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Se va de Alemania, construye su casa en Tenerife con materiales reciclados y su vida da un giro radical

La vivienda cuenta con jardín, dormitorio, salón-comedor, baño con ducha e incluso fontanería. “La hice yo mismo”
Martin, afincado en Tenerife. DA

Cerca de El Puertito, un pequeño enclave costero del suroeste de Tenerife, ha surgido una comunidad poco convencional formada por residentes y extranjeros que han optado por levantar sus propias viviendas con materiales encontrados en distintos puntos de la Isla. Entre ellos se encuentra Martin Schmidtt, un alemán de 62 años que decidió dar un giro radical a su vida tras sufrir una crisis nerviosa.

Tal y como relata al diario británico Express, Martin ha pasado los últimos tres años construyendo su hogar junto a una caravana. La vivienda cuenta con jardín, dormitorio, salón-comedor, baño con ducha e incluso fontanería. “Lo hice yo mismo”, asegura mientras señala el horno que instaló con sus propias manos.

Originario de Heidelberg, este antiguo mecánico de una fábrica de recipientes revestidos de vidrio explica que tras más de cuatro décadas de trabajo en Alemania, su salud se resintió. “Dormía tres o cuatro horas por noche y tenía que tomar medicación para el cerebro. Estaba muy enfermo”, cuenta. Ahora, en cambio, asegura que duerme ocho horas sin necesidad de pastillas y se siente más sano que nunca. “Tengo 62 años, y la mayoría de la gente no lo cree”, afirma.

Schmidtt cultiva sus propios alimentos y se abastece de agua mediante un tanque compartido con otros vecinos de la zona. Disfruta de la tranquilidad del entorno y del buen tiempo habitual en la isla. Incluso observa una palmera cercana para calcular si el viento es demasiado fuerte antes de ir a nadar.

Sin embargo, el avance de la construcción turística en la zona amenaza con alterar ese estilo de vida. Según explicó al Express, el ruido constante de maquinaria y taladros procedente de las obras de un nuevo hotel y varias villas resulta cada vez más “molesto”.

Pese a ello, Martin destaca el valor de la comunidad que se ha formado en torno a estas viviendas improvisadas: “La mayor parte del tiempo estoy solo, pero mis vecinos y amigos me visitan. Es una comunidad agradable”. Calcula que alrededor de 50 personas viven cerca de él, y unas 300 más cerca del paseo marítimo, muchas de ellas canarias.

Schmidtt no oculta su preocupación por el acceso a la vivienda en el Archipiélago: “Los pisos en Canarias están fatal. Son muy caros porque los turistas pagan todos los precios de las vacaciones. El trabajador canario medio no puede pagar ese precio”.

Con su estilo de vida austero y autosuficiente, Martin ha encontrado en Tenerife una nueva oportunidad para empezar de cero. Una vida sencilla, marcada por el contacto con la naturaleza y la búsqueda de bienestar, en uno de los últimos rincones costeros que, según él, conservan algo del espíritu que una vez definió a la Isla.

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