El próximo 1 de mayo tomará posesión como obispo de Tenerife el sacerdote grancanario Eloy Alberto Santiago Santiago (Las Palmas de Gran Canaria, 1973), quien sustituirá al frente de la Diócesis Nivariense al palmero Bernardo Álvarez tras su jubilación. El nuevo prelado cuenta con una dilatada experiencia a pesar de su juventud. Ha sido diplomático de la Santa Sede con destinos en el Vaticano, Colombia, África Meridional y Gran Bretaña, así como capellán del Papa, profesor de Teología y párroco en diferentes localidades de las Islas. El lema episcopal que ha elegido es Ut ministraret (“para servir”), que es en realidad, según confiesa, el lema que le ha acompañado en toda su vida sacerdotal. Coincidiendo con la celebración de la Semana Santa, DIARIO DE AVISOS ha querido entrevistar al obispo electo para conocer un poco más al sacerdote y hombre que en apenas dos semanas se convertirá en el jefe de la iglesia católica en Santa Cruz de Tenerife.
En sus primeras declaraciones, ha confesado que su designación como obispo de Tenerife le sorprendió, no se lo esperaba. ¿Empezar su carrera episcopal en su tierra es más una ilusión especial o una mayor responsabilidad?
“Yo diría que más una ilusión especial, en cuanto la responsabilidad está por el servicio que se presta como obispo, donde quiere que sea. Pero el hecho de que sea en nuestra tierra, en nuestras Islas, con un conocimiento de nuestra realidad eclesial y social, ciertamente es un motivo de especial alegría e ilusión, además de un desafío apasionante”.
El lema episcopal que usted ha elegido es ‘Ut ministraret’, “para servir”. ¿Por qué lo eligió?
“Elegí esas palabras tomadas del evangelio según san Marcos porque siempre me han acompañado en mi vida de sacerdote. Un texto en el que Jesús resume lo que ha sido su vida: ha venido no a ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Desde pequeño, en mi casa aprendí el valor del servicio descubriendo el gozo de poder servir a los demás. La vida de Jesús fue una vida de servicio a la voluntad del Padre en el servicio a los demás. Así deseo que también sea esta nueva etapa en mi vida. En todo amar y servir, decía san Ignacio de Loyola. Quisiera, al menos lo intentaré de corazón, que mi ministerio episcopal en nuestra Diócesis nivariense sea así”.
Además de sacerdote, usted ha sido diplomático de la Santa Sede con una importante experiencia internacional, en el Vaticano, Colombia, África Meridional y Gran Bretaña. Pero, además ha sido desde capellán de Su Santidad, hasta profesor de Teología y formador del Seminario diocesano, pasando por párroco en diferentes localidades de las Islas. ¿Dónde se ha sentido más cerca de Dios y dónde más cerca de los hombres?
“Aunque pudiera parecer una respuesta elaborada, he de afirmar que en todos y cada uno de esos servicios que he prestado en la Iglesia, pues la cercanía a Dios y a las personas va en tu persona, en tu ser sacerdote: tanto si uno está dedicado exclusivamente a la oración o en un apostolado activo. Sí es verdad que seguramente hay ámbitos donde se experimenta esa cercanía de forma más directa, como puede ser en el parroquial”.
¿Cuáles son las prioridades que se marca como máximo responsable de la Diócesis Nivariense?
“La prioridad inicial y final es, sin lugar a dudas, contribuir a la evangelización, a anunciar a Jesucristo como aquel que puede dar sentido y plenitud a nuestra vida, y a nuestra sociedad. Ahora bien, al comenzar esta nueva misión quiero, ante todo, conocer la diócesis, lo que significa estar a la escucha de las personas para poder discernir prioridades y trabajar juntos, de forma sinodal, como nos pide el Papa”.
