Hasta tres veleros están cruzando el Océano Atlántico en la actualidad que, necesariamente, o partieron o pasaron por Canarias durante la semana pasada. Además, hay otro con bandera británica que llegó el pasado lunes a Cabo Verde, mientras que una quinta de las embarcaciones de estas características navega hacia el sur de la Península tras hacer escala en Madeira, tal y como se puede comprobar a través del Sistema de Identificación Automática (AIS, por sus iniciales en inglés), que registra la posición de cada navío durante las 24 horas.
Hay que aclarar que, pese a su uso obligatorio, no todos los barcos llevan este sistema a bordo (por ejemplo, no lo hace ninguno que sea militar, o también puede averiarse), pero su uso es muy recomendado para evitar, sin ir más lejos, colisiones.
A buen seguro que la verificación de las rutas seguidas por estas y otras embarcaciones ha sido ya llevada a cabo por los investigadores de la Guardia Civil asignadas al caso, dado que pueden ser imprescindibles para averiguar si la hipótesis de un trasbordo en alta mar a un velero puede explicar la ausencia de, al menos, el padre de las niñas desaparecidas el pasado martes en Tenerife.
No en balde, el identificado como Tomás A. Gimeno, de 37 años de edad, es un navegante experto y cuenta con contactos en países de América Latina, como, por ejemplo, Perú, y para llevar a cabo una fuga de estas características (no digamos ya si lleva consigo a dos niñas tan pequeñas) requiere ineludiblemente de la participación de, al menos, un cómplice.