Las protestas ciudadanas bajo el lema Canarias tiene un límite han vuelto a recorrer las Islas para reclamar un turismo más sostenible. Ayer, las manifestaciones arrancaron en torno a las 11.00 horas de forma simultánea (esa era la idea, aunque algunas lo hicieron con retraso). Fuentes de la Delegación del Gobierno cifraron la participación en unas 23.190 personas.
Solo Tenerife reunió a 15.000 personas (9.000, según la Policía). En Gran Canaria se contabilizaron 5.000; en Lanzarote, 2.000; en La Palma, 500; Fuerteventura, 500; La Gomera, 100, y en El Hierro, 90. La plataforma organizadora eleva la respuesta ciudadana a las 90.000 personas (300, en Madrid). “Líderes en turismo y en pobreza: los esclavos de Europa”, “Es hora de despertarnos, nos jugamos el futuro de nuestra casa”, “Por un mar limpio, no más vertidos”, rezaban algunos de los carteles en la concentración tinerfeña. Era la tercera convocatoria de estos colectivos, tras las de 2024, contra un modelo económico “sostenido en la turistificación, la especulación, la desigualdad y el crecimiento infinito” de una tierra “muy limitada”. Los promotores se quejan de que, pese a las “multitudinarias manifestaciones”, las instituciones han reaccionado “ignorando” sus demandas, “manipulando” y con normativas “regresivas”, “profundizando en la crisis social, económica y ambiental”.
En declaraciones a los medios de comunicación, Helena Espinosa, de ATAN, ilustró esa “exigencia” de un cambio de modelo: “Insisten en este turismo de masas, en esta fórmula que agota nuestros recursos y modo de vida No estamos en contra del turismo. Estamos a favor de un modelo en el que se controle y mida la cantidad de turistas que somos capaces de recibir en unas islas ya colapsadas. Vamos por los 18 millones de turistas al año y parece que esto va a más. Seguimos con campañas, con ese llamamiento sin aforo y sin límite”. El documentalista y activista Felipe Ravina incidió en que, un año después de las primeras protestas de Canarias tiene un límite, “los proyectos ilegales siguen adelante, siguen destruyendo la isla”, sin establecerse “límites” al turismo y al crecimiento de población. “En los últimos 20 años, la población que viene de fuera ha aumentado en 600.000 personas, y somos un territorio muy limitado que no puede sostener, ni por recursos ni por espacio, un aumento infinito de personas”. Ravina recalcó que este movimiento está siendo “tan grande” que los políticos “ha comenzado a utilizar diferentes técnicas de manipulación” en los medios de comunicación, “disfrazando” ciertas iniciativas de “sostenibles” cuando “no lo son” mientras “no se hace absolutamente nada”.
Urgen la paralización de “proyectos destructivos” y el derribo de aquellos ya declarados ilegales; una moratoria hotelera y vacacional “real”; una ley de residencia; impulsar energías renovables sin “expoliar” el territorio; la protección de los espacios naturales y “una verdadera tasa turística”; la restauración de ecosistemas; soberanía alimentaria y energética; además del rechazo a macroproyectos como trenes, ampliaciones de carreteras, autopistas, puertos y aeropuertos. Abogan por la defensa del patrimonio cultural y social; medidas inmediatas para detener los “millones de litros de vertidos contaminantes al mar” y la creación de una ley de restauración ambiental.
Las movilizaciones se extendieron a las ciudades de Granada, Valencia, Barcelona, Madrid, Bilbao, Pamplona, Santiago de Compostela y Berlín. En la emblemática Puerta del Sol se escenificó un alegato contra la masificación turística en Canarias. Coreando cánticos, cerca de un centenar de personas ataviadas con camisetas amarillas y portando banderas clamaron por un modelo económico “más sostenible” para el Archipiélago. “Nuestro objetivo es servir de altavoz a todo a la movilización social organizada en Canarias desde el 20 de abril del año pasado contra el modelo turístico parasitario que está destruyendo nuestra tierra, precarizando nuestra gente y expulsándola de nuestros barrios”, expuso Javier Cruz, de Diáspora Canaria. Sus propuestas incluyen una ecotasa que proteja los espacios naturales, una ley de residencia que proteja de la “especulación inmobiliaria”, soberanía energética y alimentaria. Otra joven, Fiorela, apuntó que “hay municipios donde el porcentaje de suelo turístico es mayor que el residencial”, y criticó que el bienestar de los residentes en Canarias se esté “ahogando en cemento”. Alquileres de 1.000 euros “o que vayas a alquilar y te echen en el verano por el alquiler turístico”, algo que se sufre también en Baleares, “no tiene sentido”, comentó.
En Santa Cruz de Tenerife (desde la plaza de Weyler) se mostraron pancartas con el rostro de César Manrique e imágenes de excrementos que, denunciaron los promotores, “inundan las playas”. Rubén Pérez, portavoz de Salvar la Tejita, exigió la paralización de los macroproyectos urbanísticos que “están destruyendo lugares muy sensibles”, como El Médano y el Puertito de Adeje. En Las Palmas de Gran Canaria, la comitiva partió del Auditorio Alfredo Kraus, con proclamas centradas en los problemas que existen para acceder a una vivienda y peticiones de paralizar proyectos como el Salto de Chira y la planta de biogás de La Atalaya, que los convocantes ven incompatibles con la ecoisla a la que aspira el Cabildo. En nombre de Ben Magec-Ecologistas en Acción, Noelia Sánchez, profirió que el Gobierno canario y la patronal minimizan las reivindicaciones sobre “la saturación turística y de los espacios naturales” o “los problemas del alquiler vacacional”.