en ellos representados. Es como si se dijera: he aquí la riqueza de su variedad dialectal, que se suma obviamente a la riqueza del caudal léxico general. La descripción del léxico y la fraseología dialectales en los diccionarios les confiere a los usuarios un cierto orgullo y, consiguientemente, una seguridad. Por eso, la ACL nació con una vocación descriptiva más que normativa. Cuando una palabra aparece en un diccionario hecho con un mínimo de rigor, ello representa una especie de oficialidad. Se pasa de lo real a lo oficial. Pues bien, esa circunstancia les proporciona a los usuarios representados en el diccionario una confianza. Al final, se convencen de que su patrimonio idiomático es de buena ley”.
-En un mundo cada vez más digitalizado, ¿qué papel jugarán las nuevas tecnologías en el trabajo de la ACL para difundir y preservar el español de Canarias?
“No hay que sacralizar las nuevas tecnologías. Sencillamente hay que aprovechar sus ventajas. Por ejemplo, la publicación de diccionarios digitales ha representado un avance enormemente significativo en la accesibilidad a la información que contienen estas obras. Nosotros en la ACL tenemos la versión digital del Diccionario básico de canarismos. Pronto colgaremos en la red el nuevo Diccionario general de canarismos. Al mismo tiempo, tenemos una revista digital, que recoge sobre todo trabajos de lengua y de literatura vinculados al Archipiélago. También la ACL está a punto de poner a disposición del público la Biblioteca Digital del Español de Canarias, con las obras de los lingüistas académicos y de aquellos otros autores que han dado su visto bueno para incorporar las suyas. Hemos ideado algunos juegos educativos. En fin. Podríamos decir que nos hemos adaptado con sentido práctico a los nuevos tiempos”.
“En tiempos pasados, felizmente superados, los índices de analfabetismo eran sonrojantemente altos en las Islas”
-Mirando hacia atrás en su trayectoria como investigador, docente y ahora presidente de la ACL, ¿cómo imagina el futuro del dialecto canario en las próximas generaciones? ¿Cree que su uso y reconocimiento seguirán fortaleciéndose?
“Hay una tendencia muy acusada al tremendismo en este sentido. El español de Canarias no corre el menor riesgo de perderse. Los aspectos fonéticos son los que son, y no hay signo alguno que permita pensar que esta vertiente esté siendo mediatizada desde el exterior. Entre otras cosas, porque la pronunciación es algo que tiene fueros propios. En la gramática, entre otros aspectos, hay uno que se suele considerar como preocupante: el empleo de las segundas personas del plural en pronombres y verbos. Además de ser un aspecto presente tradicionalmente en algunas islas (en La Gomera y más residualmente en Tenerife y La Palma), se oye de vez en cuando en boca de algunos hablantes canarios, sobre todo jóvenes y urbanos. De momento, es un fenómeno incipiente. Lo prueba el hecho de que las formas ustedes siguen siendo aplastantemente mayoritarias. Lo que resulte de este fenómeno en el futuro no lo sabemos. En cuanto al léxico, donde algunos agoreros sitúan la mayor regresión de nuestras peculiaridades, hay ciertamente un léxico no designativo (sustantivos abstractos, adjetivos y verbos) que estarían acusando una cierta decadencia, en especial en las áreas urbanas, en beneficio de los recursos generales del idioma. En palabras como magua, guineo o enchumbar. Lo mismo sucedería con una parte importante de la fraseología (refranes, dichos, modismos). En cambio, el léxico más designativo no corre riesgo de perderse salvo que desaparezca su referencia. Es el caso de voces como tabaiba, tagasaste, tajinaste, perenquén, folía, pardelera, caña (en el juego del envite, farol), morisca (color de cabra), etc. Teniendo en cuenta que más de la mitad del léxico regional suele ser de este último tipo, el español de Canarias, algo más difuminado tal vez, seguirá vivo y coleando en el futuro próximo.”.