El investigador, periodista y escritor Julio Torres es uno de los mayores conocedores de la historia de La Laguna, también, por supuesto, de su Semana Santa. Recientemente ha publicado un libro Mis recetas laguneras, indispensable para todos aquellos amantes de la gastronomía. En él, ofrece el secreto para elaborar el mejor chocolate de la Madrugada lagunera.
Julio Torres considera que “las recetas que conserva La Laguna forman parte de un patrimonio intangible importantísimo” y recuerda que los conventos y huertas que albergaba la ciudad ya desde el siglo XVI están íntimamente relacionadas con la tradición culinaria, especialmente con la producción de verduras, que cobraban especial protagonismo en la época de Semana Santa.
Torres recalca las aportaciones hechas por familias y establecimientos laguneros a lo largo del tiempo para preservar estos platos. “Gracias a los vecinos que conservan las recetas en la casa, hemos podido sacar y recuperar para todos estas joyas de la cocina lagunera, que es una parte importante de nuestro patrimonio”, aseguró el autor.
El chocolate de la Semana Santa de La Laguna
“Es costumbre lagunera que para paliar la soledad del Señor de La Laguna, lo acompañemos en la Madrugada. Hace un frío tremendo, y cuando te detengas para descansar debes de procurarte un chocolate calentito, hogareño, de ese que hacen en las casas laguneras y que te ofrecen con buñuelos, torrijas o cañitas del Señor… para hacerte más llevadera la Madrugada”, señala el propio Torres.
Ingredientes
-2 litros de leche
-1 tableta de chocolate a la taza
-1 cucharada de maicena
Elaboración
El propio Julio Torres da las claves para que el chocolate de la Madrugada de la Semana Santa lagunera salga a la perfección: “Ponemos a hervir la leche a fuego suave, reservando un poco para diluir la maicena. Cuando hierva, añadimos el chocolate partido en trocitos, bajamos a fuego medio, y removemos para que el chocolate se disuelva. Cuando esto suceda, se le añade la maicena, diluida en un poco de leche, y se sigue removiendo hasta que rompa el hervor. Bajamos entonces el fuego y lo tenemos un par de minutos.
Dejamos reposar un rato antes de servir”.