La VII edición del Foro La Toja – Vínculo Atlántico, celebrada del 2 al 4 de octubre en la Illa da Toxa (Galicia), reunió a líderes políticos, económicos y empresariales con el objetivo de promover una cooperación atlántica que se traduzca en resultados concretos para la industria y la economía. En ese contexto, Ángel Escribano, presidente ejecutivo de Indra Group, tomó parte en la mesa “New Conflicts, New Capacities”, centrada en los desafíos que plantean las amenazas híbridas.
Durante su intervención, Escribano defendió que la defensa no debe seguir viéndose como un gasto, sino como una inversión estratégica capaz de generar innovación, empleo, autonomía tecnológica y competitividad industrial. Recordó la advertencia de Mario Draghi de que “ningún país que aspire a la prosperidad y soberanía puede quedarse fuera de la carrera por las tecnologías críticas”, y añadió que ese mensaje sintetiza el reto al que se enfrenta Europa ante el entorno actual, caracterizado por la desinformación, los ciberataques y los conflictos de naturaleza híbrida.
Escribano subrayó que la conciencia social sobre la seguridad está cambiando “a marchas forzadas” debido a acontecimientos recientes, lo que requiere elevar tanto la sensibilización institucional como la ciudadana respecto de la inversión en defensa. En ese sentido, explicó que los adversarios de Europa no siempre parten de una ventaja tecnológica enorme, pero sí avanzan más rápido, ya que evitan o acortan muchos de los procedimientos habituales. En particular, llamó la atención sobre tecnologías de bajo coste como los drones o los sistemas de interferencia de señal, capaces de producir un impacto elevado con recursos relativamente modestos.
Uno de los pilares de su discurso fue la inteligencia artificial como herramienta transformadora. Explicó que Indra desarrolla capacidades para procesar gran cantidad de datos casi en tiempo real con fines de anticipación ante amenazas híbridas, reforzando la autonomía tecnológica europea. A ese respecto, insistió en la necesidad de actuar con agilidad, afirmando que “no es que otros estén por delante, sino que se mueven con más rapidez porque no se atan a procesos tan rígidos”.
El impacto económico y social que destacó Ángel Escribano
Cuando el debate se centró en el impacto económico, Escribano aportó cifras relevantes: la industria de defensa genera unos 200.000 empleos en España, representa cerca del 1,5 % del PIB nacional y concentra alrededor del 12 % de la inversión total en I+D+i. Con esos datos, destacó que la defensa es un motor de desarrollo tecnológico, que fortalece la autonomía industrial y contribuye al crecimiento sostenible del país. Aclaró, además, que esta inversión no debe considerarse simplemente un gasto, sino una apuesta por la seguridad que protege la economía y refuerza la resiliencia y la soberanía.
Para que ese efecto sea duradero, Escribano hizo hincapié en la necesidad de contar con estándares compartidos, cadenas de suministro estables y protección de la propiedad intelectual. Subrayó que Europa debe unirse en una visión común que evite duplicidades y permita escalar los proyectos con mayor rapidez. Reconoció que lograr consenso entre los 27 estados miembros es difícil, pero sostuvo que avanzar con los que estén dispuestos, incluso si solo son tres, es preferible a esperar unanimidades que paralicen la acción.
Desde una perspectiva empresarial, destacó la importancia de compañías que lideren consorcios, integren sistemas complejos y concedan un servicio completo durante todo el ciclo de vida de los programas. Puso como ejemplo el trabajo de Indra con arquitecturas abiertas, interoperabilidad y gestión del dato, como muestra de cómo la industria de defensa impulsa la digitalización industrial europea.
En cuanto al ámbito geoestratégico, Escribano advirtió que, aunque China no es todavía una potencia armamentística comparable a los grandes bloques, Europa depende de componentes y materias primas procedentes del gigante asiático, lo que representa un riesgo estratégico e implica que China podría ser un competidor relevante a medio plazo. Asimismo, rechazó la idea de que la industria europea esté dos décadas por detrás de la de Estados Unidos: afirmó que los ingenieros europeos están preparados y poseen la tecnología necesaria; el problema real es pasar de la capacidad a la acción coordinada.
Finalmente, el Foro cerró con una idea compartida: la defensa es también política industrial. Incrementar la escala productiva, reforzar la soberanía tecnológica y garantizar la interoperabilidad entre aliados son condiciones esenciales para un rearme eficiente. Escribano concluyó que la cooperación, la apertura tecnológica y la disciplina financiera serán claves para transformar la inversión en defensa en innovación real, empleo de calidad y estabilidad para Europa.