El sueño de mucha gente es ganar una suma importante de dinero en la lotería, cuando pensamos en ello, nuestros sueños se disparan, sobre todo para no volver a trabajar más en nuestra vida, pero aveces hay gente que pierde la cabeza y acaba muy mal, se habla de que un alto porcentaje de los nuevos millonarios lo pierden todo.
El caso más sonado es el del joven británico Michael Carroll, al que le cayeron casi 9,8 millones de libras (unos 11 millones de euros en la época, 12,7 al cambio de hoy) y se los fundió en tan solo 7 años. Hoy, hace galletas en una fábrica como un mero empleado mileurista.
Una combinación de derroche, drogas, alcohol, prostitutas y coches de lujo. ‘El rey de los canallas’ fue lo que se puso en uno de sus bólidos, de la marca Mercedes. Se gastó en su parque móvil 650.000 euros. Y en joyas, le robaron unos 165.000. Al día siguiente se compró lo mismo en piezas de oro. Se compró una mansión de medio millón de euros y organizaba fiestas de cinco días para sus amigos donde no faltaba al alcohol, la cocaína, el éxtasis o el cannabis.
Pronto se enganchó al crack. Se calcula que se gastó 400.000 euros en drogas. «Mi camello tiene más de premio que yo», reconocía sin tapujos. En sexo dilapidó unos 160.000 euros: unas 2.000 prostitutas en total, con hasta cuatro diferentes al día.
Después de perderlo todo, se quedó con una pensión de 42 libras a la semana como subsidio del paro y decía que era más feliz así que rico. Un año después trabajaba en una fábrica de galletas. Medio como The Sun han publicado que tuvo dos intentos de suicidio. De los casi 13 millones que le tocaron en 2002 ya no le quedaba nada en 2009. La realidad siempre supera a la ficción.