El color de nuestros océanos está cambiando, y esto, según los expertos, es un signo revelador de transformaciones más profundas que ocurren en los ecosistemas marinos. Aunque la variación de tono, de un azul profundo a un verde más notable, puede parecer un detalle menor, en realidad es una manifestación de un problema mucho más complejo.
Las temperaturas récord en la superficie del mar han desencadenado inquietudes entre los científicos marinos. Estas variaciones de temperatura, si bien pueden ser sutiles, tienen el potencial de perturbar a comunidades vitales en nuestros mares, como el fitoplancton. Estos microorganismos, que llevan a cabo la fotosíntesis, son esenciales en la cadena alimentaria y desempeñan un papel primordial en el ciclo del carbono, un proceso intrínseco para la vida en nuestro planeta.
El carbono, a lo largo de los años, ha sido un elemento constante en nuestra Tierra. Se encuentra en el corazón de todo ser vivo, transformándose en moléculas fundamentales, desde las proteínas hasta el ADN. Los cambios observados en la coloración del océano respaldan una teoría que muchos científicos ya habían postulado debido al avance del cambio climático. Debemos recordar que estos ecosistemas submarinos ocupan alrededor del 70% de la superficie terrestre, y cualquier cambio en ellos tiene ramificaciones globales.
La Dra. BB Cael, del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, encabezó un estudio que reveló que más de la mitad de las aguas del mundo han experimentado cambios notables en su coloración durante las últimas dos décadas. Las herramientas utilizadas para llegar a esta conclusión fueron avanzadas: el Espectrorradiómetro de Imágenes de Resolución Moderada (MODIS) a bordo del satélite acuático de la NASA. Este estudio, que prestó especial atención a las zonas tropicales y subtropicales, excluyendo las latitudes más altas por su oscuridad estacional, mostró que la principal causa de este cambio de color es el incremento de la tonalidad verde.
La ciencia advierte
La información obtenida por la Dra. Cael y su equipo se visualizó en un mapa, mostrando áreas donde el color del mar ha variado desde 2002 hasta 2022. Los puntos oscuros y más verdes indican cambios más pronunciados, mientras que los puntos negros representan las áreas con alteraciones en los niveles de clorofila.
La clorofila ha sido históricamente un indicador confiable para los científicos, ayudándolos a medir la abundancia de fitoplancton. Sin embargo, estos cálculos solo representan una fracción del espectro de luz visible. Valores en tonos verdes ofrecen una imagen más completa del ecosistema, considerando un rango más amplio de tonos.
La Dra. Cael también señaló que las series temporales de un único sensor en el campo de teledetección son raras. Esto subraya la importancia del satélite Aqua, que en 2022 celebró 20 años en órbita, superando por mucho su expectativa de vida. La Dra. Cael sintió curiosidad por cualquier detalle que pudiera haberse perdido en la vasta cantidad de datos recopilados durante esos años. «Hay más información codificada en los datos de la que realmente aprovechamos», comentó.
La observación y estudio de estos cambios no son meramente académicos. Sirven como recordatorio de la fragilidad de nuestros ecosistemas y del impacto que el cambio climático tiene sobre ellos. Los océanos, siendo vitales para nuestra existencia, reflejan en su color y salud el equilibrio de la vida en la Tierra. Por tanto, es esencial que sigamos monitorizando, investigando y, lo más importante, actuando para proteger estos ecosistemas fundamentales.