Pese a que cuando hablamos de muñecas normalmente pensamos en artículos que los más pequeños de la casa usan para jugar, el concepto que un matrimonio austríaco asentado en Canarias tiene de estos objetos es muy diferente: “En realidad las muñecas son esculturas, no juguetes“, argumentan Ingrid y Georg, quienes regentan un museo de muñecas en Tenerife. Allí se pueden ver más de 600 ejemplares únicos y realizados por artesanos internacionales, de ahí que estemos hablando de un museo de arte y no de un lugar donde se muestran objetos de juguetería.
Desde ver en directo cómo se hace una muñeca en el taller, hasta observar piezas históricas que datan del año 1900, esto es lo que se puede hacer en el museo Artlandya, ubicado en una encantadora finca de Icod de Los Vinos, llamativa por la naturaleza que la rodea y las fachadas antiguas del lugar.
En el interior del museo, las muñecas son las verdaderas protagonistas: “Quienes nos visitan quieren saber cómo se hacen y los materiales que utilizan los artistas. El material clásico es la porcelana, aunque también se pueden encontrar muchas piezas realizadas en vinilo”, cuenta Georg, que junto a su esposa Ingrid se han especializado en este sector.
La mayoría de las esculturas expuestas en este museo de muñecas en Tenerife son realistas, es decir, imitan expresiones y vestimentas de personas. No obstante, también hay algún ejemplar inspirado en el mundo de fantasía, con alas u orejas de elfo. Todas estas muñecas, las 600 expuestas, han sido realizadas por 45 artistas internacionales, por lo que Georg asegura que la colección es “única en Europa”.
“Es cierto que hay varios museos dedicados a las muñecas que fueron realizadas a través de una producción en serie, donde cada pieza es calcada a la anterior. Pero nosotros nos hemos interesado siempre por piezas originales, hechas por artistas de distintas épocas”, explica Georg.
Y es que, en la industria de las muñecas de porcelanas, actualmente se da importancia al carácter artesanal: “Esto ocurre desde el año 1990, cuando se empieza a renegar de las antiguas muñecas que se tomaban los moldes de las caras de los ángeles religiosos y se empieza a valorar el trabajo al detalle para darles un aspecto más juvenil”.
Además de las muñecas, en Artlandya se puede ver de forma paralela una extensa colección de ositos de peluche realizados por 16 artistas diferentes y también cuyas ediciones son “limitadas”.
De gestionar una galería de arte en Austria, a abrir su museo de muñecas en Tenerife
Cuando Ingrid y Georg se conocieron ella trabajaba en un banco y él era ingeniero electrónico en la empresa Siemens en Austria. Sin embargo, la pasión por el arte era algo que les unía y pronto Ingrid dejó su trabajo para regentar una tienda de artesanía y una pequeña galería de arte. Georg, por su parte, aprendía sobre la elaboración de bisutería en vidrio fundido, como pulseras y collares, así como cuadros hechos también a través del soplete. En 1994, ambos fundaron su primer museo de muñecas en la ciudad austríaca de Villach.
Conforme su relación avanzaba, la pareja visitaba Canarias en diversas ocasiones para disfrutar del buen tiempo que escasea en su país natal y darse un descanso. En uno de esos viajes, realizado en el año 2012, decidieron refundar su museo de muñecas en Tenerife: “Durante dos años tuvimos los dos museos abiertos, el de Villach y el de Icod, pero finalmente decidimos asentarnos aquí porque esta Isla nos ha enamorado”, declara Georg.
El sueño de la pareja es traer al completo el gran taller con el que contaban en Austria, algo que se les ha complicado por la cantidad de permisos que se necesitan. Mientras tanto, Ingrid realiza pequeñas “restauraciones” a las muñecas, que por su antigüedad van perdiendo las pestañas, y también se encarga de colocar la exposición. Georg, por su parte, hace las visitas guiadas.
El artista del vidrio reconoce que estar en Tenerife les acerca a su público objetivo, que en general son turistas franceses, italianos, rusos y americanos que vienen porque son coleccionistas de muñecas. Respecto a los visitantes locales, señala que durante los fines de semana acuden muchas familias con niños que quieren pasar el día viendo las piezas y paseando por la finca.