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Del MPAIAC al grito por Palestina: repercusión y chinchetas en la Vuelta

La cita deportiva se convierte en un espejo de las fracturas sociales, desde las Islas en los 80 hasta Oriente Próximo en la actualidad
Del MPAIAC al grito por Palestina: repercusión y chinchetas en la Vuelta
Del MPAIAC al grito por Palestina: repercusión y chinchetas en la Vuelta. DA

La Vuelta Ciclista a España nunca ha sido sólo un deporte. Desde hace casi cuatro décadas, la carrera que presume de ser “la ronda de los paisajes” también ha sido usada como pantalla global para mensajes políticos y sociales, a veces incómodos, a veces disruptivos, y muchas otras veces un indicador de la posición de una sociedad.

En 1988, Canarias fue escenario de un acto vandálico sin precedentes impulsado por sectores próximos al Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC). En 2025, el eco de aquella protesta vuelve, esta vez con otro trasfondo: el reconocimiento del genocidio en Gaza y el rechazo a la participación del equipo financiado por el Estado de Israel, el Israel– Premier Tech.

1988: Canarias y el ciclismo, un escaparate inesperado

La edición de 1988 fue la primera que arrancó fuera de la Península. Tenerife y Gran Canaria recibieron las tres etapas iniciales de una carrera que desembarcaba en el Archipiélago con aspiraciones de proyección internacional.

El 25 de abril, el italiano Ettore Pastorelli, casi un desconocido, se impuso en la primera etapa en Tenerife.

Pero la competición deportiva quedó marcada por los incidentes en la carretera. Sectores afines al MPAIAC, que venían denunciando la “españolización” del territorio y reclamaban la independencia de las Islas Canarias, aprovecharon la visibilidad de la prueba para plantar chinchetas en el asfalto y obstaculizar el paso del pelotón y dejando a su paso decenas de pinchazos.

Lo que para unos fue una agresión al orden público , para otros representó un gesto de resistencia política, aprovechando la Vuelta como escaparate internacional para amplificar su mensaje y ganar notoriedad.

Gaza, Israel y un boicot global

Treinta y siete años después, la historia se repite, aunque con un nuevo rostro. Durante la 16ª etapa de La Vuelta 2025, en su trayecto desde Poio hasta Mos. Castro de Herville, varios grupos de manifestantes interrumpieron la carrera lanzando chinchetas y tratando incluso de abalanzarse sobre los ciclistas y provocando pinchazos en las ruedas de los competidores, generando multitud de altercados. La policía trató de frenar los intentos de invasión.

El corredor neerlandés Daan Hoole (Lidl-Trek), campeón nacional contrarreloj y vencedor de la crono del Giro en Pisa, describió lo ocurrido:

“Empezó con mucha gente en la carretera con banderas, que está bien, es su derecho, pero se está volviendo cada vez más hostil y desagradable. En la neutralizada tiraron chinchetas que causaron un montón de pinchazos”.

Los manifestantes, esta vez también, buscaban algo más que ruido: querían denunciar lo que califican como genocidio en Gaza y señalar directamente al equipo financiado por Israel como un símbolo a combatir en la carretera. La protesta, amplificada por redes sociales y medios internacionales, ha encendido el debate sobre los límites de la reivindicación política en el deporte, con duras declaraciones de representantes políticos y figuras reconocidas del mundo del deporte.

La Última etapa en Madrid: precaución y “respuestas firmes”

La etapa final en Madrid ha encendido las alarmas entre instituciones y corredores.

Tras una reunión interna, el pelotón acordó detener la carrera si se repiten incidentes como los ocurridos en la 16ª jornada.

El propio alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, reclamó al delegado del Gobierno que ‘no titubee’ frente a quienes intenten ‘reventar’ la Vuelta, y exigió una respuesta ‘firme y contundente’ para garantizar que el desenlace del domingo se dispute con normalidad.”

El paralelismo es inevitable. En 1988 fueron los independentistas canarios quienes utilizaron la Vuelta para proyectar su causa. En 2025, son colectivos solidarios con Palestina quienes repiten la táctica.

La diferencia está en el alcance. Lo que en 1988 se interpretó en clave local —una muestra del pulso independentista en Canarias—, hoy se inserta en un conflicto global que fractura gobiernos y sociedades enteras. España rueda en primera línea del pelotón, obligada a posicionarse frente a una situación que muchos describen como cada vez más distópica. Y esta vez, ocurre bajo la mirada del mundo entero.

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