Los astrónomos se han visto sorprendidos por un reciente descubrimiento realizado por el Telescopio Espacial James Webb (JWST), el instrumento más grande y complejo jamás construido para la observación del cosmos. Al apuntar la mira de Webb hacia un cúmulo de estrellas ubicado a unos 1.000 años luz de la Tierra, los científicos se encontraron con objetos inusuales, los más pequeños que jamás hayan observado en su categoría.
«El más pequeño de los nuevos objetos que encontramos probablemente sea la enana marrón flotante libre menos masiva que se haya observado hasta la fecha», explicó Kevin Luhman, profesor de astronomía en la Universidad Estatal de Pensilvania y autor principal de un estudio que documenta estos hallazgos. El estudio fue publicado recientemente en la prestigiosa revista revisada por pares The Astronomical Journal.
Las enanas marrones, también conocidas como «estrellas fallidas», son objetos cósmicos que se encuentran en un estado intermedio entre las estrellas y los planetas. Aunque no son lo suficientemente grandes como para considerarse estrellas como nuestro sol, tampoco son lo suficientemente pequeñas para ser clasificadas como planetas. Este peculiar estado las convierte en objetos de gran interés para los astrónomos que buscan responder a una de las preguntas fundamentales de la astronomía: ¿cuáles son las estrellas más pequeñas?
El Telescopio Espacial James Webb (JWST), una maravilla de la tecnología espacial, desempeñó un papel crucial en este descubrimiento. Su sensibilidad a la luz distante en el cosmos lo convirtió en la herramienta perfecta para detectar estas enanas marrones, que emiten una luz particularmente intensa en longitudes de onda infrarrojas.
¿Qué son las enanas marrones?
Para llevar a cabo este hallazgo récord, los astrónomos eligieron apuntar el JWST hacia el cúmulo de estrellas IC 348, que se caracteriza por ser relativamente joven, con una edad aproximada de 5 millones de años, en comparación con los 4.500 millones de años de nuestro propio Sol. Esta elección estratégica facilitó la búsqueda, ya que las enanas marrones jóvenes aún no han agotado sus reservas de deuterio y, por lo tanto, emiten calor y luz detectables.
«Dado que las enanas marrones carecen de fusión de hidrógeno, son relativamente frías y brillan más en longitudes de onda infrarrojas. Como resultado, un telescopio infrarrojo como JWST es la mejor opción para intentar detectar nuevas enanas marrones», explicó Luhman en un comunicado.
La enana marrón más pequeña descubierta en este cúmulo de estrellas tiene una masa equivalente a solo tres o cuatro veces la de Júpiter, en marcado contraste con la masa del Sol, que es más de 1.000 veces mayor que la de Júpiter. Además de esta enana marrón récord, los astrónomos encontraron otras dos enanas marrones en el mismo cúmulo, aunque estas eran un poco más grandes, con masas de hasta ocho veces la de Júpiter.
Pero, ¿cuál es la importancia de buscar estas estrellas fallidas? Se consideran el «eslabón perdido» entre las estrellas y los planetas, y su estudio contribuye a desentrañar múltiples misterios del universo.
Por ejemplo, «las enanas marrones se superponen con los planetas gigantes en algunas propiedades físicas, como la masa y la temperatura, por lo que las enanas marrones pueden usarse como laboratorios para estudiar atmósferas similares a las de los planetas gigantes», señaló Luhman.
Además, el estudio de las enanas marrones es esencial para comprender el proceso de formación estelar en general. Catarina Alves de Oliveira, de la Agencia Espacial Europea y responsable del programa de observación, plantea la pregunta: «Tenemos que preguntarnos, ¿cómo opera el proceso de formación de estrellas con masas tan, muy pequeñas?»
Este descubrimiento ha desconcertado a la comunidad científica, ya que es difícil demostrar teóricamente la existencia de enanas marrones tan pequeñas. Según la teoría, para que una nube de gas y polvo se colapse y forme una estrella o un planeta, debe tener suficiente gravedad. Para una nube pequeña, es más difícil colapsar debido a la baja gravedad, por lo que teóricamente debería convertirse en un planeta si acumula suficiente masa, en lugar de convertirse en una enana marrón.
El descubrimiento plantea nuevas preguntas
El misterio sobre cómo y por qué algunas nubes de gas y polvo se convierten en enanas marrones en lugar de planetas sigue sin resolverse. Los astrónomos esperan llevar a cabo estudios más exhaustivos con el JWST que puedan ayudar a detectar objetos aún más pequeños como el reciente descubrimiento del James Webb de 6 planetas con posibilidad de albergar vida extraterrestre, incluso aquellos con masas equivalentes a la de Júpiter. ¿Podrán los astrónomos encontrar enanas marrones aún más pequeñas en el futuro? La posibilidad existe, y cada descubrimiento de estos extraños objetos proporciona nuevas pistas sobre este enigma cósmico.
«Es posible que existan enanas marrones con masas aún más pequeñas, pero aún no han sido detectadas», concluyó Luhman, destacando la emocionante búsqueda continua en la que los astrónomos se embarcan en su exploración del vasto universo.