La mayor parte del territorio venezolano permanecía el día de hoy sin electricidad después de 20 horas en el apagón más prolongado que haya sufrido el país sudamericano, sumido en una crisis económica y un tenso clima político con medio mundo.
El «presidente» Nicolás Maduro ordenó el cierre de las escuelas y dependencias del gobierno y pidió a los comerciantes que no abran para facilitar el trabajo de las cuadrillas que tratan de restaurar el servicio en el país.
El apagón afecta a 22 de los 23 estados del país, según comunicados de medios locales. En algunas zonas de Caracas, que hasta ahora no había sufrido los problemas que aquejan a la red nacional, el servicio comenzó a restablecerse paulatinamente.
El metro de Caracas se paralizó totalmente, lo que obligó a cientos de personas a lanzarse a la calles para tratar de llegar a sus trabajos y la mayoría de los semáforos estaban fuera de servicio, lo que provocó gran congestionamiento en las vías públicas.
En la maternidad de la Clínica Ávila, en un barrio rico del este de Caracas, había madres llorando mientras las enfermeras con velas monitoreaban los signos vitales de bebés prematuros en incubadoras cuando se apagaron los generadores de respaldo.
«Esto es horrible. No sé cómo haremos sin luz», afirmó Zaida Rodríguez, una técnica cardiovascular de 40 años, mientras caminaba por una de las principales avenidas del este de Caracas junto a decenas de personas que intentaban llegar a pie a sus trabajos.
Tras un recorrido de más de cuatro kilómetros hasta la clínica privada donde trabaja, sus jefes le ordenaron que se retirara porque sólo trabajarían con el personal mínimo para ahorrar la electricidad del generador y utilizarla sólo para los casos más urgentes.
«¿Cómo es posible que en un país petrolero como éste no tengamos un sistema de emergencia para este tipo de cosas? Esto es patético», indicó la mujer mientras se sostenía la cabeza con ambas manos. «Ahora no sé cómo me voy a regresar a mi casa porque no hay metro», agregó.
El gobierno atribuyó el apagón a una «guerra eléctrica» dirigida por Estados Unidos. El ministro de Comunicaciones, Jorge Rodríguez, dijo que extremistas de derecha empeñados en provocar caos, que recibían órdenes del senador republicano Marco Rubio, habían «perpetrado un sabotaje criminal brutal contra nuestro sistema de generación», aunque no presentó pruebas de ello.