Pekín mantiene su estado de alerta y continúa realizando pruebas de coronavirus a su población tras sumar cientos de positivos a raíz del nuevo brote detectado la semana pasada en el mercado mayorista de la capital que, según los expertos, está ya bajo control.
Tal y como avanzó el jefe de epidemiología del Centro chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, Wu Zunyou, la ciudad sólo registró 25 casos de COVID-19 en las últimas 24 horas: aunque son cuatro más que en la víspera, podría ser un indicio de que apenas se están detectando nuevas infecciones en la capital.
Desde que comenzó el brote, Pekín acumula 183 positivos, de los cuales dos están críticos y 11 en estado grave. Además, quedan aún 293 casos activos en China y 5.856 personas todavía están ahora en observación, las cuales deben pasar un periodo de aislamiento de 14 días.
Sobre el origen del brote de Pekín y sus riesgos -hasta ahora ha trascendido que se detectó en una tabla de cortar salmón-, el funcionario indicó que «no hay pruebas de que los contagiados se infectaran por comer alimentos contaminados, incluyendo marisco».
«El riesgo de que las infecciones fueran causadas por comer alimentos importados es muy baja, y no se recomienda restringir la cadena alimentaria. Tenemos que mantener una actitud científica», añadió. «Aun así, es mejor no tocar pescado o carne cruda», acotó.
Las investigaciones preliminares de los científicos chinos apuntan a que la cepa del virus encontrada masivamente en el mercado de Xinfadi proviene de Europa, pero aún debaten cómo habría llegado hasta allí.
«El virus puede permanecer oculto a bajas temperaturas durante mucho tiempo, y de alguna manera llegó a la cadena logística. Este brote muestra que el virus puede adaptarse, que ha ido por delante», asegura el investigador Li Guoxiang, de la Academia China de Ciencias Sociales, al periódico Global Times.