Los arqueólogos en la antigua ciudad de Teotihuacán, en México, vuelve a estar en el punto de mira gracias a un hallazgo que ha sorprendido tanto a especialistas como al público general: arqueólogos localizaron piscinas de mercurio líquido y láminas de mica en las cámaras subterráneas de la Pirámide de la Serpiente Emplumada. Este descubrimiento, realizado hace una década por el investigador mexicano Sergio Gómez, ha cobrado nueva relevancia tras viralizarse en redes sociales, reavivando el debate sobre la función real de estos materiales en la civilización teotihuacana.
Los arqueólogos coinciden en que se trata de un hallazgo excepcional por la dificultad de obtener mercurio en estado líquido en la antigüedad. El metal debía extraerse del cinabrio, un mineral rojo compuesto por sulfuro de mercurio, a través de un complejo proceso de calentamiento. Además, debía transportarse de forma segura, pese a su alta toxicidad. Esta hazaña, reconocen los arqueólogos, demuestra un conocimiento técnico y logístico muy avanzado para una cultura que floreció hace casi dos milenios.
El mercurio como símbolo ritual según los arqueólogos
Según los arqueólogos que dirigieron la excavación, el mercurio pudo haber tenido un significado ritual. En las cosmologías mesoamericanas, los espejos, el agua y las superficies brillantes eran considerados portales hacia el inframundo. En este sentido, los ríos de mercurio representarían lagunas o corrientes sobrenaturales que conectaban a los vivos con los dioses y los muertos.
La hipótesis ritualista cobra fuerza al compararse con otro hallazgo célebre: el Mausoleo del Primer Emperador Qin en China, descrito en antiguos textos como un palacio rodeado de ríos de mercurio. Los arqueólogos remarcan que este paralelismo es una prueba de cómo diferentes culturas antiguas otorgaban un valor simbólico similar a este material tan difícil de manipular.
Más allá del mercurio, la presencia de láminas de mica en las cámaras subterráneas ha sorprendido a los investigadores. Este mineral, con propiedades aislantes y reflectantes, se encontraba en cantidades abundantes en Teotihuacán, pese a que su fuente más cercana conocida está en Brasil, a miles de kilómetros de distancia.
Algunos arqueólogos sostienen que su uso fue meramente ritual, reforzando la idea de espejos sagrados. Otros, sin embargo, han planteado una hipótesis más arriesgada: la posibilidad de que mercurio y mica fueran parte de un dispositivo energético. Aunque esta teoría no es aceptada oficialmente en el ámbito académico, ha alimentado el interés público y ha puesto a Teotihuacán en el centro de especulaciones sobre tecnologías antiguas.
Un hallazgo que replantea la arqueología de Teotihuacán
El trabajo de Sergio Gómez y su equipo de arqueólogos no se limita a interpretar materiales. Durante la excavación también encontraron cerámica, figuras simbólicas y restos orgánicos que refuerzan la hipótesis de que la pirámide era un espacio ritual vinculado a la élite gobernante. Para Gómez, la evidencia apunta a que el complejo subterráneo fue diseñado como un escenario del viaje al más allá de un gobernante desconocido.
Los arqueólogos destacan también la complejidad de las técnicas de construcción empleadas: túneles revestidos, cámaras selladas y estructuras capaces de mantenerse estables durante siglos bajo toneladas de piedra. Estas características, afirman, convierten a la Pirámide de la Serpiente Emplumada en uno de los ejemplos más sofisticados de ingeniería prehispánica.
El hallazgo ha trascendido el ámbito académico y se ha convertido en un tema recurrente en foros internacionales. Para los arqueólogos, lo más intrigante es que estructuras tan diferentes como la Gran Pirámide de Egipto, el mausoleo de Qin en China y las pirámides mesoamericanas compartan la presencia de materiales poco comunes como el mercurio y la mica.
Este hecho ha llevado a algunos arqueólogos a proponer que existían paralelismos culturales más profundos de lo que se pensaba, tal vez motivados por la observación de fenómenos naturales compartidos.
Lo cierto es que Teotihuacán, con sus avenidas monumentales y sus complejos religiosos, sigue planteando más preguntas que respuestas. Los arqueólogos continúan trabajando para descifrar si el uso del mercurio líquido fue puramente simbólico, parte de un ritual funerario, o si responde a un conocimiento técnico que todavía no comprendemos del todo.