Son muchas las historias paranormales que se producen en los hospitales de todo el mundo, que salen a luz gracias a los testimonios de sanitarios y pacientes. Son tantas que habría para escribir miles de artículos, pero hoy quiero hablar de un lugar muy concreto, el Hospital del Tórax de Tenerife, situado en el barrio de Ofra, justo en la frontera entre Santa Cruz y La Laguna, a muy pocos metros del Hospital de La Candelaria, del que es dependiente.
Este centro fue inaugurado en 1944 y el día 8 de agosto de ese mismo año recibió a sus primeros pacientes, 96 enfermos de tuberculosis, lo que lo convirtió en un hospital de referencia para tratar esta enfermedad infecciosa que ataca a los pulmones, y que tuvo mucha incidencia en Tenerife en esa época. Al ser esta una patología mortal y contagiosa la gente evitaba a toda costa acercarse al lugar, no fueran a infectarse.
Las experiencias fantasmales que les voy a describir a continuación son extraídas del libro escrito por los periodistas canarios Alfonso Ferrer y Alfredo Moreno titulado ‘Los fantasmas de La Candelaria’, que fue publicado en 2016 tras tres años de investigaciones y entrevistas a pacientes y sanitarios, y en el que no solo cuentan los sucesos acontecidos en el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, sino también los ocurridos en su centro anexo, el Hospital del Tórax, un edificio de solo cuatro plantas que desde que fue construido está considerado como maldito.
Lo primero que llama la atención de este fantasmagórico lugar es los sucesos que han tenido lugar en una habitación situada en la cuarta planta. En esa estancia, durante unas obras de mantenimiento, unos operarios abrieron un agujero en la pared y descubrieron que había una pequeña habitación secreta, en la que solo había un tocador, un espejo y un crucifijo, y todos muy antiguos.
Estas dos habitaciones, la principal y la secreta descubierta tras la pared, parecían estar malditas, porque todos los enfermos que eran instalados ahí empeoraban su estado de salud de forma inmediata. Llegó a hacerse una investigación para intentar resolver el misterio, por si todo tuviera que ver con algún hongo o bacteria que estuviera por algún rincón de la estancia, o en el aire acondicionado, pero no se halló nada sospechoso, y esto llevó a los responsables del centro a llamar a un cura para que bendijera el lugar. Ninguna fuente explica si surtió efecto la acción del cura, y no sabemos si acabó con la maldición ni si en esas habitaciones colindantes sigue habiendo pacientes en la actualidad. Suponemos que no.
Pero hablemos del área de cuidados paliativos, en la tercera planta del edificio, donde están los enfermos irreversibles a los que quedan muy pocas horas o días de vida, y más concretamente de la habitación número 29. Ahí, desde hace unos diez años, y siempre por la noche, al menos cuarenta enfermos y algunos sanitarios han observado una especie de sombra o silueta negra con forma humana provista con un sombrero de copa que se acerca a la cama de los pacientes terminales, los observa unos segundos y da media vuelta y se marcha por la misma puerta por donde apareció, o simplemente se desvanece.
Esta aparición de la figura de negro, al haber sido presenciada por tantos testigos, es muy creíble, y podríamos concluir que realmente puede tratarse de alguna entidad o fantasma que está en ese lugar tan concreto con la misión de guiar a las almas de los que allí fallecen en su camino hacia ‘el otro lado’, una tarea esta de guiar hacia el otro mundo que en otras ocasiones parecen realizar los espíritus de familiares ya muertos de los pacientes que están ingresados en esa habitación 29 y en otras estancias del área de paliativos. Al menos la mitad de las personas que han muerto aquí, antes de morir aseguraron haber sido visitadas por algún familiar ya fallecido, con el que incluso pudieron mantener una conversación.
Pero otras veces quien aparece por paliativos, según los testimonios de los enfermos, son figuras religiosas tales como la Virgen o Jesucristo, o incluso como una monja vestida de blanco que ha sido vista no solo por esa planta, sino también por la capilla del hospital, y no solamente ha podido ser observada por los pacientes, sino también por los enfermeros, médicos y vigilantes.
En definitivas cuentas, son muchos los fenómenos paranormales que se producen en este Hospital del Tórax de Tenerife, también conocido como Hospital de Ofra, como una luz blanca y muy brillante que envuelve a algunos enfermos justo en el momento de fallecer, pero estos ejemplos reflejados en este artículo son suficientes como para entender que este lugar está impregnado de fuerzas sobrenaturales que escapan a la comprensión de la mayoría.
Lo bueno es que todos estos espíritus (o lo que sean) que divagan por este hospital parecen no estar ahí para molestar ni para hacer daño, sino más bien para ayudar, por ejemplo, guiando a los enfermos terminales hasta ese lugar que llamanos ‘el otro lado’.
Hay otras historias espeluznantes que se producen en otros centros médicos de nuestras islas, como en el Hospital Universitario de Canarias, donde hace seis años tuve la oportunidad de entrevistar a una enfermera que trabajaba ahí y me habló del espíritu de un niño que se mueve por la planta de oncología infantil y que se le aparece a muchos de los menores de edad que están ahí ingresados y a los que les restan muy pocas horas de vida. Este espíritu es reconocido por los sanitarios como el de un niño de unos diez años que falleció en el lugar tiempo atrás, ya que la descripción que dan los menores de edad que están moribundos siempre es la misma y coincide con la de aquel niño.