Al hablar usted de los desafíos pastorales a los que se enfrenta la Iglesia, menciona “el secularismo de una sociedad que vive como si Dios no existiera, la escasa vivencia de la fe de muchos bautizados, la lacra de los abusos, la escasez de vocaciones, el pesimismo estéril”, etc. ¿La Iglesia está en crisis, la sociedad está en crisis o están las dos en crisis?
“A nadie se le escapa que vivimos tiempos difíciles. Es paradójico el contraste entre los importantes avances en la ciencia, en las comunicaciones y en tantas cosas buenas a favor del ser humano y de toda la creación, y, al mismo tiempo, parece que no avanzamos, sino que retrocedemos, en las relaciones entre las personas y los pueblos, que somos menos humanos, diríamos. Los signos de muerte como son las guerras, la violencia, los abusos, las desigualdades, las injusticias… se siguen haciendo presente. Es indudable que estamos en un momento de crisis, no sólo del mundo y de la iglesia, o crisis moral o económica, sino, más profundamente, crisis del ser humano, crisis antropológica, como decía Benedicto XVI”
¿Es necesario propiciar una mayor presencia de las mujeres dentro de la Iglesia Católica? ¿Es partidario de que las mujeres accedan al sacerdocio?
“Yo no diría que hay que propiciar la mayor presencia de las mujeres, que ya están presentes y son en muchos lugares pilares de las comunidades, al igual que de la vivencia de la fe en las familias. En lo que sí hay que seguir avanzando es en fomentar la corresponsabilidad de los laicos en la misión de la Iglesia, tanto en el interior de la misma como en la sociedad. Y también ahí el papel que la mujer, desde su peculiaridad propia, aquello que san Juan Pablo II llamaba el genio femenino, puede y, más aún, debe aportar a la vida de la Iglesia. Por eso me parece acertado los pasos que se están dando desde el Vaticano a muchas diócesis de confiar puestos relevantes a mujeres. La cuestión del sacerdocio entiendo que es distinta porque no se trata de que la importancia viene por ser sacerdote, entonces potenciaríamos esa mentalidad clerical con la que estamos combatiendo. Se trata de un servicio dentro de la comunidad eclesial. En la iglesia existe, ante todo, una igualdad fundamental que viene del bautismo, de la condición de bautizados, ésta es nuestra grandeza y nuestra dignidad, el ser hijos e hijas de Dios, las vocaciones y ministerios que surgen al interior de la comunidad es secundario, viene después, en esa rica pluralidad que el Espíritu Santo promueve manteniendo siempre la unidad fundamental”.
¿Qué le parece la respuesta que están dando las instituciones, los colectivos y la ciudadanía de Canarias ante la crisis migratoria? ¿Somos lo suficientemente solidarios?
“La respuesta que se está dando en nuestras Islas creo que es, al menos, admirable, pues con nuestros pobres recursos estamos intentando acoger a un número muy elevado de personas que superan nuestras capacidades. En general, creo que los canarios sí somos solidarios y estamos abiertos a acoger. Lo que pasa es que eso choca cuando uno ve que otras instituciones de ámbito superior al de nuestra Comunidad Autónoma no hacen todo lo que pudieran o debieran y se desentienden como si fuera un “problema” sólo nuestro. Eso sí crea frustración. O también cuando se utiliza los migrantes para promover discursos ideológicos xenófobos movidos por el mal realizado por una minoría de los muchísimos que llegan a nuestras costas. No podemos olvidar que hablamos de personas, de humanos, como tú y como yo. Con sus familias, sus historias, sus dificultades, sus esperanzas…”.
Cáritas Diocesana está realizando una gran labor en favor de los más desfavorecidos en Canarias. ¿Cree que está suficientemente reconocida y apoyada por las instituciones?
“Me parece que la sociedad en general, en su amplio espectro, reconoce la labor realizada por Cáritas diocesana y por los numerosos voluntarios y colaboradores de las Cáritas parroquiales. Lo que sí creo es que esta gran labor necesita el apoyo ciertamente de las instituciones, pero también de quienes formamos la Iglesia, ante todo, y de toda la ciudadanía”.
