Es un referente, de siempre, del legado cultural y etnográfico de Canarias, aunque ni mucho menos se le ha hecho caso como merece y deberían las Islas por su propio bien patrimonial, cultura y memoria. Manuel Juan Lorenzo Perera no tiene pelos en la lengua. Este premio Canarias de Cultura Popular en 2022, director del grupo folclórico de la Facultad de Educación (1981) y codirector del Aula Cultural de Etnografía de la Universidad de La Laguna (1995), denuncia en lo que sigue la “tristeza” que le producen muchas de las fiestas de pueblos o a gran escala en el Archipiélago, contaminadas por lo que llama la “triple V: verbenas, ventorrillos y voladores”. Además, lamenta el efecto del turismo y avisa de la pérdida de los maestros y maestras de la tierra para no perder y más bien recuperar múltiples joyas.
-¿Qué fiestas y tradiciones se han recuperado bien en Canarias en los últimos años y décadas?
“Como acostumbro a hacer, me referiré siempre y, esencialmente, a lo que conozco y a aquellas cosas con las que me he sentido orgulloso y apasionadamente involucrado. En dicha directriz, haré mención a tres manifestaciones milenarias: el baño de las cabras en el mar, la tradición de Matar la culebra y el baile de las libreas de El Lugar, en Buenavista del Norte, recuperadas, respectivamente, en 1986, 1997 y 1998. Las dos primeras tuvieron por última sede de representación al Puerto de la Cruz. Quienes lo destrozaron, acabaron con ellas bajo la convicción de que eran incompatibles con el boom turístico; embobados, atoletados, llamaban al Puerto de la Cruz la pequeña New York y al barrio de Punta Brava, Washington. El estallido y consecuencias de la guerra civil española, así como el fallecimiento de quien la promovía y organizaba, Cho Juanico Walón, acabaron por silenciar a la librea de Buenavista del Norte. En diciembre de 2024, se presentó (debido, como casi siempre, a la iniciativa y al empeño particular) un tema navideño, herencia de los troncos viejos, olvidado y desconocido: los cantares de Pascuas de la isla de Tenerife”.
-¿Cuáles no se han recuperado o tergiversado en el intento?
“En Canarias, quedan miles de libros por escribir, así como una muy considerable cantidad de tradiciones por recuperar, pero es conveniente hacerlo pronto: los maestros y maestras de la tierra continúan muriéndose. Podemos mencionar a los carneros de Las Portelas, estampa que se remonta al tiempo de los romanos; el oso de El Palmar que, igualmente, hunde sus raíces en la Antigüedad; la madrugadora tamboreada de la víspera de Los Remedios, en Buenavista del Norte, el antiguo entierro de la sardina, machanguesca y crítica, tan diferente al chicharrito capitalino, que se imita hoy en la mayor parte de las poblaciones de Canarias; la quema del Judas, desaparecida, desde hace años, en varias poblaciones isleñas (Buenavista, Puerto de la Cruz…)…”.

-¿Cree que se pueden recuperar y qué hay que hacer, qué le propone a las administraciones y a la sociedad civil o entidades privadas y vecinales?
“Todas ellas, y tantas más, son perfectamente recuperables. Es cuestión de tener coraje, de sentirnos orgullosos de nuestra tradición, la herencia de nuestros mayores, el bien más sublime que puede tener un pueblo. Los pueblos orgullosos veneran la tradición, son perseverantes. Nosotros, los canarios, nos hemos aburrido de muchas cosas. Pueblos orgullosos, amantes y defensores de su legado cultural, son, entre otros, los vascos, los catalanes, los japoneses… Bajo nuestra consideración, ha sido una batalla en la que se han involucrado muy pocos y reconocidos efectivos. Tal vez relacionado con pensamientos como los siguientes: Lo que no se conoce, difícilmente puede amarse y defenderse y porque la historia, a nosotros los canarios y canarias, nos ha condenado a ser ignorantes de nuestra propia realidad”.
-¿Qué le parece cómo se celebran hoy las fiestas de pueblo, las romerías, los bailes de magos, los carnavales, el día de los difuntos y demás…?
“Muchísimas veces dan pena. Se observa un claro predominio de la triple V: verbenas, ventorrillos y voladores. Las viejas tradiciones festivas (toques anunciadores de campanas, corridas de toros no sanguinarias, comedias o entremeses, juegos infantiles auspiciados en la plaza pública…) que deberían servir para darle raigambre a las fiestas, están relegadas al olvido u ocupan un lugar muy insignificante, no se valoran como lo que son: un auténtico tesoro cultural. Las ferias de artesanía han pasado a convertirse, en numerosos casos, en ferias de jipería. Y es más, muchos oficios, de reconocida raigambre, han desaparecido o llevan camino de hacerlo: albarderos, herreros, frontileros, zapateros, toneleros, carpinteros, latoneros, fogueteros… A los bailes de magos, salvo raras y honrosas excepciones, los llamo verbenas de magos. Las viejas tradiciones del Carnaval, muchas milenarias, tal como hemos referido, continúan sumidas en el olvido y la indiferencia. Los grupos folklóricos que suelen animar las fiestas son, en su inmensa mayoría, grupos recreativos pentagramistas. No han llegado a la conclusión, tal vez por desconocimiento, de que otra de las joyas culturales que tenemos en Canarias es, precisamente, la música oral, ‘aprender de oídas’, la forma de música más antigua que ha conocido el ser humano y que (a trompicones y ‘de la mano de Dios’) ha prevalecido en Canarias, digna de involucrarse en los planes de estudio de conservatorios, escuelas de música, centros de formación de maestros… La vida tiene dos componentes: la fiesta y el trabajo. Los géneros folklóricos relacionados con este último, muchos de ellos de tradición milenaria (meciendo la leche, llamando a las abejas, arando, moliendo…), no ocupan lugar en las carpetas repertoriales de la inmensa mayoría de las agrupaciones musicales del Archipiélago”.
-¿Qué hacer contra la contaminación de fuera y las modas con las nuevas generaciones…?
”La alternativa a esta lamentable y desconsoladora estampa consiste (y lo hemos expuesto en todos los foros posibles) en introducir la cultura tradicional canaria, de forma seria y continuada, en todos los centros educativos, desde la Educación Infantil a la Universidad. Seguro que cuando eso se lleve a cabo, espectáculos como los bailes de magos, las ofrendas florales, las romerías… ganarán en dignidad y autenticidad. Muy pocos saben lo que ha costado mantener bien alta la bandera del orgullo en un mundo tan complejo y controvertido como es la propia Universidad: una auténtica lucha sin cuartel”.