Un estudio de científicos pionero publicado en Nature ha revelado evidencia de un vasto océano escondido a unos 640 kilómetros bajo la superficie de la Tierra, atrapado en un mineral poco común llamado ringwoodita. Según los investigadores, esta reserva de agua oculta podría igualar en volumen a todos los océanos conocidos, lo que cambia por completo la forma en que entendemos la hidrología planetaria.
Los científicos sostienen que la ringwoodita, un mineral de alta presión presente en la zona de transición del manto terrestre, almacena moléculas de agua en su estructura cristalina. Este hallazgo implica que el ciclo del agua no se limita a la superficie, sino que se extiende a lo largo de todo el interior del planeta.
Steve Jacobsen, coautor del estudio, explicó que los fenómenos geológicos que observamos en la superficie como terremotos o erupciones volcánicas son en realidad manifestaciones de procesos profundos.
“Finalmente estamos viendo evidencia de un ciclo del agua en toda la Tierra, lo que podría explicar la abundancia de agua líquida en la superficie”, afirmó.
Ringwoodita y el ciclo del agua profundo según los científicos
La ringwoodita se forma a profundidades que oscilan entre 400 y 660 kilómetros, bajo presiones y temperaturas extremas. Su particularidad radica en que puede retener más del 1 % de su peso en agua, en forma de radicales hidroxilo, atrapados en su estructura interna. Este rasgo la convierte en un reservorio geológico capaz de influir en la dinámica del manto y en los procesos tectónicos.
Brandon Schmandt, otro de los investigadores y científicos, destacó que la fusión de roca detectada a estas profundidades es poco común, ya que la mayor parte de la fusión en el manto se da mucho más cerca de la superficie. El equipo halló que este derretimiento profundo podría estar relacionado con la liberación de agua desde la ringwoodita cuando su estructura cambia debido a las condiciones extremas.
La liberación de este agua tendría un papel crucial en la convección del manto, alimentando el movimiento de placas tectónicas y afectando fenómenos como la formación de volcanes en zonas de subducción.

Los experimentos de laboratorio que simulan las condiciones del manto profundo han confirmado la capacidad extraordinaria de la ringwoodita para retener agua. Jacobsen recalcó que esta propiedad única “le permite atraer hidrógeno y retener agua bajo condiciones que destruirían a la mayoría de los minerales”.
Pero la importancia del hallazgo en los océanos según los científicos no se limita a la mineralogía. Los datos sísmicos del USArray una extensa red de instrumentos en América del Norte han permitido visualizar con mayor precisión la estructura interna de la Tierra, revelando zonas de fusión que coinciden con áreas donde la ringwoodita podría estar liberando agua.
Schmandt explicó que este patrón de fusión está vinculado a procesos de subducción, donde material del manto desciende desde la superficie hacia las profundidades, liberando agua en el proceso. Esta coincidencia respalda la hipótesis de que el agua, incluso atrapada en minerales, influye directamente en el comportamiento geodinámico de la Tierra.
Este descubrimiento de los científicos abre una nueva línea de investigación sobre cómo la ringwoodita y otros minerales del manto profundo pueden actuar como depósitos de agua a escala planetaria. Si las conclusiones se confirman, la cantidad de agua en el interior de la Tierra podría ser equivalente o incluso superior a la de todos los océanos superficiales.
Más allá del impacto científico, este hallazgo redefine el concepto de ciclo del agua: no es solo un fenómeno superficial que involucra evaporación, condensación y precipitación, sino un proceso que abarca toda la geosfera, desde la atmósfera hasta las capas más profundas del planeta.
Los próximos pasos de los investigadores y científicos incluirán el análisis de más muestras de ringwoodita procedentes de otras regiones y la integración de nuevos datos sísmicos globales para determinar si este vasto “océano interior” es una característica localizada o una constante de todo el manto terrestre.