Carrie-Eileen pasó cinco años como monja en un convento estricto donde se les prohibió usar ‘abrazadores de cadera’ y usar tampones porque no eran ‘apropiados’.
Esta ex monja ha compartido las estrictas reglas que tenía que seguir en su convento, o arriesgarse a enfrentar la ira de la superiora que atemorizaba a todas las monjas. Carrie-Eileen, de Pensilvania, EE. UU ., se unió a un convento cuando tenía 18 años, pero cinco años más tarde decidió dejar el convento para siempre porque se sentía «completamente miserable» y «siempre ansiosa» por romper las estrictas reglas.
Ahora, la madre casada de seis hijos recurrió a TikTok para revelar más sobre la misteriosa vida de las monjas en los conventos, incluida la ropa interior muy específica que deben usar debajo del hábito diario. En un video que detalla la lista de cosas con valor de más de 300 dólares que tenía que comprar para poder unirse al convento, Carrie reveló que cada monja en su convento tenía que traer «siete pares de calzoncillos de algodón blanco, sin bragas». Años después la joven relata que vivía momentos muy parecidos a algunas escenas de la serie El Cuento de la Criada.
La lista también pedía a las monjas que trajeran «dos juegos de ropa interior larga», especificando que debe ser del «tipo delgado». Cuando se trata de sostenes, también había requisitos estrictos: «Sin aros, tenía que ser blanco o del color de la piel».
La ropa interior de algodón no era lo único que las monjas debían usar debajo del hábito, también debían traer calcetines marrones hasta la rodilla, camisetas blancas con cuello redondo, blusas blancas de manga larga, faldas marrón oscuro con altura de 25 centímetros del suelo y medias tiras completas que se asentaron a 12 pulgadas sobre el piso y desembolsar $ 2,400 en seguro médico para el año.
Las monjas también estaban restringidas en cuanto a los productos menstruales que podían usar y los tampones estaban prohibidos en el convento de Carrie.
«Podríamos usar toallas sanitarias en vez de tampones por que nuestro superior estaba preocupado por el riesgo de síndrome de shock tóxico».