¿Cree que la Iglesia debe ser más contundente contra los abusos sexuales dentro de ella?
Indudablemente, aunque lo estamos siendo. Pero no sólo en la persecución de los abusos sexuales, como dices, sino también en hacer de la Iglesia, hoy, un espacio seguro para nuestros niños y las personas vulnerables mediante la adopción de protocolos y de medidas de buenas prácticas, como ya se está haciendo. Esta determinación que tenemos en la Iglesia hemos de llevarla a toda la sociedad, en sus distintos ámbitos, también en la familia. Se requiere una sana educación sexual en el respeto de las personas, reconociendo su dignidad y sacralidad, que no es un objeto de placer, sino que es un sujeto; luchar contra la difusión de la pornografía y su consumo que, en muchos casos, lleva a la adicción, que a través de las redes se está dando hasta en personas cada vez más jóvenes; cuidar la selección y formación, también la formación continuada, de las personas que están llamadas a trabajar con los menores y personas vulnerables… Hay muchas cosas a hacer para seguir avanzando en la lucha contra esa lacra en la Iglesia y en nuestra sociedad”.
El Papa Francisco había manifestado en varias ocasiones su disposición a viajar a Canarias para conocer de cerca el drama de la migración en la ruta atlántica. ¿Cree que, a pesar del delicado estado de salud del Santo Padre, aún hay posibilidades de que cumpla su deseo?
“La verdad es que lo veo complicado. La edad y el estado de salud, como hemos podido ver en estos días, hace que su situación sea delicada. Aun así, el Papa Francisco destaca por tomar decisiones o actuar de forma inesperada, por lo que… quién sabe. Ciertamente sería una bendición para nuestras Islas, un espaldarazo a la labor que se está realizando, y permitiría también que el foco internacional se dirija a la realidad migratoria por la mortífera llamada ruta atlántica, lo que podría llevar a una mayor implicación de las instituciones nacionales e internacionales. Pero no sé si el Papa podrá realizar ese deseo que ha expresado en varias ocasiones”.
Para muchas personas, la Semana Santa es fundamentalmente un periodo de vacaciones. ¿Qué mensaje enviaría a esas personas y a los cristianos, especialmente, ante esta nueva evocación de la Pasión de Cristo que vivimos estos días?
“Les haría una invitación: aprovechar estos días para entrar en este misterio asombroso y sorprendente de amor total, sin medida, del amor del Dios que se ha hecho hombre y que entrega su vida por nosotros, por nuestra felicidad, por nuestra salvación. Mirar la cruz para ver en ella el mayor gesto de amor que nos anima a no perder la esperanza, porque Cristo, nuestra esperanza no defrauda, como estamos recordando en este año jubilar. La esperanza de que el dolor, el sufrimiento, el pecado y la muerte no tienen la última palabra… De que no hemos de desesperar ni tirar la toalla en la vida… Porque la última palabra, en este diálogo, la tiene Dios, el Dios de la vida y del amor, el Dios de la misericordia y el perdón, el Dios que tanto ha amado al hombre como para enviar a su propio Hijo no para condenarnos, sino para salvarnos. Vivamos así estos días del Triduo Pascual”.
Permítame terminar con una pregunta menos seria: ¿usted cree que la Virgen de Candelaria podrá hacer un ‘milagro’ para que no descienda el CD Tenerife?
“Yo sólo digo lo que Jesús afirmó en el Evangelio: Todo es posible para el que cree (Jajaja). De todas formas, algunos amigos más futboleros que yo me han hecho notar que, después de mi designación, a finales del pasado mes de febrero, el CD Tenerife parece que ha ido mejorando… (Jajaja). Pero nada. Como sabemos, en el deporte hay muchos factores que entran en juego, nunca mejor dicho”.