¿Balizas V16 obligatorias? ¡Otra norma innecesaria en la era del smartphone!
Desde enero de 2026, todos los conductores en España estarán obligados a llevar en su coche una baliza V16 conectada, según lo establece la DGT. La medida, a simple vista, parece una buena idea: mejorar la seguridad en carretera sustituyendo los antiguos triángulos por una luz visible y con geolocalización. Pero si profundizamos un poco más, ¿realmente necesitamos este nuevo gadget? ¿O es otra imposición innecesaria en la era en la que todos llevamos un smartphone en el bolsillo?
Porque sí, puede que estas balizas sean más seguras que un triángulo, pero ¿por qué imponerlas cuando ya existe una alternativa evidente y mucho más barata, más universal y más lógica? Vamos a desmontar la narrativa de su supuesta utilidad.
Ya llevamos el dispositivo en el bolsillo: el móvil
Vivimos en 2025. Prácticamente el 100% de los conductores lleva un smartphone con GPS y conexión a internet. Usamos el móvil para absolutamente todo: navegación, avisar al seguro, hacer videollamadas si tenemos una avería… Incluso tenemos apps que detectan accidentes o condiciones peligrosas en la vía en tiempo real (Waze, Google Maps, etc.).
Entonces, ¿por qué no crear una aplicación oficial de la DGT, con acceso a la geolocalización del móvil, que haga exactamente lo mismo que promete la baliza V16?
- Emitir un aviso a la red DGT 3.0 de que hay un vehículo detenido en una vía.
- Localizar en tiempo real la posición del coche.
- Mostrar esa alerta en los navegadores GPS del resto de conductores.
La infraestructura ya existe. El hardware ya lo tenemos. ¿Realmente era necesario obligar a 30 millones de conductores a comprar un cacharro más?
¿Innovación o negocio encubierto?
No podemos ignorar el trasfondo económico de esta medida. Las balizas V16 conectadas cuestan entre 40 y 60 euros por unidad, y su vida útil es limitada, ya que muchas vienen con batería integrada no reemplazable (4 a 5 años).
Haz cuentas: si todos los conductores tienen que comprar una, estamos hablando de un negocio de cientos de millones de euros.
- ¿Quién gana aquí? ¿Los conductores o las empresas que fabrican y venden las balizas?
- ¿Por qué solo unos pocos fabricantes están homologados por la DGT?
- ¿Por qué no se permite a los móviles cumplir la misma función si pueden hacerlo mejor?
Es inevitable preguntarse si esta obligación responde a un interés de seguridad… o a un nuevo peaje tecnológico disfrazado de progreso.
España, otra vez el alumno que va por libre
Lo más desconcertante es que España es el único país del mundo que va a hacer obligatoria esta baliza conectada.
Ni Francia, ni Alemania, ni Italia, ni ningún otro estado de la UE lo exige. De hecho, si eres extranjero conduciendo en España, tú sí puedes seguir usando los triángulos sin problema. Pero si eres español y no llevas tu baliza homologada, prepárate para la multa: 200 euros.
¿No suena eso a doble rasero?
¿Desde cuándo se justifica una medida de seguridad con excepciones según tu nacionalidad? ¿No sería más lógico esperar a un estándar europeo antes de imponer un sistema que solo sirve dentro de nuestras fronteras?
Limitación funcional: solo sirve en España
Otro gran defecto de la baliza V16 conectada es que su funcionalidad está limitada al territorio español. La conexión con la DGT 3.0 es útil… pero únicamente aquí.
¿Vas a Francia o Portugal con tu coche? La baliza no servirá más que como linterna. No se conectará con ningún sistema de alerta, ni avisará a nadie. Un gadget caro con fecha de caducidad (por batería y por tecnología).
Además, como depende de una red de comunicaciones, ¿qué pasa si estás en una zona sin cobertura? Spoiler: la baliza no enviará ningún aviso. Una linterna cara.
La solución lógica: una app oficial (o al menos, una opción)
El problema no es que la baliza V16 sea mala. No lo es. Puede ser útil, sobre todo para personas mayores o conductores que no manejan bien la tecnología móvil. Pero obligar a todos a comprarla y convertirla en el único método válido es un sinsentido.
¿Por qué no dar al conductor la posibilidad de elegir?
- Opción A: Instalar una app oficial gratuita que cumpla con el protocolo de seguridad y que envíe las señales pertinentes desde el móvil.
- Opción B: Comprar la baliza V16 conectada si prefiere un dispositivo físico.
Eso sería tecnología con sentido común. Eso sería dar poder al ciudadano. Y eso sí sería una innovación real en seguridad vial.
¿Qué mensaje estamos enviando?
Lo preocupante no es solo la baliza. Es el precedente. Con esta medida, se normaliza la idea de que cada cierto tiempo se nos puede obligar a comprar tecnología, aunque ya tengamos medios para suplirla.
Hoy es una baliza. Mañana será una caja negra. Pasado, una cámara interior. Y siempre con el argumento de “la seguridad”, aunque haya alternativas mucho más razonables.
Conclusión: Seguridad sí, imposición absurda no
Estamos todos de acuerdo en que salvar vidas en carretera es una prioridad. Pero imponer una solución costosa, limitada y redundante cuando ya existe una alternativa más barata, universal y accesible para todos los conductores (el móvil), es absurdo.
Lo que necesitamos es tecnología con sentido, no obligaciones que huelen a negocio encubierto.
¿Tú qué opinas? ¿Vas a comprar la baliza V16 o esperas que alguien en la DGT se dé cuenta del sinsentido antes de 2026? Comparte tu opinión, porque esto nos afecta a todos.