Pese a que los padres del menor presentaron la solicitud en septiembre, los responsables de Educación recomendaron a la familia la semana pasada que buscara otro colegio.
Si hay un adjetivo que defina al pequeño Clark es cariñoso. Le encanta correr, saltar; siempre con una sonrisa dibujada en su rostro. El niño de cuatro años, diagnosticado con el trastorno del espectro autista (TEA) -tiene gran dependencia y un 66 por ciento de discapacidad-, comenzó el año pasado su etapa escolar en un aula ordinaria de Escuelas Pías, situada en Santa Cruz de Tenerife, con el apoyo de una profesora de PT (Maestro de Pedagogía Terapéutica).
Sin embargo, desde el primer momento, docentes y profesionales aconsejaron a la familia de Clark que lo mejor para su educación y desarrollo era pertenecer a una unidad de escolarización para el alumnado con Necesidades Educativas Especiales, es decir, un Aula Enclave. Momento en que los padres iniciaron los trámites para solicitar la plaza del menor en el centro educativo, donde casualmente se estrenaba este tipo de formación personalizada como una de las cinco mejores de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Ahora, tras casi un año de espera, Enrique y su mujer luchan por que su pequeño acuda este próximo curso al Aula Enclave de este mismo colegio después de que la Consejería de Educación denegara a Clark la solicitud el pasado 25 de julio.
“Cuando solicitamos la plaza en septiembre en Escuelas Pías había vacantes, pero necesitábamos el certificado avalado por el equipo de psicólogos que trabaja en la Consejería”, ha declarado el padre del menor a DIARIO DE AVISOS, quien agrega que el citado departamento de gobierno “ha dejado fuera a mi hijo pese a saber que estábamos esperando desde hacía meses”. En este sentido, “solo tenemos buenas palabras para el centro educativo, ya que desde el minuto uno han intentando que nuestro hijo sea alumno de esa unidad de escolarización, pero eso depende únicamente de la Consejería de Educación”, indica.
Según explica el tinerfeño, el Aula Enclave del colegio ya está completa para el inicio del curso escolar. Por ello, el personal de Escuelas Pías propuso a los responsables de Educación ampliar el ratio con un nuevo auxiliar educativo a media jornada. “La Consejería nos dijo que lo iban a valorar porque lo veían viable, pero tras varias semanas de silencio, fue la propia inspectora quien nos recomendó que matriculase a Clark en otro colegio”, afirma.
Por su parte, Enrique y su mujer valoran únicamente que su hijo vuelva a la clase común en septiembre debido a que “los niños con autismo necesitan ser rutinarios; para nosotros matricularlo en otro centro sería tirar otro año”. Clark es un niño no verbal que no atiende a su nombre y carece de habilidades sociales, y su incorporación en un Aula Enclave es fundamental porque “recibiría una atención y terapia personalizada dependiendo de sus necesidades”. “Nuestro hijo tiene muchos condicionantes y lleva en terapia privada desde que tiene un año y medio”, sostiene Enrique, quien reconoce que Clark “está empezando a mostrar avances; incluso repite palabras”. Autismo Tenerife es la asociación que trata al menor desde hace algunos años y su formador, Ruymán Cordero, ha jugado un papel clave en su desarrollo. Su familia teme ahora que con otro curso escolar en un aula con otros 20 compañeros este progreso se paralice o retroceda. “Estamos en un momento crucial para su educación”, asegura el padre.
Enrique y su mujer se sienten engañados y creen que “la Consejería de Educación no quiere gastar dinero en personal porque es un colegio concertado”. “Pensamos que nos han dado largas para hacernos perder el tiempo y quedarnos sin tiempo de reacción”, lamenta el padre de Clark, y sostiene que “no es ningún capricho, sino que sabemos que es la mejor opción para nuestro pequeño”.
Escrito por LETICIA DÍAZ