Casimiro Curbelo, presidente del Cabildo de La Gomera, celebra la noticia: “Sirve para dar ánimo a la gente y estimula la economía”.
La Gomera fue el primer lugar de España donde se detectó un caso por coronavirus el pasado 1 de febrero, cuando un turista alemán dio positivo en el Hospital Nuestra Señora de Guadalupe y tuvo que ser aislado junto a otros cuatro amigos. Y a partir del próximo lunes 4 de mayo será uno de los primeros territorios del país en pasar a la fase 1 de la desescalada, saltándose la fase 0 inicial por la que empezará el resto de España, salvo las islas de El Hierro, La Graciosa y Formentera, que también inician el proceso en el mismo nivel. La ausencia de contagios desde hace más de un mes en la isla colombina la convierten en una privilegiada dentro de este complejo momento.
En esta primera fase, los ciudadanos podrán moverse dentro de la Isla, con un horario preferente para las personas vulnerables y mayores de 65 años. También podrán abrir los restaurantes, aunque solo para consumir en la terraza y a un 30% de la capacidad, no en el interior del local. Los hoteles y otros alojamientos turísticos empezarán a funcionar, aunque se excluirán las zonas comunes. El sector agroalimentario y pesquero podrán funcionar sin restricciones, y los lugares de culto abrirán con un aforo del 30%.
La Gomera ha sufrido un proceso singular. Del shock inicial del contagio se pasó a una relativa tranquilidad, cuando se evidenció que los alemanes aislados inicialmente en el hospital insular estaban bien y no habían tenido demasiados contactos en la Isla, ni aparecía nadie con síntomas de estar enfermo. Entonces, el coronavirus era considerado “como una gripe”, en palabras de más de un médico, aunque ahora parezca que todo el mundo ya conocía el potencial virulento de la enfermedad.
Aún así, en los primeros momentos, la gente hizo acopio de mascarillas y geles hidroalcohólicos, que se agotaron en las farmacias. Pero con el paso de los días, aquel susto inicial ya empezó a parecer exagerado entre muchos paisanos, cansados ya de ver a tanto periodista intentando buscar noticias o hablar con los dueños de un restaurante de Hermigua a donde iban alguna noche a cenar una pizza. “Están fastidiando al turismo”, le decía el dueño de un bar a este periódico en esos días, como si todo hubiera sido una fabricación mediática. Y hasta el cura de San Sebastián habló contra el alarmismo desde el púlpito.
Pero claro, eso fue en la otra vida, en el otro mundo, antes de que nos metieran en casa de repente, cuando descubrimos, estupefactos, que el virus era mucho más mortífero de lo que pensábamos y que se contagiaba a la velocidad del rayo.
Por eso, estaba ayer tan contento el presidente del Cabildo Insular, Casimiro Curbelo, que calificaba la decisión del Ejecutivo de “buena noticia que sirve para dar ánimo a la gente” y considera que el plan presentado por el presidente Sánchez es respetuoso con la propuesta que hizo el Gobierno canario al Estado a pesar de la tremenda polvareda que formó esos días en las redes, donde se acusó al Ejecutivo del PSOE y UP de estar haciendo una política centralista sin tener en cuenta las singularidades de Canarias. “Estamos acostumbrados a crear demasiado ruido”, afirmó.
Empezar la fase de desconfinamiento en una posición más adelantada que la práctica totalidad del territorio nacional contribuye a estimular la economía de La Gomera. “Ya podemos empezar a dinamizar los sectores productivos de la Isla”, afirmaba ayer. “ Ya tenemos posibilidad de que abran nuestros bares, nuestros restaurantes para hacer servicios externos, nuestras peluquerías, los establecimientos turísticos. Es un impulso para el comercio y la pequeña empresa, en paralelo a la actividad que ya tiene la construcción y la industria. Supone la posibilidad de empezar a prepararnos para el proceso de recuperación económica que primero se iniciará a nivel insular, pero que luego vendrá a nivel regional, nacional e internacional”, comenta.
Para Curbelo, este éxito, que indudablemente le da un impulso más en la isla, si es que lo necesitaba, se debe al aislamiento que ha vivido La Gomera, con el aeropuerto cerrado para cualquier tipo de actividad comercial y con el puerto muy limitado en sus movimientos, con entre 60 y 70 personas entrando diariamente. A eso añade el trabajo del personal sanitario de la Isla y el esfuerzo de la ciudadanía, que se ha mantenido muy comprometida con el confinamiento. Pero destaca también la inversión de 500.000 euros que hizo el Cabildo para adquirir material sanitario de protección cuando el mercado era una selva y era muy difícil conseguirlo, además de las desinfecciones de muchas zonas de la Isla, con un equipo de 160 personas, y de los test y controles que se han hecho en las residencias de mayores, los centros de salud o el centro de diversidad funcional. “Ahora no se puede bajar la guardia y todos los ciudadanos tenemos que mantener los protocolos de seguridad”, manifestó ayer Casimiro Curbelo.